Un pobre pasaje del terror
La secuencia en la que Helen Mirren se enfrenta a una aparici¨®n sobrenatural en una escalonada zona con barandillas sintetiza bien el pobre sentido del espacio del filme
WINCHESTER: LA CASA QUE CONSTRUYERON LOS ESP?RITUS
Direcci¨®n: Michael y Peter Spierig.
Int¨¦rpretes: Helen Mirren, Jason Clarke, Sarah Snook, Emm Wiseman.
G¨¦nero: terror. Estados Unidos, 2018
Duraci¨®n: 99 minutos.
¡°Una obra maestra de la construcci¨®n levantada sobre una obra maestra de la destrucci¨®n¡±, observaba el Dr. Vitus Werdegast a prop¨®sito de la mansi¨®n que el arquitecto Hjalmar Poelzig edific¨® sobre el terreno de una masacre en Satan¨¢s (1934), de Edgar Ulmer, pel¨ªcula de terror que, con singular fortuna, abord¨® la relaci¨®n entre arquitectura y perversidad. La Academia de Danza, entre avernal y modernista, que centraba la acci¨®n de Suspiria (1977), de Dario Argento, o la fr¨ªa imponencia colonial del Hotel Overlook de El resplandor (1980), de Stanley Kubrick, encarnan otros jalones significativos en la evoluci¨®n conceptual de una corriente tem¨¢tica decisiva en la tradici¨®n del cine de terror: la encarnaci¨®n espacial del Mal. Desde su mismo t¨ªtulo, Winchester: la casa que construyeron los esp¨ªritus reclama su lugar en el sol como afluente de ese noble r¨ªo, pero, tras revitalizar con cierto gusto la franquicia de Saw, los hermanos Spierig malogran las posibilidades de un espacio perturbador que ni siquiera les exig¨ªa tomarse la molestia de imaginarlo.
Construida en 1884 por la viuda del magnate de las armas William Wirt Winchester, la mansi¨®n de estilo victoriano no dej¨® de crecer y multiplicar las estancias, bajo la direcci¨®n de su propietaria, en forma de laber¨ªntica incongruencia, como si la casa se empe?ase en construir un camino de no retorno para s¨ª misma. O para los fantasmas que, seg¨²n la rumorolog¨ªa, la habitaban. La mansi¨®n Winchester, hoy convertida en macabra atracci¨®n tur¨ªstica, ofrec¨ªa un alto potencial de posibilidades para todo cineasta capaz de entender que el cine de terror es, tambi¨¦n, antes que una cuesti¨®n argumental, un juego de los cuerpos (de los actores) en el espacio (aterrador).
La secuencia en la que Helen Mirren, en la piel de Sarah Winchester, se enfrenta a una aparici¨®n sobrenatural en una escalonada zona con barandillas sintetiza muy bien el pobre sentido del espacio que recorre esta pel¨ªcula que, adem¨¢s, intenta ofrecer una lectura cr¨ªtica del pasado hist¨®rico, sin llegar m¨¢s all¨¢ del hilvanado de sustos baratos. Los Spierig ten¨ªan entre manos una arquitectura privilegiada, pero han optado por reducirla a precario Pasaje del Terror.
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