De libros y soledades
Esta pel¨ªcula habla de esas sensaciones. Y lo hace con un lenguaje, unos matices, un tono y una capacidad de sugerencia que me conmueven
Siento pereza inicial al embarcarme en La librer¨ªa, la ¨²ltima pel¨ªcula de Isabel Coixet, ya que, con la excepci¨®n de la preciosa Cosas que nunca te dije, mi desencuentro con su cine ha sido permanente. La frase que encabeza su cartel publicitario (¡°Entre libros, nadie puede sentirse solo¡±) es alentadora, pero tambi¨¦n discutible. Mallarm¨¦ comienza as¨ª un poema: ¡°La carne es triste, as¨ª es, y ya he le¨ªdo todos los libros¡±. Conclusi¨®n desoladora y cierta en algunos casos tr¨¢gicos. Existieron y existir¨¢n sensibles devoradores de poes¨ªa y literatura que acaban lanz¨¢ndose al vac¨ªo, pudieron m¨¢s la soledad y el acorralamiento que la impagable ayuda y el gozo que proporcionan los libros. El primer encuentro con ese codiciado libro siempre estar¨¢ presidido por la magia, como describe maravillosamente Italo Calvino en el arranque de Si una noche de invierno un viajero. Esta pel¨ªcula habla de esas sensaciones. Y lo hace con un lenguaje, unos matices, un tono y una capacidad de sugerencia que me conmueven y que en un par de mod¨¦licas secuencias protagonizadas por la entregada librera y un hombre que ha acorazado su ancestral aislamiento y su supervivencia gracias a las p¨¢ginas impresas (en esa ¨¦poca ning¨²n amante de los libros podr¨ªa ni querr¨ªa imaginar esa cosa tan antinatural y g¨¦lida del e-book) logran que se me humedezcan los ojos.
LA LIBRER?A
Direcci¨®n: Isabel Coixet.
Int¨¦rpretes: Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy.
G¨¦nero: drama. Espa?a, 2017.
Duraci¨®n: 110 minutos.
Isabel Coixet adapta una novela de Penelope Fitzgerald (el apellido impone literariamente) que desconozco, pero ans¨ªo leer. Su tem¨¢tica podr¨¢ parecer muy leve a los esp¨ªritus intensos. Yo creo que es muy rica. Narra el empe?o de una viuda por abrir una librer¨ªa en un pueblo de Inglaterra con nula empat¨ªa hacia la necesidad o la pasi¨®n de leer. A ella ese acto le sirve para suplir carencias afectivas, para vivir otras vidas, para so?ar junto al mar con los personajes y los sentimientos que habitan los libros, esos objetos en los que siempre ocurren cosas. Los poderosos del pueblo, depredadores detr¨¢s de sus modales aristocr¨¢ticos, declararan soterrada guerra a esa dulce intrusa, convencida de que lo que ella pretende vender puede suponer placer, conocimiento, aventura o b¨¢lsamo para unos cuantos vecinos. Ser¨¢ ayudada en su laboriosa misi¨®n por una ni?a imaginativa, inteligente, pr¨¢ctica y so?adora al mismo tiempo, y mantendr¨¢ emocionante contacto con un mis¨¢ntropo anciano que lleva 45 a?os encerrado en su mansi¨®n, alguien que me hace pensar en el estremecedor poema de Gil de Biedma: ¡°En un pueblo junto al mar, poseer una casa y poca hacienda y memoria ninguna. No leer, no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, y vivir como un noble arruinado entre las ruinas de mi inteligencia¡±. Sin embargo, mi h¨¦roe s¨ª lee y tambi¨¦n paga cuentas.
La librera le descubrir¨¢ al excelso Ray Bradbury y sus Cr¨®nicas marcianas. Y la existencia del mis¨¢ntropo anhelar¨¢ la publicaci¨®n de Las doradas manzanas del sol y El vino del est¨ªo. Y el gran Nabokov desafiar¨¢ a la moral convencional con la turbadora y extraordinaria Lolita. Y se crear¨¢n v¨ªnculos muy hermosos entre estos dos n¨¢ufragos, que desear¨ªan haberse conocido en otra vida.
Coixet describe todo esto con una delicadeza y un tono cercanos a la orfebrer¨ªa. Im¨¢genes, di¨¢logos, silencios, peque?os y reveladores gestos conviven en armon¨ªa, arropados por una atm¨®sfera magn¨¦tica y veraz. Su intimismo es contagioso. Y la historia que me han contado sigue conmigo durante el resto del d¨ªa. Se supone que ocurren pocas cosas, pero me ha tocado y reconozco en qu¨¦ fibras emocionales. La llevo dentro.
Babelia
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