Un viaje hacia el sur
¡®Idilio¡¯ es el c¨®mic que Javier Montesol ha creado para la retrospectiva del autor catal¨¢n en el Museo del Prado
Un trazo aparentemente inacabado, un dibujo casi underground, la similitud con el grabado... Speak Low (Sins Entido, 2012) fue la vuelta al c¨®mic, despu¨¦s de 20 a?os, de Javier Montesol (Barcelona, 1952), una obra tan sencilla como descarnada, contundente: iba a llamarse Dolor. Aquellas p¨¢ginas ¡ªy la reflexi¨®n sobre el dolor que encierra¡ª fue la culpable de que el jefe de conservaci¨®n de Dibujos y Estampas del Museo del Prado, Jos¨¦ Manuel Matilla, llamara a Montesol el pasado febrero.
¡°Tuvimos una entrevista y charlando sobre pintura y los artistas a los que segu¨ªa y sobre cu¨¢les me gustar¨ªa trabajar, acabamos hablando de Mariano Fortuny. Me cont¨® que hab¨ªa una exposici¨®n en noviembre. No hubo mucho m¨¢s que tratar¡±, recuerda Montesol. Varias d¨¦cadas atr¨¢s, Montesol hab¨ªa comenzado a perge?ar vi?etas tras abandonar Ciencias Empresariales ¡ªfund¨® la revista Star junto a Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez Ribera, colabor¨® en otras como El V¨ªbora o Makoki y se enrol¨® en El Rrollo Enmascarado¡ª y, ya metido en ese mundo, en noviembre de 1974 visit¨® el Museo de Arte Moderno de Barcelona, que acog¨ªa una panor¨¢mica pre-cinematogr¨¢fica de Mariano Fortuny, una representaci¨®n de las batallas de Prim en Marruecos.
Aquello, seg¨²n Montesol, fue un flechazo que continu¨® y creci¨®; en 1986, cuando en la Sala Nonell de Barcelona se expuso un ¨¢lbum in¨¦dito del pintor catal¨¢n con apuntes en acuarela, aquella fascinaci¨®n termin¨® de enganchar a Montesol. Dej¨® el c¨®mic casi del todo ¡ªun casi que alude a los a?os en los que public¨® tiras en el diario ABC, desde el 85 hasta el 93¡ª, y comenz¨® con la pintura. ¡°Fortuny tuvo la culpa¡±.
Cuenta Montesol que aquella generaci¨®n, sin tanta preparaci¨®n oficial como existe hoy, hac¨ªan de todo sin saber nada; probaban, experimentaban, investigaban seg¨²n sus gustos y sus posibilidades. ?l, como creador de c¨®mic, vio en Fortuny el minimalismo que precede a la gran obra de los pintores, el ¨®leo: ¡°Los apuntes de la realidad, donde no importa la l¨ªnea final sino la mancha. Me interes¨® su forma de tomar apuntes, defin¨ªa con manchas... Me sedujo¡±.
Empez¨® su aventura hacia la pintura con el Supermercado del Arte, una idea aparentemente descabellada de un marchante franc¨¦s,?Jean-Pierre Guillemot, que, junto a Elvira Navaras, cre¨® y expandi¨® el pastiche. ¡°Ten¨ªa ese esp¨ªritu de los 70 y 80, cuando triunfan los conservadores en el mundo pero se mantiene la contestaci¨®n y la rebeld¨ªa. Nuestra postura era la provocaci¨®n¡±, dice Montesol. La idea de montar un s¨²per de arte fue, en aquel momento, gamberra (lo que hoy hubiese sido hipster). ¡°Estantes, etiquetas, reproducciones y copias y, entre medias, los dibujos de Guillemot, que aprovech¨® para vender su arte tambi¨¦n. Pod¨ªas salir de la tienda con un par de guillemots y un montesol en una bolsa de pl¨¢stico, como si hubieses comprado un par de cajas de leche y unos cuantos tomates¡±.
Recuerda aquello como la provocaci¨®n que les permit¨ªa hacer caja en Navidad. A este ultramarinos creativo, que estuvo en Barcelona en la calle de Calvet y en Madrid en Claudio Coello, se le acab¨® el esp¨ªritu cuando terminaron los noventa. Se convirti¨® en un todo a cien. ¡°Una crisis m¨¢s para los artistas, de matrimonio fallido en matrimonio fallido andamos los artistas. Acumulamos una docena de exparejas serias¡±, bromea el historietista.
Durante 30 a?os le interes¨® m¨¢s el soporte de la tela, la ¡°paz ol¨ªmpica¡± que ¨¦l llama al periodo tras la Transici¨®n no le provocaba ning¨²n sentimiento cr¨ªtico especial y ¨¦l, militante de nada y experimentador de todo, se dedic¨® a trabajar el lienzo. ¡°Luego, muchos compa?eros de generaci¨®n empiezan tambi¨¦n a usar ordenadores, a desarrollar el c¨®mic con paleta gr¨¢fica y photoshop. A m¨ª me interesa ensuciarme las manos, la serigraf¨ªa, tocar la tela, dibujar, oler el ¨®leo...¡±. Hasta Speak Low, y de aquella narraci¨®n del dolor, a Fortuny.
Cuando Montesol se sent¨® con el jefe de Conservaci¨®n de Dibujos y Estampas del Prado, Matilla, dos grabados de Fortuny sobresalieron entre el resto. Uno era Idilio, un pastor que toca la flauta en un ambiente buc¨®lico y rom¨¢ntico, y El anacoreta, sentado en medio de un paraje, con el espinazo marcado. ¡°Idilio era una boda con la existencia, El anacoreta m¨¢s bien una especie de despedida o de pausa¡±. A partir de esa especie de aeropuerto creativo de llegadas y salidas, Montesol empez¨® a fabular. Y lo hizo con Oda a la inmortalidad, de William Wordsworth, uno de los m¨¢s importantes poetas rom¨¢nticos en la Inglaterra del siglo XIX. ¡°Es como volver a recordar una historia de amor, con el brillo que produce y tambi¨¦n con el dolor interno¡±.
El c¨®mic son varios trayectos en uno solo. El aprendizaje, las cicatrices, la luz y la sombra. ¡°Como la primavera y el invierno¡±, recalca Montesol. ¡°El c¨®mic es el paso del protagonista de Idilio a El Anacoreta en un contexto en el que hab¨ªa una mezcla explosiva¡±. Habla de dictadura, de libertad, del asesinato de Puig Antich, del Pet Sounds de los Beach Boys y el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de The Beatles, de Kerouac y William Burroughs. Y sonr¨ªe: ¡°Todo es siempre un viaje, continuo¡±.