Muere la cantante francesa France Gall a los 70 a?os
Icono de la generaci¨®n yey¨¦, de la que despu¨¦s reneg¨®, ha fallecido de c¨¢ncer en Par¨ªs
La cantante France Gall, icono de la Francia yey¨¦, ha fallecido este domingo, a los 70 a?os, en Neuilly-sur-Seine, rico suburbio adosado a Par¨ªs, por complicaciones derivadas del c¨¢ncer que combat¨ªa desde hace dos a?os, ha informado en un comunicado su representante. Un mes despu¨¦s de la muerte de Johnny Hallyday, se marcha otro mito de una ¨¦poca de la que quedan cada vez menos protagonistas: aquellos a?orados sesenta en los que cantantes adolescentes de pronunciados tup¨¦s y faldas demasiado cortas para la moral imperante lograron revolucionar la m¨²sica y la sociedad de su tiempo.
En aquella escena, cada cantante interpretaba a un personaje. Sylvie Vartan era el sol. Fran?oise Hardy, la sombra. Con su timbre infantil y flequillo perenne, Gall puede que fuera la menos clasificable: respond¨ªa al estereotipo teatral de la joven ingenua, aunque con la mirada te?ida de una inexplicable melancol¨ªa, como si ya adivinara lo que la vida le iba a deparar.
La cantante naci¨® en 1947 en Par¨ªs, en una familia donde abundaban los int¨¦rpretes y compositores. Su padre fue Robert Gall, que escribi¨® temas para ?dith Piaf y Charles Aznavour, y su abuelo materno fue Paul Berthier, fundador de una exitosa coral religiosa que inspir¨® la pel¨ªcula Los chicos del coro. Su nombre de pila era Isabelle, pero le obligaron a cambiarlo para no ser confundida con Isabelle Aubret, otra cantante de ¨¦xito en la ¨¦poca (que, en realidad, se llamaba Th¨¦r¨¨se). Como en toda ficci¨®n, no era posible contar con dos personajes que respondieran al mismo nombre. Gall debut¨® en 1963, a los 16 a?os, con Ne sois pas si b¨ºte, que triunf¨® en el programa Salut les copains, vivero del movimiento yey¨¦. Un a?o m¨¢s tarde, su encuentro con Serge Gainsbourg, entonces todav¨ªa semidesconocido, result¨® decisivo: le escribi¨® ¨¦xitos como N¡¯¨¦coute pas les idoles y Laisse tomber les filles, a los que suceder¨¢ Sacr¨¦ Charlemagne, tema infantiloide y algo engorroso que le escribi¨® su padre y que nunca le gust¨®, pero que logr¨® colocar dos millones de copias.
Su consagraci¨®n definitiva lleg¨® al ganar el Festival de Eurovisi¨®n de 1965, donde represent¨® a Luxemburgo con otro tema de Gainsbourg, Poup¨¦e de cire, poup¨¦e de son, que la convertir¨¢ en rostro popular en todo el continente. La nutrida etapa yey¨¦ lleg¨® a su final con el esc¨¢ndalo provocado por Les sucettes, otra canci¨®n de Gainsbourg, siempre adicto a los dobles sentidos, sobre una chica aficionada a chupar piruletas de an¨ªs. Gall, que no se percat¨® de la referencia velada a las felaciones, dijo haberse sentida manipulada y humillada. ¡°No me gusta suscitar el esc¨¢ndalo. Quiero que me quieran¡±, explic¨® Gall, convertida en Lolita a su pesar. M¨¢s tarde, no dud¨® en renegar de aquellos a?os. ¡°Borrar¨ªa ese periodo. He conservado de ¨¦l un recuerdo de malestar. No hab¨ªa escogido cantar ni exponerme. Las canciones no me pegaban, aunque adore las de Gainsbourg. Para los dem¨¢s era un personaje turbio, con la identidad enmara?ada¡±, explic¨® a Le Monde en 2004.
La llegada de los setenta vino acompa?ada de una profunda puesta en duda de s¨ª misma, como le sucedi¨® a la mayor¨ªa de yey¨¦s, convertidos en personajes obsoletos. Ah¨ª empez¨® la emancipaci¨®n de esta mu?eca manipulada, igual que un t¨ªtere, por los hombres que la rodeaban. Tras una breve colaboraci¨®n con Giorgio Moroder en la etapa m¨¢s temprana del disco, fue su encuentro con el joven compositor Michel Berger, lejanamente vinculado a la familia yey¨¦, lo que dio impulso a su carrera. En 1974, La d¨¦claration d¡¯amour marc¨® el inicio de un nuevo ciclo musical y sentimental: dos a?os despu¨¦s, contrajeron matrimonio. ¡°Nac¨ª cuando conoc¨ª a Michel, un poco como la Bella durmiente¡±, sol¨ªa decir Gall. El resto de su trayectoria musical estuvo vinculada a Berger, con quien grabar¨ªa grandes ¨¦xitos de los setenta y ochenta, como el musical Starmania, y temas como Musique, Si maman si, ?videmment o Ella elle l¡¯a, homenaje a Ella Fitzgerald que triunf¨® en la Francia de Mitterrand. De esa ¨¦poca tambi¨¦n se recuerda su compromiso con el continente africano: particip¨® en numerosas causas humanitarias y se compr¨® una casa en Dakar, donde pas¨® largas temporadas.
La muerte de Berger, en 1992, v¨ªctima de una crisis cardiaca a los 44 a?os, dio un nuevo vuelco a su vida. Aquella desgracia vino seguida, solo un a?o despu¨¦s, de un primer c¨¢ncer de mama y, en 1997, de la muerte de su hija Pauline. Fue entonces cuando Gall decidi¨® poner fin a su carrera. Nunca volvi¨® a subirse a un escenario, con una ¨²nica excepci¨®n: en 2000 acept¨® cantar con Johnny Hallyday un tema firmado por Berger, Quelque chose de Tennessee. En 2015, coescribi¨® el musical R¨¦siste, homenaje a Berger, que tomaba el t¨ªtulo de su mayor ¨¦xito conjunto, ¨²ltima gesta de una cantante m¨¢s influyente de lo que la historia oficial ha querido contar.
Gall ha sido una referencia no siempre confesa para distintas generaciones de vocalistas francesas, de Lio en los ochenta, a j¨®venes cantantes de hoy como Fischbach o Juliette Armanet, que reivindican la vari¨¦t¨¦ francesa en su versi¨®n m¨¢s sofisticada. ¡°?Qu¨¦ nos gusta de las canciones de Berger y Gall? Hab¨ªa algo profundamente na¨ªf y sincero en ellas. Es tarea nuestra reavivar ese impulso de sinceridad y emoci¨®n verdadera¡±, declar¨® Armanet en febrero pasado.
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