Noticia del desgarro
Jos¨¦ Luis G¨®mez se sumerge en Unamuno para recuperar los primeros meses de la Guerra Civil

Unamuno: vencer¨¦is pero no convencer¨¦is
A partir de textos de Miguel de Unamuno. Direcci¨®n: Carl Fillion y Jos¨¦ Luis G¨®mez. Producci¨®n: Teatro de la Abad¨ªa, Universidad de Salamanca y Fundaci¨®n Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.
A Miguel de Unamuno no le gustaba nada el clima de intensa polarizaci¨®n y de violencia que se produjo en Espa?a tras el triunfo del Frente Popular en 1936, as¨ª que aplaudi¨® el golpe de los militares rebeldes con el argumento de que acud¨ªan a salvar a la ¡°civilizaci¨®n occidental, cristiana¡±. Su entusiasmo por la causa franquista se mantuvo durante los primeros meses de la guerra e incluso lleg¨® a apoyar econ¨®micamente a las fuerzas que combat¨ªan contra la Rep¨²blica. Poco a poco, sin embargo, fue enter¨¢ndose de los excesos que se produc¨ªan en la retaguardia del llamado bando nacional hasta el punto de que, durante la celebraci¨®n del D¨ªa de la Raza el 12 de octubre en Salamanca, se dirigi¨® al general Mill¨¢n Astray en t¨¦rminos muy duros: ¡°Vencer no es convencer y hay que convencer sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasi¨®n¡±. Esas palabras lo condenaron a la mayor marginaci¨®n. Fue apartado de la universidad, lo destituyeron como rector y vigilaron de cerca para que no escapara de Salamanca. A pesar de su extrema soledad, sigui¨® justificando a Franco ¡ªfrente a Mola, ¡°un monstruo de perversidad¡±¡ª hasta que muri¨® a finales de aquel fat¨ªdico a?o en el que se desencaden¨® la barbarie.
Jos¨¦ Luis G¨®mez ha decidido esta vez reconstruir la profunda desgarradura de Unamuno durante aquellos terribles meses para volver a sumergirse en las turbulencias de la guerra. Lo ha hecho ya otras veces, en su mon¨®logo donde recuper¨® la voz de Aza?a o en su ya lejano montaje de La velada de Benicarl¨®, as¨ª que conoce el pa?o. Elegir a Unamuno (ya lo encarn¨® en una pel¨ªcula de Manuel Mench¨®n) es, adem¨¢s, un gesto de coraje. Porque significa, sobre todo, poner en escena la enorme gama de grises que palpit¨® en gran cantidad de espa?oles en un conflicto en el que, como el escritor, fueron obligados a elegir entre blanco o negro. Pronto supo que aquel vendaval de furia y odio no conduc¨ªa a ninguna parte.
En Unamuno: vencer¨¦is pero no convencer¨¦is, G¨®mez consigue desdoblarse gracias a las nuevas tecnolog¨ªas. Es el actor que interpreta a Unamuno y el propio Unamuno: el presente que se asoma al pasado, y que hurga en el desgarro. La enorme estatura de G¨®mez como actor ¡ªcomo hombre de teatro completo: tambi¨¦n dramaturgo y director, junto a Carl Fillion, en esta ocasi¨®n¡ª es indiscutible. Como actor, de hecho, ha construido un estilo propio que ya todos reconocen, y en el que gobierna la sobria contenci¨®n de alguien que conoce a fondo sus recursos y sabe modelarlos a su antojo. Lo suyo es servirse de los matices (en la manera de decir el texto, en los movimientos y los gestos): en esta obra se sirve de peque?os detalles, casi imperceptibles, para dar vida a dos hombres que habitan ¨¦pocas muy diferentes pero que dicen las mismas palabras de Unamuno. Uno, el actor, procura entender y expresar lo que pueden significar hoy; el otro, el escritor, las dice desbordado por las circunstancias.
El montaje se ha servido de las posibilidades de las tecnolog¨ªas m¨¢s recientes para obrar el prodigio de juntar en el mismo espacio a un actor de hoy que interpela y provoca a un escritor ya desaparecido. El riesgo de estos nuevos artilugios es que terminen por irse de las manos. Y a los directores de esta obra se les escapan cuando convocan a trav¨¦s de unos hologramas blancos otras presencias, las de la sirvienta y el nieto del escritor. Despistan y provocan un ruido innecesario en un trabajo que tiene su mayor virtud en la capacidad de llenar de vida unas palabras ¡ªpoemas, discursos, cartas¡ª que no fueron concebidas para un escenario. Y que, gracias a G¨®mez, consiguen habitarlo.
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