Ejecutar, interpretar
Goerne, a pesar del aparente cansancio, protagoniz¨® los momentos m¨¢s veraces del oratorio como El¨ªas
Felix Mendelssohn llevaba la m¨²sica barroca en la sangre. Sarah Levy, su t¨ªa abuela, hab¨ªa estudiado con Wilhelm Friedemann Bach y su sal¨®n berlin¨¦s era uno de los pocos lugares en que se interpretaba asiduamente la m¨²sica de su padre, Johann Sebastian, entonces a¨²n una nota a pie de p¨¢gina de la historia de la m¨²sica europea. Su hermana Fanny, al decir de su familia, naci¨® ¡°con dedos de fuga de Bach¡±, su padre Abraham adquiri¨® varios manuscritos originales del autor de El arte de la fuga y su principal profesor, Carl Friedrich Zelter, el amigo de Goethe, hab¨ªa impulsado desde su puesto de director de la Singakademie de Berl¨ªn la interpretaci¨®n de las obras corales alemanas barrocas olvidadas. Su abuela Bella Salomon regal¨® a su nieto en la Navidad de 1823 o 1824 una partitura de la Pasi¨®n seg¨²n San Mateo (realizada por un copista, pues la partitura no se edit¨® por primera vez hasta 1830), lo que provocar¨ªa la resurrecci¨®n de la obra (y, a la larga, de su autor) el 11 de marzo de 1829, m¨¢s de un siglo despu¨¦s de su estreno en Leipzig. Hegel y Heine estaban entre el p¨²blico y la dirigi¨® desde el piano, por supuesto, el jovenc¨ªsimo Felix (20 a?os reci¨¦n cumplidos), que cort¨®, arregl¨® y modific¨® la obra para adecuarla al gusto de la ¨¦poca.
Era cuesti¨®n de tiempo que ¨¦l mismo abordara el g¨¦nero del oratorio, cosa que hizo por primera vez en 1836 (Paulus, con textos compilados de los Hechos de los Ap¨®stoles) y por segunda y ¨²ltima diez a?os despu¨¦s con Elijah (Elias en la traducci¨®n alemana), con textos procedentes en su mayor parte del Libro de los Reyes: Nuevo y Antiguo Testamento como reflejo de la fe presente y pasada de su propia familia. Las cifras del estreno en el ayuntamiento de Birmingham el 26 de agosto de 1846 abruman: 125 instrumentistas en la orquesta y 271 cantantes en el coro, de ellos 60 contraltos masculinos (¡°contraltos con barba¡±, como los describi¨® el propio Mendelssohn). Impresiona no menos que en el programa figuraran tambi¨¦n un aria de Davidde penitente de Mozart, un recitativo y aria de Il sacrificio d¡¯Abramo de Cimarosa y el himno de la coronaci¨®n The King shall rejoice de Handel. Aun as¨ª, el p¨²blico se qued¨® con ganas de m¨¢s, ya que hasta ocho n¨²meros del nuevo oratorio de Mendelssohn (cuatro coros y cuatro arias), acogido con entusiasmo, se repitieron como propinas. Una desmesura.
A Madrid ha llegado Elias sin todos estos aditamentos, y servido por dos colectivos de excepci¨®n: la Orquesta Barroca de Friburgo y el Coro de C¨¢mara de la RIAS. La primera frecuenta cada vez m¨¢s los repertorios cl¨¢sico y rom¨¢ntico, por lo que el adjetivo estil¨ªstico que la define desde su fundaci¨®n est¨¢ qued¨¢ndosele muy peque?o. El segundo (haciendo, este s¨ª, honor a su nombre) no llegaba a la sexta parte del mastod¨®ntico coro del estreno, todo lo cual apuntaba a un oratorio casi ¨ªntimo, como as¨ª fue, y que llegaba ya rodado con dos interpretaciones previas la semana pasada en Friburgo y Par¨ªs.
Mendelssohn: Elias. Matthias Goerne, Sophie Karth?user, Sebastian Kohlhepp, Marianne Beate Kielland, Coro de C¨¢mara de la RIAS y Orquesta Barroca de Friburgo. Dir.: Pablo Heras-Casado. Teatro Real, 8 de abril.
La manera de interpretar la breve introducci¨®n y la obertura del oratorio son muy reveladoras, in nuce, de lo que puede aguardarnos en las dos horas y media restantes. En la primera quedaron claras dos cosas: la enorme personalidad de Matthias Goerne, si bien lastrada por lo que parec¨ªa ser una voz en exceso fatigada (algo nada sorprendente dado el fren¨¦tico ritmo de conciertos del alem¨¢n y quiz¨¢ ratificado por su extra?a ausencia en el cuarteto final, Wohlan, alle die ihr durstig seid). En la obertura result¨® chocante el tempo excesivamente r¨¢pido adoptado por Pablo Heras-Casado (Moderato, indica inequ¨ªvocamente la partitura), que en nada ayud¨® a que una m¨²sica modelada manifiestamente a partir de los coros iniciales de las dos Pasiones conservadas de Bach (las basadas en los relatos evang¨¦licos de Juan y Mateo) tuviera la potencia dram¨¢tica y la solidez arquitect¨®nica necesarias. El lento recorrido desde el pianissimo inicial hasta el fortissimo con que entra por fin el coro no estuvo bien graduado ni planteado din¨¢micamente. Y, en efecto, aqu¨ª qued¨® marcada la t¨®nica del resto del concierto: buena ejecuci¨®n (con semejantes mimbres en escena, esto parec¨ªa garantizado), pero interpretaci¨®n muy desdibujada y poco emp¨¢tica con el relato b¨ªblico.
En una carta dirigida el 2 de noviembre de 1838 al pastor Julius Schubring, responsable de la compilaci¨®n de los textos de Elias, Mendelssohn le confes¨® que su intenci¨®n era ¡°hacer plena justicia al elemento dram¨¢tico¡± y un mes despu¨¦s, el 6 de diciembre, le insisti¨® en que ¡°con un tema como Elias, el elemento dram¨¢tico deber¨ªa predominar. [...] Los personajes deber¨ªan actuar y hablar como si fueran seres vivos¡±. En este Elias, sin embargo, raras veces hubo verdadero drama, ni emoci¨®n con may¨²scula, del mismo modo que los momentos delicados, lo que llamaba George Bernard Shaw su ¡°m¨²sica ser¨¢fica¡± (como el extraordinario doble cuarteto dialogado, Denn er hat seinen Engeln, o la intervenci¨®n del muchacho en el pen¨²ltimo n¨²mero de la primera parte, confiado aqu¨ª, desgraciadamente, a una soprano), carecieron de la necesaria intensidad l¨ªrica. Se ech¨® de menos en todo momento una mayor presencia de la cuerda grave y el peque?o ¨®rgano agazapado entre la cuerda fue perfectamente inaudible.
Goerne, a pesar del aparente cansancio, protagoniz¨® los momentos m¨¢s veraces del oratorio como El¨ªas, y dio lo mejor de s¨ª en el arioso Ja, es sollen wohl Berge y el aria Es ist genug, el verdadero centro de gravedad de la obra, de nuevo de una indisimulada raigambre bachiana. Sophie Karth?user y Sebastian Kohlhepp estuvieron irrelevantes, mientras que la mezzosoprano noruega Marianne Beate Kielland cant¨® con nobleza e impecable estilo todas sus intervenciones; l¨¢stima que el volumen muy reducido de su voz no le permita grandes honduras expresivas. Excelentes las notas al programa de Juan Jos¨¦ Carreras y muy deficientes los sobret¨ªtulos, con graves problemas de sincronizaci¨®n en varios momentos, especialmente en Hilf deinem Volk, donde en ning¨²n momento se correspondi¨® el texto proyectado con lo que estaba cant¨¢ndose. El p¨²blico aplaudi¨® largamente, aunque no estaba claro si premiaba la ejecuci¨®n, m¨¢s que solvente, o la interpretaci¨®n, no poco decepcionante.
Babelia
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