Manuel Longares: ¡°En la utop¨ªa cabe todo: ?para qu¨¦ inventar la distop¨ªa?¡±
El autor publica ¡®Sentimentales¡¯, f¨¢bula musical con un extraordinario dominio del humor
Empiezas a tirar del hilo¡ Y creas un mundo propio. Es lo que le ha pasado a Manuel Longares con Sentimentales (Galaxia Gutenberg). El hilo es la m¨²sica. El mundo propio, algo que, pese a haberle salido plagado de miserias y en tono de fina iron¨ªa vigilante, considera una utop¨ªa. ¡°Si en ella cabe todo, junto a lo bueno, el cainismo y todas las maldades, ?para qu¨¦ inventar la distop¨ªa?¡±, se pregunta.
Ajeno a la bruma difusa y vol¨¢til de las modas, Longares ha salido en busca de otros riesgos con medido tono sat¨ªrico. En la airada y atonal provincia de su nueva novela, dos bandos irreconciliables controlan el cotarro: los que pertenecen a Septimino y los que comulgan con Corchea. Son radicales y sectarios. ¡°Han nacido para odiarse¡±, explica el autor.
Viven entre calles, plazas y avenidas con nombres que responden a t¨¦rminos musicales ¨CIntermezzo, Da capo¡-, cantan motetes en honor de un ente extra?o al que llaman Sinpecado Fornicado, se enteran de lo que se cuece por medio del peri¨®dico Antojos y Deleites, guardan como reliquia un piano Steinway en el que hab¨ªa tocado Arthur Rubinstein, ponen atenci¨®n a lo que escribe su autor costumbrista Custodio Abolengo, algunos se ganan como pueden la vida en los m¨¢rgenes cantando pasodobles o tangos y, para consolarse, gastan consejos del tipo: ¡°Si no encuentras mujeres, busca pasiones¡¡±.
Una irrenunciable para Longares es la m¨²sica. Si en Romanticismo teji¨® una proverbial zarzuela del madrile?o barrio de Salamanca, en Soldaditos de Pav¨ªa tambi¨¦n rend¨ªa homenaje al g¨¦nero chico, lo mismo que en El o¨ªdo absoluto y La vida de la letra, saltaban de las p¨¢ginas ecos a los que le cuesta resistirse. Sentimentales es quiz¨¢s la que m¨¢s m¨²sica rezuma entre todas. ¡°Pero para saltar a trav¨¦s de ese c¨®digo particular de los pentagramas a la b¨²squeda de uno muy personal¡±, asegura el autor. ¡°Esta novela se escuda en la m¨²sica para emprender la b¨²squeda del lenguaje como ideal de la escritura¡±.
¡°No soy realista. Me inclino por el experimento. Ahora, de ah¨ª a denostar a Gald¨®s... Nunca"
Musicalmente se confiesa tan amante de lo bueno como ignorante de los mecanismos que llevan a ello: ¡°Soy un zote. Pero por eso admiro tanto a los int¨¦rpretes. Me considero incapaz. Eso s¨ª, tengo la constancia del aficionado discreto y me confieso devoto de la teor¨ªa del maestro Eslava. Esa que dice que la m¨²sica es el arte que combina los sonidos y el tiempo. ?F¨ªjate si ser¨¢ ¨²til! Para m¨ª es aquello que al escucharlo, te desaf¨ªa y te deja inerme. Te destroza el coraz¨®n y encima, se lo tienes que agradecer¡±.
Longares habla pausado y preciso, como un bondadoso y gentil caballero decimon¨®nico que reivindica a base de sabidur¨ªa, calma y paciencia su espacio en el siglo XXI. Viaja con una naturalidad precisa del realismo al surrealismo. Aunque no cree que tenga nada de lo primero: ¡°No soy realista. Me inclino por el experimento. Ahora, de ah¨ª a denostar a Gald¨®s... Nunca. ?l nos ense?¨®, igual que los maestros contempor¨¢neos en su ¨¦poca, c¨®mo construir un personaje y moverlo por la ciudad. Juan Benet lo adoraba. Compart¨ªamos esa admiraci¨®n. ?Renegar de Gald¨®s? ?Que no nos toquen los cojones!¡±.
Confiesa que para escribir se pliega a la man¨ªa del orfebre: ¡°Voy p¨¢rrafo a p¨¢rrafo. Tampoco tienes otra cosa que hacer. Partido a partido. Por algo soy del Aleti¡±. En algo debe diferenciarse la literatura de otras artes como el periodismo. En la lentitud, cree Longares: ¡°No me convence eso que llaman novela con lenguaje period¨ªstico. Lo mismo que no me creo un peri¨®dico escrito con un exceso de lenguaje literario¡±.
La prisa se antoja mala aliada para el oficio: ¡°Por eso vivimos un descr¨¦dito continuado de la literatura. Esto es algo que no se puede hacer de pie. Como leer. Para leer tienes que quedarte sentado y la gente se l¨ªa con mucha facilidad. El mundo de hoy no resulta propicio para este trabajo. El ambiente, digo. Escribir conlleva cierta renuncia a la vida¡±.
Aunque, en su caso, haya excepciones: ¡°Las comidas con los amigos. La amistad es esa espita fervorosa y cordial que debemos defender contra todo. Un partido en la tele, tambi¨¦n. Poca cosa m¨¢s. Soy muy de mi casa, sedentario. Salir me cuesta. Para venir a esta entrevista he hecho un an¨¢lisis de la situaci¨®n: qu¨¦ me pongo, a qu¨¦ hora salgo, ?llover¨¢?¡¡±. Lleg¨® y volvi¨® a partir hacia su mundo. Sin sobresaltos. Ese en que la m¨²sica y el ritmo de las palabras que Longares deja en el papel pugnan por hacernos la vida m¨¢s llevadera.
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