William Kentridge despliega su arte pol¨ªtico de marionetas en el Reina Sof¨ªa
El museo repasa la producci¨®n teatral y oper¨ªstica del creador sudafricano, galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017
Dice William Kentridge (Johannesburgo, 1955) que la duda es el ¨²nico estado mental confiable en un mundo profundamente incierto. Instalado en ella, el ¨²ltimo Premio Princesa de Asturias de las Artes habla sin titubear en v¨ªsperas de la inauguraci¨®n de su exposici¨®n en el Museo Reina Sof¨ªa: ¡°Me interesa un arte pol¨ªtico, es decir, un arte de la ambig¨¹edad, de la contradicci¨®n, de gestos incompletos y de finales inciertos¡±.
Desconfiando de la especializaci¨®n, siempre ha celebrado la contaminaci¨®n est¨¦tica que surge cuando las formas art¨ªsticas se entrecruzan y se retroalimentan. All¨ª donde aparece algo h¨ªbrido, Kentridge ve un campo de posibilidades. Por eso ha ido siempre ha intentado habitar en el extrarradio de lo convencional. Y de ah¨ª su historia. Estudi¨® pol¨ªtica, estudios africanos y arte en la Universidad de Witwatersrand y la Johannesburg Art Foundation. Casi al mismo tiempo, empez¨® a colaborar con la Junction Avenue Theatre, una compa?¨ªa abiertamente pol¨ªtica y cr¨ªtica con el apartheid, donde realiz¨® sus primeras intervenciones como actor, director y escen¨®grafo, que ampli¨® luego en Par¨ªs. Su popularidad lleg¨® con las propuestas cinematogr¨¢ficas de principios de los noventa, animaciones manuales de dibujo, rodadas en 16 mm y sin apoyo digital, que son la base de toda su producci¨®n. De ah¨ª el reconocimiento internacional en Documenta X, la Bienal de Venecia o de La Habana a una obra entendida como flujo de narrativas, que combina el dibujo con el cine, el collage, el grabado, la escultura o el videoarte. Y, de manera especial, con el teatro, la ¨®pera y la performance.
A ellas se rinde ahora el Museo Reina Sof¨ªa con la exposici¨®n Basta y sobra. Por primera vez se explora la producci¨®n pl¨¢stica de Kentridge a partir de lo especular y el papel del artista como director de escena. La mezcla de lenguajes y formas de sus escenograf¨ªas, donde conviven sus Dibujos para proyectar con marionetas, actores y m¨²sicos, deriva en una suerte de carnaval donde la idea de jerarqu¨ªa queda anulada. Lo vemos con las obras de teatro Woyzeck on the Highveld (1992), Faustus in Africa! (1995) y Ubu and the Truth Commission (1997), as¨ª como en las ¨®peras Il ritorno d¡¯Ulisse (1998), The Nose (2010), Lulu (2015) y la m¨¢s reciente, Wozzeck (2017), estrenada este verano en el Festival de Salzburgo. Todas ellas, historias de un solo protagonista, sirven a Kentridge para hablar de lo complejas que son las relaciones humanas. Los personajes son v¨ªctimas o verdugos de unas estructuras encorsetadas que ponen de manifiesto los lastres del autoritarismo y la corrupci¨®n. Tras ellos, aparecen la exasperaci¨®n de multitudes oprimidas y la descomposici¨®n de un paisaje dist¨®pico, el de su Johannesburgo natal, al que vuelve una y otra vez.
Kentridge sospecha de los relatos sobre el colonialismo, el capitalismo, el apartheid y su disoluci¨®n. Se incluye en la incertidumbre al mostrarse dibujando, deshaciendo sus im¨¢genes en descripciones vacilantes. Siempre ha sido el punto de partida: ¡°Dibujar es una actividad completamente f¨ªsica, perform¨¢tica. A veces comienza con el cuerpo completo y trabajas de la cintura hacia fuera, con grades gestos. En ocasiones los movimientos parten de los hombros, a veces, si es un dibujo peque?o solo desde el codo o incluso la mu?eca. Y si trabajas con algo diminuto el movimiento surge de los nudillos. El movimiento del cuerpo es una forma de generar ideas¡±, explica.
La muestra, que incluye una gran selecci¨®n de dibujos y pel¨ªculas vinculadas a las seis piezas esc¨¦nicas, traslada muchas de ellas. Kentridge extrapola las historias de Sud¨¢frica reescribiendo los guiones originales para hacerlos permeables a la realidad. A ratos, habla del tiempo como si fuera una sustancia el¨¢stica que puede ser esculpida. Otras veces camina por el espacio cerrado de su estudio film¨¢ndose en ese deambular, en saltos casi man¨ªacos. ?Querr¨¢ verse luego para intentar entenderse? El anacronismo de usar el teatro de sombras en esta era tecnol¨®gica parece parte de esa b¨²squeda. ¡°El artista coge fragmentos del mundo, los reorganiza y de ah¨ª construye una coherencia posible del mundo, de nosotros mismos. Personalmente me interesa la forma en que el terreno oculta su propia historia y su correspondencia con el modo en el que opera la memoria. La dificultad que tenemos para retener pasiones, impresiones, maneras de ver las cosas, la forma en que aquello que parece grabado tan indeleblemente en nuestros recuerdos tambi¨¦n se desvanece, se vuelve impreciso, se refleja en la forma en que el terreno mismo es incapaz de retener los acontecimientos de los que fue testigo¡±, argumenta.
El mundo de William Kentridge aparece aqu¨ª como una ilusi¨®n cre¨ªble en la que los motivos recurrentes de su obra se construyen, deconstruyen y reconstruyen ante nuestros ojos. Aparece un gato convirti¨¦ndose en una m¨¢scara de gas o en un meg¨¢fono, y el artista reiniciando lo que ensayaron el dada¨ªsmo, el surrealismo, el cine fundacional y el constructivismo y pensando c¨®mo hacer pol¨ªticamente nuevos borradores de arte.
Fotograbados estereosc¨®picos para explicar el mundo de hoy
Coincidiendo con la exposici¨®n en el Museo Reina Sof¨ªa, William Kentridge presenta el pr¨®ximo 2 de noviembre en Ivorypress el libro de artista Tummelplatz, un proyecto en dos vol¨²menes y nueve ediciones, que contiene veinte fotograbados estereosc¨®picos realizados por el artista. Responde a esa etapa de experimentaci¨®n sobre la imagen, previa al cine, que tanto le ha fascinado siempre. "La idea ha sido crear un pop-up virtual, donde cada doble p¨¢gina del libro tiene dos im¨¢genes estereosc¨®picas que, vistas a trav¨¦s de un visor, generan una ilusi¨®n de profundidad. Son como las im¨¢genes que utilizaban hist¨®ricamente los cart¨®grafos. As¨ª, lo que ves como dibujos lo experimentas como objetos de papel y carboncillo en el espacio. Es un dibujo muy?gestual; los paisajes y cielos est¨¢n realizados con telas con polvo, las rocas son papel arrugado y los ¨¢rboles son clips de papel metidos en palos de carb¨®n. Y hay una mezcla de pensamientos y eros en algunas de las im¨¢genes. Me refiero a un aspecto psicoanal¨ªtico desde el cual se entiende la represi¨®n como un gran esfuerzo por ocultar los deseos de la libido y c¨®mo esto define nuestra relaci¨®n con el mundo", explica.
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