Hambre, boleros, terror y pasodobles
Mart¨ªn Patino rod¨® 'Caudillo', y en 2011 'Libre te quiero' sobre el 15-M. Sin la memoria de terror y esperanza, la pol¨ªtica ser¨ªa un mundo de fantasmas
Bajo las luces de la Navidad se ha celebrado un a?o m¨¢s la jornada de puertas abiertas en el Congreso de los Diputados. Como homenaje a la Constituci¨®n una gente sencilla del pueblo llano con aire de alegres excursionistas ha invadido el hemiciclo, se ha abierto paso por los esca?os, se ha hecho fotos en la cabecera del banco azul, ha tratado de descubrir en el techo los ya invisibles impactos de la r¨¢faga de metralleta del golpe de Estado de Tejero e incluso ha habido algunos que desde la tribuna han lanzado un discurso como jefes de gobierno y otros se han limitado a hacer el ganso.
Parece ser que cada a?o esta visita produce menos emoci¨®n. El Congreso de los Diputados ha perdido la carga energ¨¦tica que pose¨ªa en los tiempos en que la democracia y la libertad fueron una conquista reci¨¦n ganada a pulso despu¨¦s de una dictadura llena de miseria pol¨ªtica y moral. Las nuevas generaciones de j¨®venes airados ponen en duda hoy el valor de la Transici¨®n y gran parte de una ciudadan¨ªa corriente, subalterna y tributable cree que aquel sacrificio ha sido vulnerado por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de unos pol¨ªticos que quedan ya muy lejos de ser admirados y muy cerca de merecer el m¨¢ximo desprecio. Pero el espacio del hemiciclo forma parte de la iconograf¨ªa visual de infinitos telediarios y mientras algunos lo visitan todav¨ªa con curiosidad o veneraci¨®n, otros parece que tratan de descubrir un alijo de billetes bajo alg¨²n esca?o.
Este a?o, a poca distancia del Congreso, el rito de las puertas abiertas ha coincidido con una muestra de la memoria hist¨®rica a trav¨¦s de la obra del cineasta Basilio Mart¨ªn Patino, que organiza La F¨¢brica con el Centro Cultural de la Villa Fern¨¢n G¨®mez En la exposici¨®n Madrid, rompeolas de todas las Espa?as, de Mart¨ªn Patino, el espectador puede contemplar el terror, la crueldad, la miseria y tambi¨¦n la lucha que este pa¨ªs tuvo que sentir, soportar y vencer para que un d¨ªa gente sencilla del pueblo llano pudiera entrar en el Congreso de los Diputados a celebrar una constituci¨®n democr¨¢tica.
Al bajar por las escaleras hacia el espacio de la exposici¨®n se oye el Himno de Riego, mientras en las grandes pantallas aparecen los tranv¨ªas abarrotados que se dirig¨ªan a la Puerta del Sol la tarde del 14 de abril. Pol¨ªticos republicanos eran transportados en volandas por la multitud hacia el Ministerio de la Gobernaci¨®n, con Manuel Aza?a a la cabeza, quien desde el balc¨®n pronunci¨® el primer discurso a unas fervientes masas que pese a su estado de peligrosa ebullici¨®n no rompieron ni un vaso a la hora de celebrar la llegada de la Rep¨²blica bajo las floridas acacias. ?D¨®nde fue a parar aquel aire de primavera?
A estas im¨¢genes se superpone el clamor de la sirena que advierte del inminente bombardeo y se ve a la gente despavorida correr hacia el refugio y despu¨¦s las calles sembradas de cad¨¢veres acompa?ados del sonido neum¨¢tico que ya forma parte del inconsciente colectivo. Sobre el fondo de miseria que sigui¨® a la contienda civil con material de archivo envuelto en las melod¨ªas de la ¨¦poca, Mart¨ªn Patino rod¨® en 1971 el documental Canciones para despu¨¦s de una guerra. El miedo, el terror y el hambre aparecen edulcorados con boleros, coplas y pasodobles, y esta conjunci¨®n crea un explosivo sentimental a medias entre la nostalgia y el horror.
Si un ciudadano corriente, tal vez desencantado de la pol¨ªtica, despu¨¦s de visitar el Congreso de los Diputados se diera una vuelta por la exposici¨®n Madrid rompeolas de todas las Espa?as, quiz¨¢ podr¨ªa reconocer a alguno de sus antepasados, hambriento y represaliado en la cola del racionamiento mientras Concha Piquer cantaba Tatuaje, o sonaba el Rascay¨², que auguraba el gran porvenir de la tumba o la canci¨®n protesta Se va el caim¨¢n, esperando que este caim¨¢n fuera Franco. En medio de este c¨²mulo de objetos y cacharros ya olvidados, que estaban pegados al sudor de la gente de posguerra, p¨¢ginas de peri¨®dicos color sepia, paquetes de cigarrillos Ideales, cromos, tebeos, retratos de primera comuni¨®n, postales coloreadas de novios en el parque, carteles de cine, anuncios de permanganatos y suspensorios, uno descubre el mundo del pintor Alfredo Alca¨ªn sacado del imaginario del florido pensil, que da un tono po¨¦tico a aquella miseria con un pop ir¨®nico lleno de divertida amargura.
Mart¨ªn Patino rod¨® el documental Caudillo y en 2011 Libre te quiero sobre los movimientos ciudadanos del 15-M en Madrid. Si ya eres un cuarent¨®n que ha dejado la c¨®lera a un lado, puede que te encuentres en estas im¨¢genes llevando la pancarta del No a la Guerra o habitando la Puerta del Sol bajo una tienda de pl¨¢stico. Si se borrara esta memoria de terror y esperanza en la lucha por la libertad, toda la pol¨ªtica quedar¨ªa reducida a un mundo de fantasmas.
Babelia
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