A veces llegan cartas, y son de Paddy
La lectura de la antolog¨ªa de misivas de Patrick Leigh Fermor es una verdadera delicia

La publicaci¨®n de las cartas de Patrick Leigh Fermor, Paddy, el refinado autor de El tiempo de los regalos y el audaz hombre de acci¨®n que secuestr¨® al general alem¨¢n Kreipe en Creta en 1944, me ha provocado una gran emoci¨®n. No en balde era mi amigo (aunque yo no particip¨¦ en el rapto al haber llegado sustancialmente tarde a la Segunda Guerra Mundial, y mira que lo lamento) y sostuvimos una intensa correspondencia algo condicionada por mi ingl¨¦s macarr¨®nico ¨Cera como si se escribieran Cochise y Wordsworth- y la visi¨®n de t¨²nel que ¨¦l desarroll¨® en sus ¨²ltimos a?os y hac¨ªa que su ya endemoniada letra fuera tan dif¨ªcil de descifrar como el c¨®digo Enigma. Infinitamente m¨¢s culto, Paddy dec¨ªa que para entender la m¨ªa hab¨ªa que ser Champollion o Ventris.
Compr¨¦ el volumen (Dashing for the post, the letters of Patrick Leig Fermor, John Murray Publishers) en Hutchinson, en Picadilly, y apenas hab¨ªa pasado por Fortnum¡¯s rumbo al Club de la Caballer¨ªa (Cavalry and Guards Club, donde habitualmente no me dejan entrar pero miro por las ventanas) y ya me hab¨ªa le¨ªdo la lista de correspondientes. Su querida mujer Joan (¡°Darling angel¡±), los camaradas de armas y francachelas Billy Moss y Xan Fielding, Freya Stark, Lawrence Durrell, Chatwin, hasta tres hermanas Mitford, los colegas griegos (el bueno de Psychoundakis, Katsimbalis, Seferis, Ghika ¨Cahora una exposici¨®n reci¨¦n inaugurada en el British Museum, Charmed lives, hasta el 15 de julio, junta a Paddy con ¨¦l y con John Craxton para hablar de amistad y de una edad de oro anglo-griega de colaboraci¨®n art¨ªstica y literaria), nuestro mutuo amigo Colin Thubron, varios lords y baronets, Lady Diana Cooper, John Julius Norwich, Balasha (Marie-Blanche) Cantacuzeno, claro, un h¨²sar... Suspir¨¦, tanto de decepci¨®n como de alivio: no estaba yo.

Las cartas seleccionadas por Adam Sisman (el bi¨®grafo de referencia del historiador Hugh Trevor- Roper) son las que enviaba Paddy, pero me tem¨ªa que no hubieran metido alguna de las que le escrib¨ª, para demostrar la manga ancha que ten¨ªa ¨¦l en materia de amigos y la gente tan rara con la que hab¨ªa llegado a perder su tiempo (qui¨¦n sabe si incluso fue culpa m¨ªa que no llegara a acabar de escribir en vida El ¨²ltimo tramo). Tambi¨¦n estaba la parte personal: recuerdo una carta en la que, por ponerme algo a su altura e insuflado de romanticismo por la historia de sus amores con Balasha en Baleni, en Besarabia, le confes¨¦ mis simpat¨ªas hacia una periodista rumana, Aura M., de Bucarest, a la que conoc¨ª en Egipto y que me inici¨® en la poes¨ªa de Lucian Blaga mientras yo le preguntaba por Dec¨¦balo y Burebista...
Algunas de las cartas que recib¨ª, desde Kardamyli o The Mill House (Worcestershire), pod¨ªan haber sido seleccionadas para el libro, aunque acepto deportivamente que entre una dirigida a Larry Durrell o a la duquesa de Devonshire y otra a m¨ª, pues tienen m¨¢s inter¨¦s, en general, las primeras. Por no hablar de la hilarante carta de 1961 a Ricki Huston (cuarta mujer de John Huston) en la que se disculpa muy brit¨¢nicamente por haberle contagiado ladillas. La antolog¨ªa re¨²ne 174 cartas, pero Sisman calcula que Paddy escribi¨® entre cinco y diez mil a lo largo de su vida adulta, varias a la semana incluso mientras le persegu¨ªan los nazis en Creta (esas s¨ª que eran in a hurry, apuradas, y no las que intercambi¨® con Debo).
Es hilarante la carta en que se disculpa con la cuarta mujer de John Huston por haberle contagiado ladillas
En el libro figuran misivas desde 1940 hasta 2010, un a?o antes de su muerte. Leerlas es un recorrido fabuloso, en lo p¨²blico y en lo privado, por la vida de uno de los brit¨¢nicos m¨¢s excepcionales. Hay cosas muy divertidas, otras muy bellas, algunas morbosas, y varias muy ¨ªntimas. Aparece un Paddy distinto al de sus libros, m¨¢s espont¨¢neo, m¨¢s inseguro a veces, menos velado por la literatura. Est¨¢n ah¨ª tambi¨¦n sus puntos flacos, la dependencia econ¨®mica de Joan, el deseo de impresionar, cierto esnobismo y hasta folie de grandeur, la deliciosa fanfarroner¨ªa del swashbuckler (Freya Stark le llamaba "el aut¨¦ntico bucanero"), los l¨ªos de faldas... En una carta a Kassimbalis le detalla un ¡°formidable meal¡± en el Roi Gourmet de Par¨ªs: ¡°foie gras, chateaubriand with b¨¦arnaise, perfect brie, a botle of Ch?teau Margaux, followed by several marc de Bourgogne¡±. Luego, dice, ¡°fuimos a ver la exposici¨®n de los etruscos en el Louvre¡±. As¨ª cualquiera.
La relaci¨®n con Dirk Bogarde cuando este hizo de Paddy en el cine, las proezas de guerra de Moss, la metida de pata que le cost¨® que Somerset Maugham lo echara de su casa en Cap Ferrat, la llegada de Niarchos en helic¨®ptero a Kardamyli, la conversaci¨®n con Camilla Parker-Bowles o con el mayordomo de Lord Bath, o la crisis en Chipre comentada con Durrell, figuran entre los miles de asuntos que aparecen en las cartas. Particularmente dram¨¢tica y conmovedora es una de las ¨²ltimas en la que describe a Norwich la muerte de Joan en 2003 al resbalar en el ba?o y golpearse la cabeza. ¡°No pain, thank heavens, except for survivors¡±.
Y para no acabar tan tristes, otra, en la que explica c¨®mo en una ocasi¨®n emergi¨® de bucear feliz en el agua pura de Grecia para casi chocar con un centelleante mart¨ªn pescador que se zambull¨ªa en direcci¨®n contraria. ?Ah, Paddy!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
