Artes de ser maduro
Mario Gas ha comprendido el arte de la espera. De la escucha. Del tiempo lento
Hablo con Mario Gas sobre la puesta en escena. Le digo que noto un cambio en su forma de dirigir. ¡°Quiz¨¢s no estoy tan omnipresente como antes¡±, me dice, ¡°porque me parece que eso reduce la vitalidad interpretativa. Ahora espero que el actor diga, haga, se manifieste. S¨ª, puede ser cosa de la edad. Vas aprendiendo¡±, r¨ªe. ¡°Son artes de ser maduro, como dec¨ªa Gil de Biedma. El arte de la espera. De la escucha. Del tiempo lento. Aprendes a no fiarte de actitudes externas, malas costumbres que ponen en evidencia tu propio nerviosismo. Si elijo a un actor es porque conf¨ªo en ¨¦l. No, no es solo un asunto de familias. Yo he querido formar familias teatrales desde que empec¨¦, pero han ido cambiando para no quedarme en la endogamia. Me gusta crear equipos con frecuencia, y renovarlos por arriba y por abajo, por los veteranos y los j¨®venes¡±. Le cito la frase de un director maduro cuyo nombre, cosas tambi¨¦n de la edad, no recuerdo ahora: ¡®A un actor no se le dirige: se le elige. Y si hay problemas, se le corrige¡±.
¡°Peter Stormare me coment¨® una vez: ¡®Puedes pensar que Bergman no te dirige. Te deja que busques, y luego te das cuenta de que has hecho lo que ¨¦l quer¨ªa, pero a partir del camino que t¨² has escogido¡¯. Hay directores que no te dejan acabar la frase, ya desde el primer ensayo. No te dejan encontrar tu propio sentido del tempo, de la inflexi¨®n. Tu forma de respirar el texto. Yo nunca trato de marcarle un tono a un actor, salvo cuando no me queda otra opci¨®n. Y eso es porque tambi¨¦n soy actor, y a menudo entiendo lo que le est¨¢ pasando y puedo ayudarle. Percibes cu¨¢ndo el actor est¨¢ nervioso, sobrevolado. A veces basta decirle: ¡®Coge aire aqu¨ª, aqu¨ª y aqu¨ª¡±.
¡°Dirigir¡±, me se?ala luego, ¡°es un oficio de palabras y acciones, pero siempre a ras de tierra. No puedes dirigir a partir de conceptos. No sirve decir: ¡®Tu personaje es un intelectual de clase media¡¯. Has de darle claves al actor para que encarne eso. Y ¡®encarnar es un verbo muy preciso. Claro que es importante el trabajo de mesa: desbrozas el carril por el que se va a transitar. Y luego buscas. Coses una escena, la remiendas, propones y te proponen¡ es como el tapiz de Pen¨¦lope. Hay que amarrar desde dentro. Crear una po¨¦tica que no sea poetizante. Buscar la emoci¨®n pero control¨¢ndola, porque si no, caes en el melodrama. O, peor, el ensimismamiento¡±. Hablamos de la gran escena del juicio en Incendios, que estren¨® el a?o pasado. ¡°La contenci¨®n de Nuria Espert triplicaba la emoci¨®n. ?Qu¨¦ lecci¨®n de sabidur¨ªa, de sensibilidad, de disciplina! Y la levantamos desde la tranquilidad, la intuici¨®n, el an¨¢lisis. Lo que logr¨® Nuria deber¨ªa ense?arse en las escuelas. Nos dijimos: ¡®Vamos a contarlo, sin fare l¡¯attrice. Y lo encontramos pronto. No hab¨ªa ni un gesto de m¨¢s. Ella me dec¨ªa: ¡®?T¨² crees que ya est¨¢?¡¯. Le dije: ¡®Est¨¢ perfecto, Nuria¡¯. Vamos trabajando, conscientemente o no, hacia la depuraci¨®n¡±.
Babelia
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