Ya no hay pol¨ªticos as¨ª
No era tarea f¨¢cil reconstruir la socialdemocracia alemana despu¨¦s de la derrota de Hitler
No los hay en Europa, pero tampoco en el mundo. Y no los hay desde hace mucho tiempo. Un episodio de una vida como esta basta para armar una ficci¨®n teatral, porque se trata de una peripecia larga y ambigua, llena de peligro y aventura, pero tambi¨¦n de idealismo e inteligencia, incluso algunas dosis de vanidad y desfallecimiento moral, pero su vida entera es una novela r¨ªo, llena de episodios tr¨¢gicos y emocionantes.
Willy Brandt se fue en 1992, justo cuando todav¨ªa pudo gozar las mieles de la unificaci¨®n alemana y de la reci¨¦n terminada Guerra Fr¨ªa, de indiscutible aunque con frecuencia disimulada victoria occidental. Su juventud parti¨® de la izquierda, muy a la izquierda, en aquellos a?os treinta tenebrosos en que se enfrentaron los dos totalitarismos. Combati¨® el nazismo desde el exilio y dentro de Alemania, en la clandestinidad, y vivi¨® como periodista la Guerra Civil espa?ola, en el ¨²nico lado bueno para un joven socialdem¨®crata y antiestalinista, el de la Rep¨²blica: sus amigos espa?oles pertenec¨ªan al POUM (Partido Obrero de Unificaci¨®n Marxista), la primera formaci¨®n que vivi¨® en carne propia y sobre todo de su secretario general asesinado, Andreu Nin, la ferocidad de la polic¨ªa pol¨ªtica de Stalin.
No era tarea f¨¢cil reconstruir la socialdemocracia alemana despu¨¦s de la derrota de Hitler y con Alemania dividida. Brandt fue art¨ªfice fundamental para la recuperaci¨®n del gran partido de masas de la izquierda en un punto de dif¨ªcil equilibrio que tuvo su pivote en Berl¨ªn y en su alcald¨ªa. Se trataba de construir una izquierda reformista y de gobierno frente a los reg¨ªmenes de partido ¨²nico instalados en el Este, Alemania incluida, bajo la protecci¨®n de los tanques sovi¨¦ticos. Brandt apoy¨® las revueltas obreras anticomunistas en Alemania (1953) y en Hungr¨ªa (1956) y luego se convirti¨® en h¨¦roe del Berl¨ªn cercado por el Muro ya como alcalde de la zona occidental de la ciudad dividida, entre 1957 y 1963.
Socialdem¨®crata y atlantista, de izquierdas y amigo de EE UU en la Guerra Fr¨ªa, alguien as¨ª fue quien ten¨ªa que apadrinar la resurrecci¨®n del socialismo espa?ol de las cenizas de la guerra y del exilio, de la mano de Felipe Gonz¨¢lez. As¨ª pudo hacer, primero como ministro de Exteriores y luego como canciller de Alemania, la apertura hacia el este, una pol¨ªtica exterior pragm¨¢tica pero a la vez exigente que prefigura la ca¨ªda del Muro, la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la ampliaci¨®n europea hasta los lindes de Rusia. Era la Ostpolitik, que buscaba el ¡®cambio a trav¨¦s del acercamiento¡¯, una idea reformista validada posteriormente en transiciones democr¨¢ticas como la espa?ola.
El reverso de esta historia es la infiltraci¨®n hasta su despacho e incluso hasta sus vacaciones familiares de un esp¨ªa del r¨¦gimen comunista oriental. Pero esas fotos de G¨¹nter Guillaume junto al h¨¦roe de Berl¨ªn apenas tienen valor al lado de esa otra imagen de fuerte contenido hist¨®rico y moral, todav¨ªa vigente como ejemplo y emblema europeos: el hombre que combati¨® el nazismo pide perd¨®n de rodillas en el gueto de Varsovia por el genocidio cometido por las autoridades de su pa¨ªs contra el pueblo jud¨ªo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.