Apoteosis del Diccionario de s¨ªmbolos
Nuevas ediciones en espa?ol, italiano e ingl¨¦s en el 60 aniversario de la obra emblem¨¢tica de Cirlot
El otro d¨ªa, con motivo de la ceremonia de imposici¨®n del Tois¨®n de Oro a la princesa Leonor, Fernando Savater, celebrando con alguna melancol¨ªa la gracia de la ni?a y presagiando penas futuras, recordaba en la ¨²ltima columna de contraportada de este diario los ¨²ltimos versos de un poema combinatorio y aliterativo de Cirlot: "La luz de tu belleza de princesa / brilla en la eternidad de este momento; / princesa del horror de ser princesa".
El buen gusto literario de Savater no es noticia, pens¨¦ al leerlo, pero la presencia de los magn¨ªficos versos de Cirlot en una columna suya, ocupando las ¨²ltimas palabras del diario del d¨ªa, ten¨ªa una fuerza simb¨®lica significativa (para este lector) y me hizo recordar unas palabras de Lao Ts¨¦ sobre el sentido del mundo que precisamente le gustaba mucho al poeta barcelon¨¦s, que cita no recuerdo d¨®nde y que dice: "Obligado a darle un nombre, lo llamo Grande. / Grande, esto es, que desaparece. / Que desaparece, esto es, lejano. / Lejano, esto es: que regresa."
Lo que Lao Ts¨¦ dice sobre el sentido del mundo se puede decir tambi¨¦n sobre Cirlot. Porque una vez que una ¨¦poca hist¨®rica ha establecido su propio canon literario y lo ha fijado en sus manuales y sus antolog¨ªas, cambiarlo es muy dif¨ªcil; en las antolog¨ªas de su tiempo Cirlot no fue aceptado; en una reciente, ¨²til y abundante antolog¨ªa de la poes¨ªa espa?ola, que generosamente acoge no pocas "platitudes" en nuestras cuatro lenguas, incluido el Tren expreso desde el primer al ¨²ltimo verso, s¨®lo cabe un breve poema suyo, aunque es verdad que es el mejor, o uno de los mejores, la destilaci¨®n y la cristalizaci¨®n diamantina de su obra: Visio Smaragdina.
Pero es grande, por llamarlo de alguna manera; grande, o sea lejano, o sea que regresa. Ya establecido el canon de su poes¨ªa en tres vol¨²menes, el centenario de su nacimiento fue ocasi¨®n para una antolog¨ªa, para la publicaci¨®n de su novela in¨¦dita, rescatada de los archivos de la censura, para la aparici¨®n de una biograf¨ªa de Rivero Taravillo y para una edici¨®n facs¨ªmil de El libro de Cartago que fue distinguida con el premio nacional de edici¨®n. Ahora, en v¨ªsperas de la publicaci¨®n de un volumen antol¨®gico de sus escritos sobre arte ¨Ctan beneficiosamente influyentes y tan buena literatura¨C, su Diccionario de s¨ªmbolos, en el 60 aniversario de la primera publicaci¨®n, se publica tambi¨¦n en versi¨®n digital, mientras aparecen las edici¨®n de Adelphi y la de New York Review of Books, sendas coronaciones en las cortes intelectuales de Italia y Estados Unidos.
Convencido, como explica en su Ontolog¨ªa?y en otros textos, de que "si algo estuviera vivo de verdad no podr¨ªa morir" y de que la mayor parte de la vida es muerte ¨CLa vida muerta es el t¨ªtulo de varios de sus poemarios¨C, Cirlot buscaba rastros de sentido trascendente en los rituales religiosos, en el onirismo y los experimentos surrealistas y tambi¨¦n desde muy pronto en el pensamiento simb¨®lico de diferentes culturas y ¨¦pocas. Los s¨ªmbolos son llaves a niveles superiores, veh¨ªculos para la revelaci¨®n. Quien los frecuenta y relaciona parte de la idea de que las cosas de este mundo aluden a una realidad espiritual superior, existente o no, o a un sistema de pensamiento y de creencia remoto, o sea m¨¢s cerca del origen.
Cirlot, que fue de joven un m¨²sico prometedor pero renunci¨® tempranamente a la composici¨®n en beneficio de la escritura, fue iniciado en simbolog¨ªa por un maestro singular: el music¨®logo alem¨¢n Marius Schneider (1903-1982), que lleg¨® a Barcelona en 1944 para incorporarse al Instituto Espa?ol de Musicolog¨ªa y escribi¨® El origen musical de los animales-s¨ªmbolos en la mitolog¨ªa y la escultura antiguas (est¨¢ tambi¨¦n en el cat¨¢logo de Siruela). Seg¨²n el fil¨®sofo y estudioso de la m¨ªstica italiano El¨¦mire Zolla, este libro es "la ¨²nica obra completamente inici¨¢tica" del siglo XX, pero a¨²n m¨¢s deslumbrantes que el libro de Schneider eran, dice Zolla, sus lecciones orales y caminadas. A la salida de la editorial donde trabajaba, Cirlot acompa?aba a Schneider en largos paseos vespertinos por el barrio de la Bonanova conversando sobre el tema que les interesaba, el laberinto y sus salidas. La inteligencia y la memoria del poeta hac¨ªan de ¨¦l un alumno excepcional; era tambi¨¦n agradecido, pues precisamente al maestro alem¨¢n est¨¢ dedicado el Diccionario de s¨ªmbolos, "en testimonio de amistad y admiraci¨®n".?
Lento regreso
El hoy bien conocido Diccionario de s¨ªmbolos empez¨® mal su andadura. La primera edici¨®n (Miracle 1958) pas¨® completamente desapercibida; el simbolismo no era entonces una disciplina que hiciera arder el pelo a la intelectualidad espa?ola, y menos a¨²n en 1969, hasta el punto de que Cirlot se sinti¨® obligado a manifestar en el pr¨®logo a la segunda edici¨®n su gratitud a Labor S.A. por embarcarse en una empresa tan poco rentable. Entonces ya era una voz inc¨®moda para la cultura regimental franquista y cuidadosamente ignorada por la pujante cultura antifranquista. El Diccionario corri¨® mucha mejor suerte en Gran Breta?a; y las nuevas entradas que desde 1962 fue Cirlot incorporando a las sucesivas ediciones inglesas se han integrado tambi¨¦n en la versi¨®n espa?ola definitiva del Diccionario, 20 ediciones en Siruela.
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Autor: Juan Eduardo Cirlot.
Editorial: Siruela (2018).
Formato: tapa dura y blanda (524 p¨¢ginas)
Babelia
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