Un hueco para el esp¨ªritu (y la imaginaci¨®n)

Los bocetos ecl¨¦cticos y multifuncionales de Rubens (1577-1640) son los herederos de los dibujos y pinturas preparatorios de sus predecesores. Espoleado por sus necesidades organizativas, que se derivaban de su ¨¦xito, transform¨® ese tipo de imagen en un componente sistem¨¢tico del proceso de preparaci¨®n de sus cuadros. Estas obras del artista flamenco representan una nueva forma de pintar, en la que se a¨²nan las fases de dibujo y color del trabajo previo. Como consecuencia de su finalidad, que era avanzar la creaci¨®n de otra obra de arte, exig¨ªan menos esfuerzo y tiempo que los productos finales, lo cual se traduc¨ªa en un nivel menor de acabado y en dimensiones m¨¢s peque?as.

A juzgar por los documentos relacionados con su testamento y con la venta de su propia colecci¨®n, Rubens consideraba sus bocetos pintados como algo diferente de sus dibujos y probablemente tambi¨¦n de sus pinturas. En sus ¨²ltimas voluntades, redactadas el 27 de mayo de 1640, se estipula que sus dibujos no deb¨ªan venderse como el resto de su obra, sino guardarse por si alguno de sus herederos en el futuro decidiera ser artista. Esa cl¨¢usula no inclu¨ªa los bocetos pintados, que salieron a la venta con el resto de su colecci¨®n a finales de 1640.

Los documentos de la testamentar¨ªa demuestran que los bocetos pintados se denominaban de la misma forma que los dibujos: teekeningen, desseins y draughts, en los tres idiomas en que se anunci¨® la venta. Esta ambig¨¹edad pone de manifiesto el lugar indeterminado que todav¨ªa ocupaba el boceto pintado, incluso para los redactores de la lista de contenidos de la almoneda, que eran personas pr¨®ximas al artista. Con el tiempo, y debido en gran medida a la dedicaci¨®n de Rubens a esta pr¨¢ctica, otros creadores y aficionados al arte llegar¨ªan a considerar ese tipo de obras como una categor¨ªa propia y un nuevo veh¨ªculo de expresi¨®n.

Los bocetos de Rubens no son esencialmente distintos del resto de sus pinturas. La acci¨®n dram¨¢tica y la intensidad emocional que encontramos en ellos, productos de la prodigiosa imaginaci¨®n del artista y del toque de su pincel, concuerdan plenamente con lo que esperamos de ¨¦l. Estos dibujos no nos acercan m¨¢s que otras obras suyas al misterio de su genio creativo. Nacen del mismo impulso, y su energ¨ªa es producto del mismo manejo del pincel. Y sin embargo, tienen algo de singular.

Refiri¨¦ndose a este tipo de pintura en la d¨¦cada de 1760, Diderot se preguntaba: "?Por qu¨¦ un boceto hermoso procura m¨¢s placer que una pintura hermosa?". No tenemos que estar de acuerdo con esta afirmaci¨®n para reconocer que es una opini¨®n bastante generalizada. Al contestar a su propia pregunta, el fil¨®sofo se dio cuenta de que la clave de nuestra reacci¨®n a estas obras previas radica en c¨®mo percibimos las im¨¢genes de aspecto inacabado: "Tal vez el boceto nos atrae con tanta fuerza porque, siendo algo indeterminado, deja m¨¢s espacio para nuestra imaginaci¨®n, que ve en ¨¦l lo que le place". Byron lo dijo m¨¢s po¨¦ticamente en su Don Juan: "An outline is the best -- lively reader?s fancy does the rest" ("Un mero trazo es lo mejor, lo dem¨¢s lo pone la imaginaci¨®n del lector"; canto VI).

Esta respuesta al arte y a las im¨¢genes explica la atracci¨®n de los bocetos de Rubens. Aunque son obras terminadas, dan la impresi¨®n de no estarlo, de ser productos en los que el pintor a¨²n est¨¢ trabajando. Ante estos dibujos asumimos el papel de creadores e intentamos, instintivamente, terminarlos.

Este texto es un extracto de uno de los textos que forman parte de la publicaci¨®n que acompa?a a la exposici¨®n del Museo del Prado, Rubens. Pintor de bocetos, del que son autores Friso Lammertse y Alejandro Vergara.