Victorino, tiempo de flaquezas y bostezos
Escribano recibi¨® de rodillas a sus dos toros y dio la vuelta al ruedo tras la muerte del quinto
La expectaci¨®n se torn¨® pronto en decepci¨®n; y de ah¨ª al bostezo no hay m¨¢s que un paso. Se mantuvo la esperanza hasta el final, pero no hubo gracia divina, no hubo toro, sino suced¨¢neos de esos ejemplares encastados que todos esperaban. Fracaso, pues, de Victorino Mart¨ªn, una dura cura de humildad para el justamente premiado ganadero, y la prueba evidente de que la prestigiosa marca no posee el patrimonio de la bravura, sino un buen armario, donde se mezclan trajes de primera clase con otros de saldo. O dicho de otro modo: la bravura y la casta son misterios que solo se desvelan muy de vez en cuando.
Y ayer no pudo ser, pero el inter¨¦s en la Maestranza era enorme; no se llen¨® la plaza (otro aviso para los taurinos), pero exist¨ªa el runr¨²n de la emoci¨®n que es capaz de despertar este tipo de toro.
No hubo ocasi¨®n, sin embargo. Sali¨® el primero, bonito de l¨¢mina, y fue recibido con alborozo por los tendidos, aunque pronto evidenci¨® que sus defectos superaban con creces a sus presuntas cualidades. Sus fortaleza estaba cogida con alfileres; el viaje, muy corto, remiso en el caballo, de extremidades fl¨¢cidas, sin codicia ni velocidad en los dos primeros tercios. Volvi¨® a flaquear en la muleta, con la cara a media altura, escasamente propicio para el lucimiento.
El segundo fue hermano de camada y comportamiento; desigual en el caballo, solo admiti¨® algunos pases por la izquierda, noble, eso s¨ª, como un fiel borreguito a veces, pero muy descastado, sin fiereza ni codicia.
MART?N / FERRERA, ESCRIBANO, LUQUE
Toros de Victorino Mart¨ªn, bien presentados, mansos, muy blandos y descastados.
Antonio Ferrera: dos pinchazos y estocada baja (silencio); estocada ca¨ªda (silencio).
Manuel Escribano: estocada ca¨ªda y dos descabellos (ovaci¨®n); estocada (petici¨®n y vuelta).
Daniel Luque: dos pinchazos y media (palmas); pinchazo y estocada baja (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. Quinta corrida de la Feria de Abril. 14 de abril. Casi lleno.
El tercero flaque¨® de salida, como todos. Cumpli¨® ante el picador con claros s¨ªntomas de desequilibrio muscular. Cuando Juan Contreras lo cit¨® en banderillas, se le par¨® en la pechera, lo encun¨® y se lo llev¨® por delante sin m¨¢s consecuencia que el susto de muerte. Instantes despu¨¦s, dijo ser peligroso, y se mostr¨® dispuesto a buscar las carnes de su matador, que se libr¨® de milagro de la cornada.
Otro toro complicado el cuarto, que tiraba ga?afones a las nubes y no tuvo un pase. El quinto enga?¨® al respetable, pues apareci¨® con muchos pies y pronto se vino abajo, de modo de embisti¨® con nobleza y humillaci¨®n pero sin transmitir absolutamente nada. Y el sexto hizo lo propio, se dej¨® dar alg¨²n muletazo, y poco m¨¢s.
Tiempo de flaquezas, pues.
?Y los toreros?
El momento m¨¢s espectacular de la tarde lo protagoniz¨® Manuel Escribano. A sus dos toros los esper¨® de rodillas en los medios. El primero dud¨® al verlo, el torero hizo de tripas coraz¨®n, aguant¨® la embestida y esquiv¨® la cornada. El otro sali¨® de toriles como un tren y si Escribano no echa el cuerpo a tierra lo manda a la bandera. Repuesto del susto, dio dos largas cambiadas pegado a tablas y una tanda de apasionadas ver¨®nicas que levantaron un clamor en los tendidos y los sones de la banda de m¨²sica.
A los dos los banderille¨® con facilidad, entrega y riesgo; especialmente, el tercer par al quinto, sentado en el estribo y al quiebro. Lo intent¨® de veras en su lote y el premio fue una merecida vuelta al ruedo a la muerte del quinto.
Poco pudo hacer Antonio Ferrera en su segunda comparecencia abrile?a. Largo y espeso ante su primero, quiso exprimir la nula embestida del toro y lo que provoc¨® fue el bostezo del respetable. Super¨® con gallard¨ªa las malas pulgas del cuarto y sali¨® indemne de la plaza, que no es poco.
Y dej¨® buen sabor de boca Daniel Luque, con mucho conocimiento y t¨¦cnica depurada ante sus dos toros. Con el peligroso tercero mantuvo una interesante pelea, sobrado de facultades el torero, y solo estas le permitieron salir airoso del dificultoso trance. Rob¨® muletazos sueltos al sexto, muy comprometido Luque toda la tarde, y el p¨²blico se lo agradeci¨® con una cari?osa ovaci¨®n. Y otra m¨¢s un¨¢nime recibi¨® Ra¨²l Caricol, subalterno de su cuadrilla, por colocar dos ajustados pares de banderillas a ese ¨²ltimo toro.
No pudo ser; fallaron los victorinos en contra de todos los deseos m¨¢s que de las previsiones. Pero hubo toros con trap¨ªo, hubo inter¨¦s en los tendidos y la esperanza se mantuvo hasta el final. Una pena que las flaquezas acabaran con la esperanza.
Babelia
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