Dos joyas en el Pav¨®n
Dos citas ineludibles: los regresos de 'Todo el tiempo del mundo', de Pablo Messiez, e 'Iphigenia en Vallecas', con la deslumbrante Mar¨ªa Herv¨¢s
Dos joyas en el Pav¨®n Teatro Kamikaze, ese lugar al que hay que ir. Dos tardes de belleza y maravilla. Dos sacudidas que se me hab¨ªan escapado y felizmente han vuelto a escena: Todo el tiempo del mundo, de Pablo Messiez, e Iphigenia en Vallecas, adaptaci¨®n de Iphigenia in Splott, de Gary Owen. La primera no se puede contar, como no se pueden contar los sue?os. Digamos que es la historia de una posesi¨®n. La luna de Lorca sale donde quiere, como la sonrisa del gato de Cheshire. Messiez abraz¨® Bodas de sangre, pero quiz¨¢s el gato de la luna solo asom¨® plenamente en algunos galopes, algunas canciones y en lo profundo del bosque. Sin embargo, dir¨ªa que Messiez ech¨® a andar por ese bosque y se encontr¨® pose¨ªdo por el Lorca de As¨ª que pasen cinco a?os, como abraz¨® el esp¨ªritu del poeta enamorado en La piedra oscura, de Alberto Conejero.
Todo el tiempo del mundo, estrenada el pasado a?o en la sala Max Aub de las Naves del Espa?ol, es un poema dram¨¢tico como hac¨ªa tiempo que no ve¨ªa, hermosamente escrito e interpretado. Una fantasmagor¨ªa sobre el tiempo y los muertos familiares. Transcurre en una zapater¨ªa prodigiosa, con maderas de color cerezo, en la penumbra de un anochecer eterno, la hora en la que el tiempo tiembla. Paloma Parra y Elisa Sanz han concebido esa luz, esa escenograf¨ªa, ese vestuario. Podr¨ªa hablar ahora de todas las historias que cuenta Messiez, pero desbordar¨ªa l¨ªneas y contar¨ªa secretos. Me quedo con una vieja balada de Nico, la chica de Chelsea cantando The Fairest of the Seasons, una ma?ana de domingo. La escucho invocada por Mikele Urroz, descalza, y al momento siguiente veo a Nico madura, tocando a la luz de las velas en el casino de La Floresta, y cayendo luego de una bicicleta en Ibiza como de un caballo blanco, bajo la lluvia que lo emborrona todo como la enfermedad de Rita Hayworth, y de golpe han pasado mil a?os, y fue anteayer. De eso, quiz¨¢, va la funci¨®n: todo el pasado y el futuro juntos, y el presente inatrapable. La obra habla tambi¨¦n de todas las mujeres muertas. Hijas que son madres y abuelas y hermanas. Y hombres que no saben si lograr¨¢n volver del grito (o de su oscura ra¨ªz). Canta el poeta desde el barranco. Messiez lo dice con sus propias palabras, pero lo que escucho es esto: ¡°Sobre la misma columna?/ abrazados sue?o y tiempo?/ cruza el gemido del ni?o?/ la lengua rota del viejo¡±.
El zapatero, H¨¦ctor Flores (??igo Rodr¨ªguez Claro), podr¨ªa ser un personaje imaginado por Bioy Casares en una de sus mejores historias fant¨¢sticas. Al anochecer llegan sus visitantes. Los novios, Carlota Gavi?o, que ya fue novia en Bodas de sangre, y Jos¨¦ Juan Rodr¨ªguez. La novia que ordena los zapatos, como los exvotos de Boltanski, porque no puede alinear sus palabras que escapan como p¨¢jaros. Hay una mujer embarazada (Rebeca Hernando) y un hombre que llega con la lluvia (?scar Velado), tan perdido y sabio y amargo como el padre de El Sur. Y tres extraordinarios pasajes para el recuerdo: la voz de la novia, la voz de Nen¨¦ (Mar¨ªa Morales), dulc¨ªsima Eur¨ªdice con la sonrisa de Evita, y lo que dice H¨¦ctor, de nuevo pose¨ªdo por Lorca, en la misma canci¨®n, yo ya me entiendo: ¡°Y si el sue?o finge muros?/ en la llanura del tiempo?/ el tiempo le hace creer?/ que nace en aquel momento¡±. Qu¨¦ jart¨¢ de l¨¢grimas. Tambi¨¦n escuch¨¦ risas, risas nerviosas, y lo comprendo: ante grandes verdades y grandes dolores hay una l¨®gica tendencia a buscar escudos. Y Todo el tiempo del mundo es un texto tan bello como desesperado. ¡°El mundo es horrible y hermoso¡±, dice H¨¦ctor. Pero ¡°los relatos hacen muy bien¡±, dice la sabia Nen¨¦, ¡°y el amor es la respuesta a todos los miedos¡±.
El espec?t¨¢culo de Pablo Messiez es un poema dram¨¢tico como hac¨ªa tiempo que no ve¨ªa, hermosamente escrito e interpretado
La tarde anterior subimos al ambig¨² para ver Iphigenia en Vallecas, que tambi¨¦n se me hab¨ªa escapado: otra sacudida, otro gran viaje, otro regalo. Del bosque on¨ªrico al bosque de la calle, aunque no conviene caer en etiquetas estil¨ªsticas, porque lo que impera en ambos textos es la verdad. Mar¨ªa Herv¨¢s, que firma la adaptaci¨®n del texto de Owen, te lleva por donde quiere durante hora y media de mon¨®logo. Su gama de registros es apabullante: toda la rabia, todo el dolor, y el humor feroz de quienes luchan por salir adelante. Y el sacrificio, no tan tr¨¢gico como el de la hija de Agamen¨®n y Clitemnestra pero igualmente desgarrador, nacido de un coraz¨®n de oro que brilla como un sol tras la tormenta. Un personaje extraordinario (por favor, que nadie la llame ¡°choni¡± ni nada parecido: es una hero¨ªna de nuestro tiempo) servido por una actriz descomunal, puro control y entrega, soberbiamente dirigida por Antonio C. Guijosa. Dir¨ªa ¡°corran a verla¡±, pero, buena y mala noticia, est¨¢ todo vendido. Hay que estar atentos porque volver¨¢, estoy casi seguro. Y estar igualmente atentos a la programaci¨®n del Pav¨®n Kamikaze. Y a las giras, porque ya est¨¢n galopando Leyendo Lorca, Blackbird, Tebas Land, Barbados, etc¨¦tera y Arte. ?Qui¨¦n da m¨¢s en el teatro privado?
¡®Todo el tiempo del mundo¡¯, escrita y dirigida por Pablo Messiez. Int¨¦rpretes: Carlota Gavi?o, Rebeca Hernando, ?scar Velado, Mar¨ªa Morales, ??igo Rodr¨ªguez Claro, Juan Jos¨¦ Rodr¨ªguez, Mikele Urroz. Hasta el 28 de enero.
¡®Iphigenia en Vallecas¡¯, de Gary Owen. Director: Antonio C. Guijosa. Hasta el 27 de enero. Ambas en el Pav¨®n Teatro Kamikaze (Madrid).
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