El comp¨¢s en los sesos

Una pel¨ªcula calmada, tierna y abierta, elegante y sobria, para retratar un fen¨®meno de la naturaleza, un cicl¨®n de arte y vida, una mujer vertiginosa y emocionante. La combinaci¨®n perfecta: otorgar aire y apacibilidad a la velocidad y el br¨ªo. Es La Chana, producci¨®n espa?ola dirigida por la croata formada cinematogr¨¢ficamente en Escocia Lucija Stojevic, gran sorpresa para nuestro pa¨ªs en las recientes candidaturas a los Premios del Cine Europeo, donde est¨¢ entre las aspirantes a mejor documental, sobre la bailaora barcelonesa Antonia Santiago, apodada La Chana, una de las m¨¢s importantes de la segunda mitad del siglo XX, y virtuosa del taconeo.

¡°El comp¨¢s hay que tenerlo entre ceja y ceja, en los sesos. Esa es la madre del cordero¡±, dice con sabidur¨ªa gitana Antonia, de 70 a?os, marcando el secreto de su genio. El comp¨¢s musical, el comp¨¢s flamenco, se entiende. Y, sin embargo, Stojevic ha entendido tambi¨¦n el comp¨¢s propio para su trabajo, el cinematogr¨¢fico, que dista mucho del de La Chana, pero que acaba convergiendo en una pel¨ªcula hermosa y did¨¢ctica, humana y social alrededor del arte, pero tambi¨¦n del papel de la mujer en la sociedad espa?ola, del lugar de la mujer en la patriarcal sociedad gitana. Con el hilo conductor de una serie de instantes cotidianos de la bailaora en su vida actual, trufados de declaraciones que se alejan de la entrevista en modo busto parlante, a veces expuestas en off, sobre actuaciones o fotograf¨ªas de archivo, el documental abraza el baile de la libertad. Aquel que fue sometido por la violencia de g¨¦nero, y se expulsaba a trav¨¦s del fren¨¦tico taconeo de una mujer que dejaba boquiabierto al personal, r¨ªmel corrido por el sudor externo y la sangre interna, por el dolor y la rabia.

Admirada por Peter Sellers y por Dal¨ª, que iba a sus espect¨¢culos con aquellos extra?os leopardos que tanto miedo daban a Antonia, y presencia may¨²scula en la pel¨ªcula de Robert Parrish El magn¨ªfico Bobo (1967), La Chana se muestra sublime como un vendaval, en la palabra y en el baile, ahora sentada, rodillas destrozadas, cuerpo inerte, rostro a punto de estallar. Y Stojevic la filma con el aliento del comp¨¢s, el de ambas, tan distinto, tan distante, tan exacto.