Raro cl¨¢sico secreto
Era el autor m¨¢s cosmopolita de M¨¦xico y el europeo m¨¢s mexicano
De ¨¦l dijo su amigo Carlos Monsiv¨¢is que, en efecto, era ¡°un cl¨¢sico secreto¡±. Sergio Pitol (Puebla, 1933; Xalapa, 2018) dominaba lenguas y temperamentos, hab¨ªa ca¨ªdo en las gozosas profundidades de otras literaturas y era mexicano de Centroeuropa. Tambi¨¦n tuvo la habilidad de pasar desapercibido en los barcos y en otros sistemas de transporte. Su disc¨ªpulo, y amigo, Juan Villoro resume un cuento suyo (en La utilidad del deseo, Anagrama). Sucede en El oscuro hermano gemelo, ¡°una cena en la que la conversaci¨®n m¨¢s interesante ocurre en la parte de la mesa a la que no tiene cabal acceso, pues padece un problema auditivo. Obligado a completar las frases o¨ªdas a medias, urde una trama sorprendente¡±.
Pitol era as¨ª en la vida, con medias frases, con media luna que hubiera, con medio sol, ya era capaz de construir el mundo. Al final de su vida caminaba de medio lado por la Feria de Guadalajara, como si estuviera de paso, despidi¨¦ndose. Hab¨ªa ganado el Cervantes en 2005, en 2006 lo recibi¨® en Alcal¨¢ de Henares y empez¨® a quedarse sin habla. Saludaba de lejos, sonriendo, como si se fuera a quedar, pero cuando pasaba al lado de los amigos de siempre, que lo hab¨ªan esperado alborozados, segu¨ªa agitando la mano libre, y se iba a ninguna parte a seguir saludando sin palabras a los innumerables amigos que ten¨ªa en esa y en todas las ferias. De medio lado, oyendo ya a medias la vida.
No recuper¨® la voz, o la recuperar¨ªa a ratos, porque despu¨¦s ya desapareci¨® de la feria y de las ferias, ya no se vieron m¨¢s sus chalecos a cuadros, sus elegantes ropas casuales, sus ojos vivarachos como de muchacho que a¨²n est¨¢ asustado, pero feliz de seguir viviendo. En los ojos habitaban perplejidades de la infancia, su madre ahogada, su padre epil¨¦ptico, su hermana definitivamente triste. No pudo ahogar esa autobiograf¨ªa la estatura de un hombre que se hizo cl¨¢sico, como Jorge Luis Borges, mientras simulaba estar despistado en los cub¨ªculos malolientes de los barcos, yendo a cualquier parte, pero sobre todo al fondo de las literaturas. El m¨¢s cosmopolita de M¨¦xico, el europeo m¨¢s mexicano. Hay todav¨ªa una fotograf¨ªa del tr¨ªo de amigos a los que sigui¨® buscando en las ferias, cuando ya se buscaba tambi¨¦n a s¨ª mismo: Jos¨¦ Emilio Pacheco, Carlos Monsiv¨¢is y, ay, Sergio Pitol. Fue Pablo Ordaz quien tuvo la ocurrencia de juntarlos de nuevo, medio siglo despu¨¦s de una fotograf¨ªa en la que aparecieron juntos (y que EL PA?S volvi¨® a publicar el jueves), cuando Jos¨¦ Emilio gan¨® su Cervantes. Jos¨¦ Emilio le hab¨ªa dicho a Pablo: ¡°Va a ser dif¨ªcil que nos juntemos de nuevo¡±.
Hubo un momento en que ese final, que luego fue lento, y accidentado, como los viajes que otros hacen mezquinos, se hizo met¨¢fora. Fue cuando la ministra espa?ola Carmen Calvo llam¨® a Pitol para decirle que hab¨ªa ganado el Cervantes. Noviembre, 2005. Despu¨¦s ¨ªbamos en coche hasta M¨¦xico, desde Guadalajara, Carlos Monsiv¨¢is y este cronista. ?Llamamos a Pitol? Monsiv¨¢is me dio el n¨²mero y lo hallamos feliz y despistado en Veracruz. Monsiv¨¢is le cant¨® las ma?anitas y le anunci¨® que ten¨ªa que colgar enseguida, ¡°tengo que escribir de uno que quiere acercarse a Miguel de Cervantes. ¡°??Qui¨¦n!?¡±, grit¨® el hombre de Veracruz. ¡°Un tal Pitol¡±. Pitol, luego, le pregunt¨® a Monsiv¨¢is si cre¨ªa que era de veras que le hab¨ªan dado ese premio en Espa?a. Luego siguieron riendo.
Cuando Monsiv¨¢is me pas¨® el tel¨¦fono en la l¨ªnea se produjo un vac¨ªo, como si el aparato de pronto hubiera embarrancado en el siglo XVII. Y ya nadie, ni los periodistas, pudieron hablar con Pitol despu¨¦s de que ¨¦ste compartiera carcajadas con su cuate risue?o. Un a?o m¨¢s tarde ya empez¨® Pitol a hablar a medio lado, a caminar a medio lado, a sonre¨ªr de frente y sin palabras al pasar por los abundantes saludos de las ferias.
Otro disc¨ªpulo, y amigo, suyo, Enrique Vila-Matas, escribe (Imp¨®n tu suerte, C¨ªrculo de Tiza) sobre la prosa de ese hombre que nos ha dejado con m¨¢s silencio: es el ¡°estilo Pitol¡±, ese ¡°tipo de prosa compacta en la que el autor disolv¨ªa las fronteras entre los g¨¦neros, haciendo que desaparecieran los ¨ªndices y los textos consistieran en fragmentos unidos por la estructura de unidad perfecta; una prosa a cuerpo descubierto, la prosa del nuevo siglo¡±.
Siglo se parece a sigilo. Antes y despu¨¦s de que se quedara sin habla, este hombre que escuchaba a medias, que caminaba a medias, que a medias ya hablaba o sonre¨ªa, era en realidad la indecible presencia saludable del sigilo. Cl¨¢sico secreto raro, Sergio Pitol.
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