Pedro Sorela, la exigencia del estilo
El periodista trabaj¨® en la secci¨®n de Cultura de EL PA?S durante 13 a?os
Pedro Sorela ha muerto. Naci¨® en Bogot¨¢ en 1951, estudi¨® periodismo, oficio que ense?¨® tambi¨¦n a sus colegas, entre otros, a sus colegas de EL PA?S, en cuya secci¨®n de Cultura trabaj¨® durante 13 a?os. Y muri¨® ayer en Madrid, despu¨¦s de una enfermedad grave que no consigui¨® despegarle de su pasi¨®n, la escritura. Era exigente con sus alumnos porque lo era consigo mismo, como periodista, como novelista y como ensayista.
En EL PA?S, donde trabaj¨® entre 1988 y 2001, tambi¨¦n nos dio lecciones de paciencia. Para ¨¦l val¨ªa m¨¢s un folio bien escrito que una noticia apresurada. Los elementos del periodismo, desde el rigor a la sintaxis, habitaban en su cerebro bien trabajado, el de un estudiante que no ces¨® de serlo. No hay alumno que haya salido de sus ense?anzas que no pondere en ¨¦l lo mismo que ponderamos los que lo tuvimos a nuestro lado: no era solemne, pero era riguroso; no establec¨ªa con la escritura, la period¨ªstica, la literaria, una relaci¨®n casual o azarosa: todo lo que escrib¨ªa o dec¨ªa ten¨ªa la sustancia del estudio previo, de la comprobaci¨®n. El suyo era un gusto por la exigencia de estilo.
A EL PA?S lleg¨® de la agencia Europa Press, cantera de otros compa?eros nuestros. Es inolvidable su llegada al peri¨®dico: con ese paso mesurado, marcando el territorio con su mirada clara, pas¨® a una Redacci¨®n a la que ¨¦l ya ten¨ªa afecto. ¡°Yo tengo que estar ah¨ª¡±. Escribi¨®, sobre todo, entrevistas a grandes escritores; en su alma estaba form¨¢ndose un escritor formidable, y ten¨ªa tambi¨¦n sitio en aquel coraz¨®n multidisciplinar para albergar la ambici¨®n docente. Cuando dej¨® EL PA?S abraz¨® la literatura y la docencia, como profesor en la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Universidad Complutense de Madrid. De su paso por el peri¨®dico dej¨® abundante ejemplo de su concepto (y de su pr¨¢ctica) de la cr¨®nica period¨ªstica. Entre sus maestros estuvo su paisano Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, a cuyos inicios dedic¨® un estudio, El otro Garc¨ªa M¨¢rquez: los a?os dif¨ªciles. Su cultura period¨ªstica le permiti¨® visitar con solvencia y ritmo otras escrituras, como las de Jorge Luis Borges, Stendhal o Shakespeare. Y su alma rabiosamente literaria dio de s¨ª t¨ªtulos en los que volc¨® aquella exigencia que marc¨® su estilo: Aire de mar en G¨¢dor, Viajes de Niebla, Trampas para estrellas y Ya ver¨¢s.
El 4 de abril Pedro entr¨® en su blog y dej¨® un texto que titul¨® La mentira m¨¢s gorda en menos palabras. Ser¨ªa su despedida escrita. Ah¨ª contaba su infancia pol¨ªglota, desafiaba la estupidez que domina la Espa?a actual, en la que se cree que ¡°esta es la generaci¨®n m¨¢s preparada de la historia¡±, y defend¨ªa a ¡°los profesores antediluvianos¡± a los que deb¨ªa en gran parte lo que estaba siendo en la vida, como periodista, como escritor, como profesor. Aquellos esfuerzos a los que lo oblig¨® la educaci¨®n recibida dieron de s¨ª un prosista extraordinario, un pedagogo exigente, un conversador que s¨®lo se agotaba si se agotaba el otro.
Su familia y sus amigos lo despiden este jueves en el Tanatorio de la M-30, en Madrid, donde estar¨¢ la capilla ardiente hasta las 13.50 de hoy jueves. En La Almudena se le dar¨¢ posteriormente la ¨²ltima despedida a este compa?ero que en EL PA?S y en todas partes dej¨® la huella de su paciente, exigente sabidur¨ªa.
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