Cantando bajo la base de Rota

La La Land fue apenas un espejismo. Un a?o despu¨¦s de su triunfo, cualquier rendija abierta para la resurrecci¨®n del musical cl¨¢sico parece haberse cerrado mientras una saga tan escuchimizada como Dando la nota anda ya por su tercera entrega. Si en la primera pel¨ªcula de la serie, independientemente de sus virtudes musicales, que no eran demasiadas, al menos hab¨ªa rebeld¨ªa, refrescantes mensajes sobre la alienaci¨®n juvenil, chistes escatol¨®gicos descacharrantes, incorrecci¨®n pol¨ªtica y procacidad juvenil y feminista, Dando la nota 3 languidece ahora entre convencionalismo, falta de atrevimiento y mec¨¢nica musical de andar por casa.

Como en las dos primeras pel¨ªculas de la franquicia, Kay Cannon, art¨ªfice de aquellas gotas de cianuro en la lengua de la estrellitas de American Idol, sigue al frente del guion, pero nada recuerda ya a aquella bomba de relojer¨ªa. Porque al br¨ªo en la puesta en escena de Jason Moore, director de musicales de Broadway y candidato al premio Tony, le sucedi¨® sin fuste alguno la actriz y productora Elizabeth Banks en la segunda parte de la saga, y ahora la todav¨ªa m¨¢s pedestre Trish Sie en la tercera. Que en cuatro a?os Dando la nota haya pasado de estar dirigida por un prestigioso director teatral a ser comandada por la art¨ªfice de Step up: all in solo es s¨ªntoma de los derroteros que a veces toman las vidas adultas en pos de la horterada y el encefalograma plano.

Con n¨²meros musicales cada vez m¨¢s anodinos, la pel¨ªcula tiene adem¨¢s un hilo conductor que tampoco parece demasiado revolucionario: las chicas del grupo a capella cruzan el charco para cantar en las bases militares del ej¨¦rcito estadounidense en tierras europeas, entre ellas la de Rota. De modo que parte del metraje se ha ido resquebrajando entre pensamientos malsanos de una posible competici¨®n en carnavales con las chirigotas gaditanas.