Roca Rey adelanta la ¡®crem¨¤¡¯ de la feria de Fallas y abre la puerta grande
Manzanares corta una oreja ante una corrida muy pobre de fuerzas de N¨²?ez del Cuvillo
Roca Rey adelant¨® la crem¨¤ de las Fallas y encendi¨® la plaza en el tercero de la tarde. Toro que esperaba en el sexto puesto de la corrida, pero al devolverse el titular y correr el turno, salt¨® como tercer cap¨ªtulo. Fue manso en varas, sali¨® suelto del caballo, pero tuvo ya fijeza en los dos quites de turno: el de Castella, por tafalleras, y el de Roca, en la r¨¦plica, por saltilleras. Sin pre¨¢mbulos, visto el toro en aquellos quites, Roca se hinc¨® de rodillas en dos redondos por la derecha, combinados por otros cambios por la espalda. Ya para ese momento la plaza rug¨ªa.
La faena tuvo frescura, atrevimiento, riesgo, desparpajo, fuegos de artificio y toreo cl¨¢sico. De todo entr¨® en una labor de enorme calado. Digamos que cumpli¨® con la exigencia del aficionado entendido y complaci¨® al p¨²blico. Baj¨® la mano en los redondos sobre la derecha y en el toreo al natural; improvis¨® sobre la marcha cambios de mano, para enganchar derechazos y naturales. De estos ¨²ltimos hubo una serie de cite muy de frente, provocativa y llevado embebido al toro. Siempre muy quieto; plantado firme sobre la arena. Sin prisas y con las pausas justas. Y el toro rendido a una muleta que parec¨ªa tener magia. La propina a tanto caudal variado de toreo lo puso en las arrucinas finales, enroscado el toro a la cintura y vaci¨¢ndolo sobre la mano izquierda en un natural portentoso. Una demostraci¨®n incontestable. Faena para todos los p¨²blicos a un toro de gran juego para la muleta.
No pudo Roca rematar la tarde en el sexto, sobrero del mismo hierro, muy protestado por su lamentable condici¨®n f¨ªsica. El presidente lo mantuvo en el ruedo y equivoc¨® su decisi¨®n. Roca comenz¨® la faena con tres estatuarios y el pase del desprecio, pero el toro comenz¨® a derrumbarse y las ca?as se tornaron lanzas y las protestas arreciaron contra el palco. Y, visto lo visto, Roca Rey, a pesar de pedir calma en primera instancia, se convenci¨® que no hab¨ªa por donde optar y abrevi¨®.
CUVILLO / CASTELLA, MANZANARES, REY
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, el sexto lidiado como sobrero tras devolverse el tercero y correr turno, de justa presentaci¨®n, pocas fuerzas y nobles en su conjunto. Destac¨® la entrega del tercero de la tarde, ovacionado en el arrastre.
Sebasti¨¢n Castella: pinchazo y estocada trasera (silencio); estocada trasera y desprendida (saludos).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada tendida sin puntilla (oreja); pinchazo _aviso_ y estocada (saludos).
Roca Rey: _aviso_ estocada (dos orejas); pinchazo y estocada (palmas).
Plaza de Valencia, 16 de marzo. 6? de Fallas. Lleno de "no hay billetes". Tras el pase¨ªllo se guard¨® un minuto de silencio en memoria de Paco Peris, ex novillero valenciano y presidente del Montep¨ªo de Toreros de la Regi¨®n Valenciana, recientemente fallecido.
Los dos toros de Manzanares llegaron con viveza a la muleta; tambi¨¦n con cierta velocidad a la hora de embestir y encontr¨® a un torero prototipo de una consumada facilidad. Al segundo, sin rematar del todo las series, le sac¨® muletazos s¨®lidos. M¨¢s seguridad sobre la derecha que sobre la izquierda, por donde los naturales nac¨ªan y mor¨ªan m¨¢s sueltos. Faena muy jaleada por el tendido. El quinto no tuvo clase pero s¨ª una especia de potencia rebrincada al embestir. De nuevo la facilidad de Manzanares se hizo patente. Se acopl¨® a la velocidad del toro, lo entendi¨® y, sin grandes logros, manifest¨® su superioridad en una faena larga. Forz¨® al toro en cuanto se puso remiso, pero nunca se le fue de las manos.
El toro que abri¨® la corrida no tuvo fuerza alguna -cuesti¨®n com¨²n en el conjunto del lote-, protest¨® al tomar el enga?o y Castella tuvo que provocar mucho para sacar partido. Pero ni el toro pod¨ªa ni Castella encontr¨® la tecla, y aquello acab¨® sin emoci¨®n alguna. El cuarto fue otro toro noble, pero tambi¨¦n sin fuerza alguna. La faena comenz¨® con cierta promesa, que se fue diluyendo poco a poco, cuando el toro apag¨® sus luces y busc¨® los terrenos de tablas.
La corrida de N¨²?ez del Cuvillo fue muy justa de presencia, tanto de tipo como de cara. Con las fuerzas al l¨ªmite alguno de los toros, pero de gran nobleza. El tercio de varas en este caso fue un simple tr¨¢mite administrativo, por lo que la lidia se limit¨®, ¨²nica y lamentablemente, al tercio de muleta.
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