Obra maestra en Florida
Sean Baker firma una pel¨ªcula sobre la vida en los suburbios de Disney con olor a Oscar
Dos reci¨¦n casados brasile?os llegan a Florida para su luna de miel. Al ver el hotel que reservaron, Magic Castle, encuentran un serio problema. Est¨¢ en Florida pero no en Disney World. No es un Castillo M¨¢gico. No, es un hotelucho.
Es una escena de nervios. La joven esposa a punto de romper a llorar mientras el joven marido intenta deshacer el malentendido. Es de noche. Aparecen dos ni?os sueltos.
¨C?Esto es como una favela! ¨Cle grita desesperada ella a ¨¦l.
Florida Project ¨Cbendecid¨ªsima por la cr¨ªtica americana, ovacionada en Cannes, reciente ganadora del premio del Festival de Cine de Los Cabos, en M¨¦xico¨C es una de las pel¨ªculas del a?o, con olor a Oscar. Dirigida por la estrella del cine indie Sean Baker (46 a?os, director de Tangerine, 2015, filmada con un Iphone 5S) es un retrato magistal de la vida en un suburbio del Orlando metropolitano, donde est¨¢ tambi¨¦n el Disney World original, abierto en 1971.
De esos dos ni?os sueltos, una, Moonee, es una peque?a de seis a?os con cara de pilla sobre la que giran los 115 minutos de la pel¨ªcula. La interpreta Brooklynn Prince, una chiquilla que asombra por su precoz talento para la representaci¨®n. Capaz de redondear una escena con un gesto.
El otro personaje principal de la pel¨ªcula, que hace un contraste delicioso con Moonee, es Bobby, el m¨¢nager de Magic Castle, un buen tipo que lucha por mantener la dignidad del hotelucho y de sus h¨²espedes. Bobby es Willem Dafoe (62 a?os), que hace un papel que borda la perfecci¨®n. Dafoe tiene una larga e interesante carrera pero ninguna estatuilla. Dos veces ha estado nominado a mejor actor de reparto ¨CPlatoon, 1986, y La sombra del vampiro, 2000¨C pero no ha ganado. Tal vez sea Bobby quien cumpla eso de que a la tercera va la vencida y le d¨¦ a Dafoe el galard¨®n a mejor actor de reparto.
En Magic Castle vive Scooty (Christopher Rivera), el amigo inseparable de Moonee. Y en el condominio barato de al lado vive su amiga Jancey (Valeria Cotto). El edificio de Jancey tiene un nombre tan ir¨®nico y contrasentido como el del Castillo M¨¢gico. Este se llama Futureland. Futuro no tiene mucho.
La pel¨ªcula forma parte del g¨¦nero del realismo social. El mismo, por cierto, que Moonlight, de Barry Jenkins, que gan¨® el premio a mejor pel¨ªcula en los Oscar 2017 y tambi¨¦n se rod¨® en Florida, en un barrio de Miami. A saber por qu¨¦ la esquina m¨¢s apartada de los EE UU continentales ¨Cquiz¨¢ por eso¨C est¨¢ produciendo grandes retratos en cine de la marginalidad en la Am¨¦rica contempor¨¢nea.
Si Moonlight representaba la marginaci¨®n de los negros en el barrio de Liberty City, Florida Project trata de un barrio multirracial, sobre todo de blancos e hispanos. Kissimmee, la ciudad donde se rod¨®, es uno de los puntos de EE UU con m¨¢s concentraci¨®n de poblaci¨®n puertorrique?a. Un defecto de la pel¨ªcula es que apenas se escucha hablar espa?ol, cuando Kissimmee es una de las zonas m¨¢s biling¨¹es de Florida y en la pel¨ªcula no faltan personajes hispanos. Exceso de mirada anglo.
La madre de Moonee es otro personaje fabuloso, Halley, interpretada por Bria Vinaite, una neoyorquina de 24 a?os descubierta por el director en Instagram y que tom¨® tres semanas de clase de actuaci¨®n antes de empezar la pel¨ªcula. El resultado es asombroso. Halley-Vinaite, llena de tatuajes, es una alegre irresponsable que fuma marihuana mientras Moonee y sus compinches se van de aventura por los alrededores como Mogwli en El libro de la selva ¨Co, como dice A. O. Scott, cr¨ªtico de cine de The New York Times, como Tom Sawyer o Huckleberry Finn: "La v¨ªa de servicio es su r¨ªo Misisip¨ª"¨C.
Baker explota con sutileza los contrastes esc¨¦nicos de Florida. Futureland y El Castillo M¨¢gico est¨¢n al borde de una autopista y el zumbido de los coches es constante. Tambi¨¦n hay un helipuerto del que despegan y en el que aterrizan helic¨®pteros. Pero al mismo tiempo la zona es, como toda la mitad sur de Florida, un vergel tropical lleno de vegetaci¨®n y aves. A veces da miedo ver a los peque?os andar solos por lugares silvestres que pueden estar habitados por caimanes y serpientes. Desde el punto de vista de la imagen, de toque amateur y rebosante de sensibilidad, uno de los platos fuertes son los inconmensurables ocasos de Florida. La belleza natural contrarresta por momentos la ansiedad que genera la trama con su nihilismo suburbial y la compleja vida de Moonee y Halley.
Ellas protagonizan escenas memorables. Unas desoladoras, otras c¨®micas: como cuando la madre le hace una foto a la hija delante de una casa en llamas; ver¨¢n por qu¨¦ est¨¢ en llamas. Los sentimientos que provoca la joven Halley son contradictorios. Por un lado angustia lo negligente que es con su hija. Por otro, enternece ver cu¨¢nto la quiere, lo bien que lo pasan juntas cuando ven la tele en su cuarto del motel, cuando andan por la calle en las picarescas iniciativas de la madre para ganar unos d¨®lares o cuando comen pizza sobre su cama compartida. Siempre con m¨²sica trap de fondo, el subg¨¦nero del rap que triunfa hoy en EE UU con su toque electr¨®nico y su lenguaje ultragrosero.
En Florida Project est¨¢n plasmados otros problemas de la Am¨¦rica suburbial de clase media-baja, como la mala alimentaci¨®n, el empleo de baja cualificaci¨®n o el enclaustramiento social. En una escena la luz se va por unos segundos en el Magic Castle siendo todav¨ªa de d¨ªa y Baker hace un soberbio plano frontal del motel en el que se ve salir a todos los inquilinos de sus madrigueras. Entre las quejas de la gente, el m¨¢nager Bobby-Dafoe activa de nuevo la luz y les dice en voz alta, entre el reproche y la comprensi¨®n resignada de un padre tradicional: "?Ya ten¨¦is vuestra electricidad otra vez! ?Ya pod¨¦is volver a usar vuestros televisores o vuestro aire acondicionado o lo que quer¨¢is!".
Y el final. ?Ah! ?El final de esta pel¨ªcula! Si los primeros 110 minutos son una lecci¨®n de realismo, el desenlace de los ¨²ltimos cinco es de un sofisticado realismo m¨¢gico. Inesperado. Brillante. En la patria de Mickey Mouse, ning¨²n final puede ser prosaico. Aunque sea triste, ser¨¢ de fantas¨ªa.
Babelia
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