Hace un mill¨®n... de ligas

Un volc¨¢n en erupci¨®n, dos dinosaurios en pleno combate y un pelot¨®n de trogloditas enfrascados en dura batalla se unen en un mismo movimiento de c¨¢mara en el explosivo arranque de Cavern¨ªcola, tercer largometraje de Nick Park, uno de los puntales de Aardman, esa compa?¨ªa que, junto al estudio Laika, sigue manteniendo viva la llama de la animaci¨®n de modelos fotograma a fotograma, o stop motion, en plena era digital. La secuencia invita a recordar el legado de los dos grandes maestros estadounidenses en la especialidad: Willis O¡¯Brien y Ray Harryhausen, que, en diferentes momentos de sus carreras, decidieron aplicar su sabidur¨ªa artesanal a la recreaci¨®n de una imposibilidad, como la puesta en im¨¢genes del origen. O el espejismo de una toma documental antediluviana. Bautizando a los dos dinosaurios como Ray y Harry en los cr¨¦ditos finales, Park hace expl¨ªcita su deuda con el segundo. Casi tan expl¨ªcita como su distancia con respecto a ese referente: la identidad de Park, creador de personajes tan emblem¨¢ticos como Wallace y Gromit, se apoya en la estilizaci¨®n c¨®mica y explora las posibilidades de una modulaci¨®n orgullosamente brit¨¢nica de un humor blanco sustentado en la paradoja na?f.

Si Evasi¨®n en la granja (2000) superpon¨ªa la narrativa de una pel¨ªcula de campo de prisioneros al entorno cotidiano de una granja av¨ªcola y si Wallace y Gromit: la maldici¨®n de las verduras (2005) contrapunteaba, con su celebraci¨®n de la domesticidad y una criatura exc¨¦ntrica, las convenciones de la monster movie, Cavern¨ªcola finta las expectativas al desviar su narrativa prehist¨®rica para bromear no tanto sobre los or¨ªgenes del hombre, sino sobre los or¨ªgenes¡­ del Manchester United. El f¨²tbol como primera manifestaci¨®n cultural de la humanidad sirve, as¨ª, de punto de partida para un relato que detallar¨¢ el paso de la edad de piedra a la edad del bronce en t¨¦rminos de competici¨®n deportiva.

Las grandes marcas de f¨¢brica del estudio Aardman est¨¢n ah¨ª: desde las huellas dactilares de los animadores preservadas en el resultado final, sobre la piel de plastilina de los personajes, hasta la excelente caracterizaci¨®n de los mismos, que aqu¨ª alcanza su pico en esa paloma mensajera, imitadora de voces, que proporciona algunos de los momentos de mayor eficacia c¨®mica. El gran problema de Cavern¨ªcola est¨¢ en su previsibilidad, motivada por su elecci¨®n gen¨¦rica: al ajustarse a la estructura can¨®nica de toda comedia deportiva, la pel¨ªcula pierde en capacidad de sorpresa y acaba resultando desafortunadamente mec¨¢nica.