Otros tiempos
Si algo caracteriza a la direcci¨®n art¨ªstica de esta etapa del Teatro Real (el pie del que m¨¢s cojeaba la pen¨²ltima) es buen criterio con que est¨¢n elegidos los repartos vocales
La favorite
M¨²sica de Gaetano Donizetti. Javier Camarena, Jamie Barton, Marina Monz¨® y Sim¨®n Orfila, entre otros. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Direcci¨®n musical: Daniel Oren. Teatro Real, hasta el 6 de noviembre
Casi nada fue ayer como el 19 de noviembre de 1850, cuando se inaugur¨® oficialmente el Teatro Real. Aquel lejano d¨ªa jarre¨® en Madrid (¡°una lluvia sobrado inoportuna¡±, se ley¨® en La Espa?a) y ahora hemos de contentarnos con que chispee siquiera de cuando en cuando. Entonces se interpret¨® La favorita; ahora, en cambio, con muy buen criterio, La favorite, la versi¨®n original francesa y much¨ªsimo menos adulterada (incluido el final) de la ¨®pera de Donizetti. Coparon entonces el podio y los principales papeles artistas italianos y el bar¨ªtono franc¨¦s Paul-Bernard Barroilhet, mientras que ayer el reparto fue un fiel hijo de la globalizaci¨®n: cuatro cantantes espa?oles, un tenor mexicano, una mezzosoprano estadounidense, un bar¨ªtono italiano y un director de orquesta israel¨ª. Entonces cay¨® sobre el patio de butacas ¡°una lluvia de composiciones po¨¦ticas, impresas en vistosos papeles de colores¡±, de ¨ªnfima calidad literaria, que encomiaban el teatro pero se mostraban, sobre todo, muy lisonjeadores con la reina Isabel II, presente en la sala tras haber asistido a un besamanos palaciego con motivo de su onom¨¢stica. El Heraldo public¨® que ¡°el entusiasmo de la lucidis¨ªma concurrencia fue indecible en aquel momento¡±, pero ahora se nos ha evitado ese trago, sustituido por un breve v¨ªdeo autoexplicativo de lo logrado en estos ¨²ltimos 20 a?os transcurridos desde la reapertura del teatro. Seis d¨ªas antes de aquella solemne inauguraci¨®n de 1850, el 13 de noviembre, el peri¨®dico La ?poca public¨® que ¡°la cuesti¨®n del Teatro Real interesa hoy m¨¢s al p¨²blico de Madrid que todas las noticias de pol¨ªtica¡±. Hoy tampoco cabr¨ªa aspirar a tanto, y menos en estos d¨ªas aciagos, pero la efem¨¦ride s¨ª que ha convocado a un ministro, altos cargos institucionales y un sinf¨ªn de invitados.
Pocos de estos ¨²ltimos sabr¨ªan de antemano, sin embargo, que La favorite naci¨® como un aut¨¦ntico corta y pega a partir de dos ¨®peras inconclusas (Adelaide y Le Duc d¡¯Albe) y una tercera concluida pero no estrenada, L¡¯Ange de Nisida, todas ellas del propio Donizetti, por supuesto. La nueva criatura, nacida de esa amalgama de textos y m¨²sicas de diferentes or¨ªgenes, no puede disimular sus costuras, aunque el compositor tambi¨¦n incorpor¨® al collage m¨²sica de nuevo cu?o, tanto para hilvanar mejor las diversas telas como para dar cabida a arias como Oui, ta voix m¡¯inspire, con la que Fernand pone fin al primer acto, y?? mon Fernand, que canta L¨¦onor mediado el tercero.
Ambos ?mezzosoprano y tenor? son los verdaderos protagonistas de este drama medieval de ambientaci¨®n castellano-gallega, que no pierde gran cosa al ofrecerse, como aqu¨ª se ha hecho, en versi¨®n de concierto, ya que el director de escena que tenga que dar credibilidad a la endeble dramaturgia de La favorite tiene ante s¨ª una papeleta nada f¨¢cil. Si algo caracteriza a la direcci¨®n art¨ªstica de esta ¨²ltima etapa de la actual reencarnaci¨®n del viejo Teatro Real (justamente el pie del que m¨¢s cojeaba la pen¨²ltima) es el tino y buen criterio con que est¨¢n elegidos los repartos vocales. Javier Camarena y Jamie Barton, tan dis¨ªmiles f¨ªsicamente, se echan la ¨®pera sobre sus espaldas. Al primero le sobra todo lo que requiere Fernand: empuje, ardor, convicci¨®n, juventud. En cuanto el mexicano abre la boca, se presiente que algo grande va a suceder. La segunda es un joven diamante a¨²n por pulir y, guiada por buenos directores, har¨¢ maravillas en este y otros papeles. Su L¨¦onor se situar¨¢ a buen seguro en la estela de las creadas por Stignani, Barbieri, Simionato, Cossotto, Verrett o Horne. Al contrario de lo habitual, su voz luce m¨¢s en los registros extremos que en la zona media, pero en su muy aplaudido debut en el Real ?y en esta ¨®pera en concreto? ha dejado una impresi¨®n inmejorable.
Noble y algo hier¨¢tico el Balthazar de Sim¨®n Orfila, de quien se agradecer¨ªa una mayor ductilidad en su voz, demasiado de una pieza, excelente el Don Gaspar de Antonio Lozano y excesivamente apocada la In¨¨s de Marina Monz¨®, que har¨ªa bien en arriesgar m¨¢s y no rehuir protagonismo cuando la partitura se lo concede. Muy decepcionante el rey de Simone Piazzola, r¨ªgido, envarado y con una muy deficiente dicci¨®n francesa. El coro tuvo una intervenci¨®n descafeinada, en la l¨ªnea de Lucio Silla, y, en el podio, Daniel Oren fue un dechado de aspavientos que casan mal con el delicado juego de equilibrios que exige el bel canto. Bullicioso, hiperactivo, saltar¨ªn y m¨¢s teatrero que teatral, dirigi¨® con gran entusiasmo, pero con gestos confusos que hicieron que la prestaci¨®n orquestal no pasara de la correcci¨®n. Aun as¨ª, es m¨¢s que probable que esta La favorite haya sido en conjunto m¨¢s notable, y m¨¢s fiel al esp¨ªritu donizettiano original, que La favorita de 1850 que ahora se rememoraba, ¡°puesta en escena con estraordinario (sic) lujo y suma propiedad¡±, al decir de La Espa?a. Valga como homenaje, pero mejor no emular tiempos pasados.
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