Zod¨ªaco
Juan Navarro Baldeweg explica en ¡®Escritos¡¯ el desarrollo de su vocaci¨®n art¨ªstica
M¨¢gicamente enfrascado en la b¨²squeda de bellotas en el sotobosque de un cajigal, un ni?o de unos cuatro a?os volcado a esta tarea no se apercibe de que la noche le est¨¢ cayendo encima, y, de repente, oye a lo lejos la angustiada voz de su madre que grita imperativamente su nombre: ¡°?Juaaan!". Esta llamada rasga con su hiato el encanto en que estaba sumido y, por primera vez en su todav¨ªa corta existencia, se percata dolorosamente de que ha perdido, de una vez y para siempre, su hasta entonces inmaculada fusi¨®n con la naturaleza, signada adem¨¢s con la identificaci¨®n nominativa de su persona. Desde ese preciso momento, fatalmente se convertir¨¢ en un individuo socialmente viable, pero marcado por la soledad anhelante de esa felicidad que solo proporciona su espont¨¢nea fusi¨®n con el entorno, ya confinada al simple recuerdo o a su recreaci¨®n puntual.
El protagonista de esta traum¨¢tica experiencia es un personaje real y conocido, el espa?ol Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) arquitecto y artista de amplia proyecci¨®n internacional, seg¨²n la narra en un ensayo autobiogr¨¢fico titulado G¨¦nesis de un zod¨ªaco art¨ªstico. Momentos recordados y reflexiones enlazadas, incluido en un reci¨¦n publicado libro de recopilaci¨®n antol¨®gica, Escritos (Pre-Textos), en el que describe el desarrollo de su vocaci¨®n art¨ªstica precisamente como el pertinaz dram¨¢tico intento de restituir esa original unidad perdida. Con una buena prosa de corte anal¨ªtico, Navarro Baldeweg no solo nos trata de explicar, en efecto, el sentido de su vivencia primigenia personal, sino lo que ¨¦l entiende qu¨¦ significa el arte como esfuerzo de esa rememoraci¨®n esencial. Que no es algo simple y f¨¢cil de anudar conceptualmente la b¨²squeda de ese tiempo perdido, surgido de un chispazo po¨¦tico, nos lo demuestra con la reflexi¨®n del primer ensayo de su libro, dedicado a comentar dos de los m¨¢s legendarios fracasos de artistas, el del pintor Frenhofer, el tr¨¢gico protagonista del breve relato de Balzac La obra maestra desconocida (1831), y el del escritor Hugo von Hofmannsthal La carta de Lord Chandos (1902). En todo caso, Navarro Baldeweg pugna por perseverar en la voluntad art¨ªstica gratuita de reunificar lo desatado de ese para¨ªso perdido de nuestro origen y para ello apela a quienes previamente han surcado semejante senda, como C¨¦zanne o Mallarm¨¦. De este ¨²ltimo toma, por ejemplo, la bella met¨¢fora del farol zodiacal que comprime el sentido po¨¦tico de nuestra existencia.
La hondura de este latido lo encontramos en cualquier aut¨¦ntico artista, como as¨ª lo expresa el escritor polaco Adam Zagajewski (Lvov, 1945), en un poema titulado precisamente Infancia, inserto en su libro Asimetr¨ªa (Acantilado), en cuyos versos finales podemos leer su r¨²brica: ¡°Ahora seguro que sabr¨ªa / c¨®mo ser ni?o, sabr¨ªa/ c¨®mo mirar la escarcha en los ¨¢rboles, / c¨®mo vivir inm¨®vil¡±.
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