Lola entre dos miradas
Samanta Schweblin y la ilustradora Duna Rolando reinventan a la protagonista de ¡®La respiraci¨®n cavernaria¡¯ en un trabajo conjunto
Las dos nacieron en Buenos Aires pero sus vidas han confluido en Berl¨ªn, donde residen. La escritora Samanta Schweblin (1978), finalista del prestigioso Man Booker por su primera novela Distancia de rescate, le propuso a la consolidada pintora Duna Rolando (1964) que ilustrara uno de sus libros. ¡°No me identificaba con ninguno de sus textos como para poder ilustrarlo hasta que le¨ª La respiraci¨®n cavernaria, descubr¨ª el personaje de Lola y vi a mi abuela¡±, explica la tambi¨¦n escen¨®grafa y cantante de tango.
Lola es la protagonista del relato que P¨¢ginas de Espuma ha publicado de manera independiente (se inclu¨ªa originariamente en Siete casas vac¨ªas) para inaugurar su nueva y cuidada colecci¨®n de literatura ilustrada. Una apuesta por leer y ver que arranca con este cuento conmovedor, triste, con momentos terror¨ªficos, porque resulta sencillo para el lector proyectarse en el personaje o reconocer en su comportamiento el de alguien muy cercano. La autora sabe de lo que habla. No en vano, la escritura del cuento fue una forma de exorcizar su historial familiar, con varios casos de alzh¨¦imer que la llevaron a ¡°convivir con el temor que suponen los olvidos¡± y a asistir a una ¡°de las peores muertes posibles¡±. ¡°Es como un muerto vivo porque ya no est¨¢s ah¨ª pero tu cuerpo se sigue levantando todas las malditas ma?anas¡±, se?al¨® Schweblin en la presentaci¨®n de la edici¨®n en Madrid el pasado mes.
Los colores que fluyen al brazo
La ilustradora Duna Rolando explica la conexi¨®n emocional de ¡°colores que fluyen desde la cabeza al brazo¡± en su plasmaci¨®n de la lectura en im¨¢genes, que a veces vuelan por su cuenta sin ce?irse a lo descrito. Predomina la gama de los azules ¡°que poseen un poco m¨¢s de luz y presencia de contrastes amarillos al principio del relato, pero que se van apagando a medida que avanza el texto¡±, conforme el relato se interna en los meandros cada vez m¨¢s oscuros y angustiosos de la mente de la protagonista de la historia.
Lola, de respiraci¨®n dificultosa, cavernaria, es ¡°mala¡±, ¡°odiosa¡±, seg¨²n la autora que la cre¨®. ¡°Pero yo no pod¨ªa pintarla tan odiosa¡±, apostilla la ilustradora que no pudo m¨¢s que compadecerse de ¡°esa loca¡± que vive sola, culpa a su marido ausente de todos sus males y man¨ªas y ni se percata de la tr¨¢gica muerte de un ni?o en su jard¨ªn. Dar con la fisonom¨ªa de Lola, con su identidad ilustrada, fue motivo de discusi¨®n. Cada una ten¨ªa en la cabeza su Lola hasta que llegaron a una s¨ªntesis.
Escritora y autora se interrumpen con complicidad. Se nota el largo a?o que han pasado trabajando conjuntamente en un proceso creativo novedoso para ambas. Mientras Rolando plasmaba en 45 ¨®leos las im¨¢genes que le inspiraba el texto, vali¨¦ndose de las acotaciones de la escritora, de su imaginaci¨®n y de la evocaci¨®n de su propia vida ¡ª¡°el ba?o del espejo de Lola es igual que el que ten¨ªa mi t¨ªa abuela¡±, apostilla¡ª, Schweblin reinventaba de alguna manera su propio relato al tener que responder a las preguntas de la pintora sobre la personalidad de los personajes, la ambientaci¨®n o los detalles del vestido de Lola, por ejemplo. ¡°Ha sido muy interesante porque me he visto obligada a mirar mi literatura de otra manera y a replante¨¢rmela tambi¨¦n¡±, comenta la escritora.
Todas las ilustraciones originales del cuento se pueden contemplar en la sala de exposici¨®n de la librer¨ªa Tipos Infames de Madrid hasta el 28 de noviembre.
Babelia
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