El incorregible Roger Waters m¨¢s all¨¢ de Pink Floyd
El m¨²sico tocar¨¢ en Barcelona el 13 y 14 de abril y en Madrid el 24 y 25 de mayo
Hablemos de intangibles, de reconocimientos y jerarqu¨ªas. Roger Waters?ingres¨® en 1996 en esa instituci¨®n que oficializa los m¨¦ritos en la m¨²sica popular: el Rock & Roll Hall of Fame; lo hizo como cofundador de Pink Floyd. Veinte a?os despu¨¦s, sin embargo, actuaba bajo su nombre en el Desert Trip, el festival californiano que celebraba a las estrellas supervivientes de los 60; all¨ª compart¨ªa cartel con The Rolling Stones, Bob Dylan, Paul McCartney, Neil Young y The Who.
?Lo vivi¨® como un triunfo personal? Waters (Surrey, 1943) sale por la tangente: ¡°Por primera vez, sent¨ª una sinton¨ªa generacional. Sol¨ªa pensar que Dylan, los Beatles y los Stones eran mucho mayores que nosotros: debutaron y triunfaron antes. Pink Floyd lleg¨® a una escena musical que ellos hab¨ªan definido, ya se asum¨ªa que el pop pod¨ªa transportar mensajes adultos. Pero all¨ª est¨¢bamos todos, una cumbre de septuagenarios que compartimos poco, aparte de estar marcados por la Segunda Guerra Mundial. S¨ª, el m¨¢s directamente afectado fui yo: mi padre muri¨® en 1944, en la campa?a de Italia. Ese trauma est¨¢ presente en toda la m¨²sica que he hecho a lo largo de medio siglo¡±.
En realidad, el periodista le preguntaba por la victoria que representa encarnar hoy la m¨²sica de Pink Floyd, aunque no pueda usar el nombre. Su caso particular se adentra en esa zona obscura donde el negocio eclipsa el arte y la camarader¨ªa. Los datos b¨¢sicos: en 1985, Roger Waters anunci¨® que dejaba Pink Floyd; como principal compositor, seguramente esperaba que el grupo se desintegrara a continuaci¨®n. No fue as¨ª. Sus excompa?eros lanzaron A Momentary Lapse of Reason (1987) y volvieron a la carretera con resultados triunfales, mientras Roger pinchaba econ¨®micamente con las giras correspondientes a sus primeros discos en solitario, The Pros and Cons of Hitch Hiking y Radio K.A.O.S. Se desencaden¨® un litigio agrio, con momentos propios de Monty Python: Waters exig¨ªa el uso exclusivo del cerdo inflable identificado con el ¨¢lbum Animals, a lo que el resto respondi¨® cambiando el sexo de la criatura.
El axioma, tal como se ense?a en las escuelas de negocio, es que se impone la marca: la marca Pink Floyd vend¨ªa m¨¢s que la suma de las marcas de los cuatro integrantes funcionando por su cuenta. Sin embargo, Roger Waters a?adi¨® un corolario: para rentabilizar la marca, debes explotarla. Y eso es lo que hizo. Mientras Pink Floyd entraba en hibernaci¨®n, dejando de girar en 1994, Waters comercializaba sus a?ejos hallazgos sin pudor. The Wall, que retrataba la crisis de una estrella del rock, se convert¨ªa incluso en una met¨¢fora sobre el derribo del Muro de Berlin, escenificada en la actual capital de Alemania con la ayuda de los Scorpions, Van Morrison, Joni Mitchell y Jerry Hall (entonces, la se?ora de Mick Jagger). Un disparate.
Hoy, Waters,?que presenta su gira Us + Themen Barcelona (13 y 14 de abril) y Madrid (24 y 25 de mayo), prefiere no hablar de aquel montaje: ¡°The Wall ha entrado en los grandes relatos del siglo XX y est¨¢ abierto a interpretaciones que yo no comparto necesariamente¡±. Lo que Waters ha aprendido es la f¨®rmula para sobrevivir en un mercado complejo: conciertos con todos los avances audiovisuales, donde el nombre y el repertorio invocan el pasado de Pink Floyd, aunque haciendo siempre hueco a sus creaciones m¨¢s recientes.
Y esa libertad resulta importante para Waters, que se implica en los conflictos pol¨ªticos del presente. En sus ¨²ltimos conciertos por Estados Unidos, una porci¨®n de su p¨²blico abandonaba ostentosamente el recinto cuando insultaba a Donald Trump. Lo acepta: ¡°Hacen bien en marcharse si les molesto aunque yo tambi¨¦n tengo mis derechos, vivo en Nueva York y pago mis impuestos en Estados Unidos. Pero, aunque no fuera as¨ª, cualquiera puede criticar las acciones de un millonario imb¨¦cil que determina el rumbo del planeta¡±.
No esquiva asuntos que la mayor¨ªa de sus colegas ignoran. En su defensa de la causa palestina, apoya el movimiento BDS, que pide el boicot, la retirada de inversiones y las sanciones contra Israel. Eso le ha llevado a ¨¢speros enfrentamientos con Elton John y, estridentemente, con Thom Yorke, cuyo grupo, Radiohead, toc¨® en Tel Aviv el pasado a?o. ¡°No esperaba mucho de Elton, cuya definici¨®n de humanidad lastimosamente parece que se limita a los que comparten su opci¨®n sexual, pero se supon¨ªa que Thom atend¨ªa a criterios morales y pose¨ªa cierta cultura pol¨ªtica. Tenemos colaboradores en com¨²n, como Nigel (Godrich, productor) pero ha demostrado carecer de convicciones. Le invit¨¦ a debatir en p¨²blico conmigo o con Brian Eno pero ni respondi¨®. No s¨¦ qu¨¦ es peor: si la insensibilidad o la cobard¨ªa".
Pink Floyd sin Syd Barrett
Uno de los t¨®picos m¨¢s manoseados del rock: hay unos Pink Floyd "buenos" (con Syd Barrett como l¨ªder) y otros malos (todo lo que vino tras el derrumbe de Syd). Waters se carcajea ante el planteamiento: "Yo tambi¨¦n admiraba la creatividad de Syd, ah¨ª est¨¢ nuestro homenaje [Shine on you crazy diamond, 1975]. Tampoco discutir¨¦ que fuimos una banda diferente tras su marcha". ?Marcha voluntaria o despido? "Da lo mismo, ya no era un m¨²sico funcional."
Waters rechaza la mitificaci¨®n de Barrett como psiconauta, buscador de otras dimensiones: "Vaya estupidez, si quieres investigar el LSD debe tomarlo en determinadas condiciones, no como si fuera una gominola." En general, Waters desconf¨ªa de las bondades del hippismo: "Me parec¨ªa ingenuo pretender cambiar la sociedad con flores y sexo libre. En Gran Breta?a, la aut¨¦ntica revoluci¨®n ocurri¨® a partir de 1946, cuando Attlee y sus laboristas empezaron a montar el estado del bienestar".
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Destacamos: Encuentra desde el disco `In the Flesh-Live`, publicado en 2000, hasta su ultima obra disponible: ?Is This the Life We Really Want?? (2017)
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