Harvey Weinstein contrat¨® una ¡°armada de esp¨ªas¡± para encubrir sus abusos
Una investigaci¨®n de ¡®The New Yorker¡¯ desvela la red de detectives y exagentes del Mossad que el productor emple¨® para silenciar o amenazar a sus v¨ªctimas y a la prensa
Es una historia digna de una pel¨ªcula, aunque, esta vez, Harvey Weinstein no podr¨¢ producirla. Porque la carrera del todopoderoso magnate de Hollywood ya ha quedado sepultada bajo las decenas de acusaciones de mujeres que aseguran que las acos¨® y abus¨® sexualmente de ellas. Y porque, en esta trama, Weinstein es el principal villano. "La armada de los esp¨ªas" es la f¨®rmula que ha empleado la revista The New Yorker para titular una nueva, demoledora, informaci¨®n sobre el productor: a lo largo de 10 meses de trabajo, el periodista Ronan Farrow ha reconstruido la red de detectives, abogados y reporteros free-lance que Weinstein contrat¨® para investigar, amenazar, desacreditar o silenciar a sus acusadores y evitar que las denuncias se hicieran p¨²blicas. Sallie Hofmeister, portavoz del productor, ha respondido tachando de "ficci¨®n" al art¨ªculo y acus¨¢ndolo de promover "teor¨ªas de la conspiraci¨®n".
"Esta maquinaria serv¨ªa para mantenerlo todo tranquilo", asegur¨® Farrow en el programa televisivo The Late Show With Stephen Colbert, en el que adelant¨® la publicaci¨®n de su reportaje. En las 5.300 palabras de su texto, el periodista relata que Weinstein fich¨® en la primavera de 2016 a dos compa?¨ªas especializadas en servicios de inteligencia, Kroll y Black Cube. En su web, la segunda se describe como "un elegido grupo de veteranos de las unidades de ¨¦lite de los servicios secretos israel¨ªes", que incluye a exagentes del Mosad, entre otros. A la vez, Farrow asegura que el productor envi¨® a varios reporteros a entrevistar a algunas de sus v¨ªctimas, como las actrices Rose McGowan o Annabella Sciorra, para sacarles informaciones que fueran ¨²tiles a la defensa de Weinstein.
"Se sab¨ªa que Weinstein se apoy¨® durante a?os en un equipo agresivo de abogados, en pactos de confidencialidad, en acuerdos econ¨®micos y en fuertes presiones para evitar que las mujeres dieran un paso al frente", escribe la revista The Hollywood Reporter, para destacar que la investigaci¨®n de The New Yorker a?ade ahora una poderosa novedad a ese escenario. "El objetivo expl¨ªcito, como aparece en un contrato con Black Cube, era parar la publicaci¨®n de acusaciones contra Weinstein por sus abusos", se lee en la investigaci¨®n de Farrow, que sostiene que la compa?¨ªa cobrar¨ªa bonus "sustanciosos" si lograba hacerse con informaciones que contribuyeran directamente a esta misi¨®n.
"Durante un a?o, las agencias monitorizaron y recopilaron informaci¨®n sobre docenas de individuos y redactaron perfiles psicol¨®gicos a veces centrados en sus historias personales o sexuales. Weinstein segu¨ªa personalmente los avances de las investigaciones. Tambi¨¦n enrol¨® a empleados de sus empresas cinematogr¨¢ficas para contribuir al esfuerzo, reconstruyendo listas de nombres y efectuando llamadas que, seg¨²n algunas fuentes que las recibieron, resultaban intimidatorias", agrega el art¨ªculo.?
La actriz Rose McGowan, una de las primeras en denunciar p¨²blicamente a Weinstein, relat¨® a Farrow que fue contactada por una empleada de Black Cube para entrevistarse con ella. La mujer us¨® una identidad falsa ¡ªDiana Filip, de una compa?¨ªa volcada en combatir la discriminaci¨®n sexual en los lugares de trabajo¡ª, para hablar con McGowan y tratar de sacarle informaciones, adem¨¢s de detalles o p¨¢ginas enteras de Brave, las memorias que la actriz publicar¨¢ el pr¨®ximo enero. La presunta Filip se reuni¨® tambi¨¦n con Ben Wallace, otro reportero de The New Yorker, aunque en este caso asegur¨® que se llamaba Anna y era una de las v¨ªctimas de los abusos de Weinstein.
Farrow asegura adem¨¢s que el productor encarg¨® a dos extrabajadoras de sus empresas que redactaran listas con los nombres de quienes podr¨ªan acusarle. Contactada para la investigaci¨®n, Pamela Lubell, una de las dos responsables de estas listas, confes¨® sentirse "manipulada", ya que se le dijo que servir¨ªan para un libro sobre la productora Miramax, en la que ella hab¨ªa trabajado con Weinstein. La portavoz del magnate, Sallie Hofmeister, ha desmentido tambi¨¦n esta acusaci¨®n y asegurado que, en efecto, s¨ª se trataba de juntar los "nombres relevantes para la realizaci¨®n de un libro sobre Miramax".
"Tras un a?o de esfuerzos, la campa?a de Weinstein para controlar y silenciar se ha derrumbado", escribe Farrow al final de su art¨ªculo. Porque lo cierto es que decenas de mujeres han salido p¨²blicamente a denunciar los presuntos abusos del productor, que est¨¢ siendo tratado en una cl¨ªnica para curar su adicci¨®n sexual, y el estallido del caso Weinstein ha abierto la caja de Pandora: James Toback, Brett Ratner o Kevin Spacey tambi¨¦n han acabado en el ojo del hurac¨¢n, acusados de acosos y abusos sexuales, a la vez que, seg¨²n relataron varios expertos a EL PA?S, se ha alcanzando un punto de inflexi¨®n, ya que ahora se les otorga m¨¢s credibilidad a las v¨ªctimas y sus denuncias tienen consecuencias reales. Aun as¨ª, Annabella Sciorra y Rose McGowan explican en el art¨ªculo que la red de esp¨ªas de Weinstein fue muy efectiva. "Estaba asustada, sab¨ªa lo que significaba ser amenazada por ¨¦l. Tem¨ªa que me encontrara", declara Sciorra. Y McGowan describe su paranoia con un s¨ªmil cinematogr¨¢fico: "Todos me ment¨ªan constantemente. Me sent¨ªa como en la pel¨ªcula Luz que agoniza".
Babelia
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