Mentir m¨¢s que hablar

Fernando Merinero, director espa?ol de cine de guerrilla, embaucador profesional e impenitente descarado ¡ªen sus pel¨ªculas y, por lo que se desprende de ellas, quiz¨¢ tambi¨¦n en la vida¡ª, inici¨® a principios de este a?o con Capturar (las 1.001 novias) un interesante proyecto de documental con evidentes retazos de ficci¨®n, que ha acabado convirtiendo en trilog¨ªa en apenas unos meses, tras los estrenos de Alumbrar (las 1.001 novias) y de esta concluyente Cortar (las 1.001 novias).

Sin embargo, desde su inaugural Capturar, la serie ha ido decayendo, enredada en su propia sistem¨¢tica del desconcierto, el de sus actrices ¡ªy exnovias¡ª y el del propio receptor de sus manipulaciones, el espectador. Su triple selfi cinematogr¨¢fico, sin sentido del rid¨ªculo pero con algunos sugestivos juegos entre realidad y ficci¨®n, culmina en Cortar con una obra m¨¢s pretenciosa, m¨¢s compuesta y menos viva de lo que se pretend¨ªa, y de lo que era su pel¨ªcula original. Aqu¨ª, salvo esa doble manipulaci¨®n, en lo moral, con sus ex novias, y cinematogr¨¢fica, con sus espectadores, de la lectura de antiguas cartas de amor de sus exnovias a sus subsiguientes amantes, pero con la voz de la verdadera escritora epistolar, poco m¨¢s se puede entresacar de una pel¨ªcula alargada, de un proyecto que naci¨® juguet¨®n y sinverg¨¹enza pero que ha terminado siendo algo cargante.

¡°La labor de un director es manipular¡±, dice Merinero en un momento de este suced¨¢neo de redenci¨®n amorosa en el que ya poco sorprende, sobre todo si se han visto las dos primeras entregas de la serie. De modo que la sentencia final hay que ponerla en boca de una de sus exnovias: ¡°Fernando, mientes m¨¢s que hablas¡±. Y eso, que en principio podr¨ªa ser algo positivo para un creador, se corona como algo negativo en torno a un proyecto estirado hasta la extenuaci¨®n.