Dial¨¦ctica hist¨®rica para adolescentes

Las tendencias son demasiadas veces imposibles de cuantificar, y est¨¢ bien que sea as¨ª. Sobre todo si esa corriente orientada hacia un determinado tipo de direcci¨®n est¨¢ relacionada con el cine, con mucho de negocio en su base, pero tambi¨¦n con una evidente cuota de arte, ya sea mayor o menor. Sin embargo, demasiadas veces tambi¨¦n, las inclinaciones art¨ªsticas y comerciales pueden medirse en t¨¦rminos num¨¦ricos: y ocho millones de franceses son muchos franceses. Justo los que vieron en el a?o 2004 la pel¨ªcula Los chicos del coro, en la que Christophe Barratier supo aplicar ingredientes en su precisa medida para que aquella epopeya educativa y musical se convirtiera en una obra a la que imitar. Desde entonces, no menos de una decena de producciones francesas han ido aplicando semejante engranaje formal, narrativo y tonal a sus relatos ambientados en agitados tiempos hist¨®ricos. Y Una bolsa de canicas, nuevo trabajo del veterano e impersonal director canadiense Christian Duguay, es la ¨²ltima de ellas.

Duguay, que comenz¨® su carrera en los primeros a?os noventa con dos inservibles secuelas de Scanners, de David Cronenberg, ha venido trabajando en Canad¨¢, Reino Unido, Estados Unidos y Francia, casi siempre en torno al cine de acci¨®n, sin que ninguna de sus obras descollara. Sin embargo, es muy posible que la aplicaci¨®n de las convenciones impuestas por el acercamiento de Barratier le hayan llevado a su mejor pel¨ªcula, sin que esta sea nada del otro mundo. A saber: did¨¢ctica hist¨®rica para primerizos, fuerte componente melodram¨¢tico, m¨ªnima trascendencia, personajes con capacidad para la empat¨ªa, protagonismo infantil, aliento humanista, control del ternurismo, suspense dram¨¢tico y leves toques de humor, quiz¨¢ el ¨²nico componente que est¨¢ cerca de enrojecer a la platea a causa de su impostura.

Ambientada en la Francia ocupada por los nazis, basada en una novela publicada en 1973 por su ni?o protagonista, de familia jud¨ªa, e inspirada por tanto en su propia peripecia de ¨¦xodo, escondrijo y reencuentro, Una bolsa de canicas puede ser una pel¨ªcula agradable incluso dentro de su propia tragedia. Con la dureza suficiente como para no ser acusada de meliflua, pero con el sosiego suficiente como para no enturbiar incluso una tarde de cine en familia. As¨ª, en t¨¦rminos pedag¨®gicos y ¨¦ticos, casi podr¨ªa configurarse como la pel¨ªcula perfecta para un novel acercamiento a la muy compleja Francia de Vichy, prescrita para adolescentes de primer a?o.