Descanse en paz, doctor Montes
Fue un profesional al que escogieron para desacreditar un modelo, el de la sanidad p¨²blica
Fue el desgraciado caso del doctor Montes, fallecido este jueves, el que probablemente despert¨® en mi conciencia una sensaci¨®n que el tiempo ir¨ªa haciendo m¨¢s precisa: la furia y la mentira en Internet conceder¨ªan m¨¢s alegr¨ªas econ¨®micas a los due?os de las empresas que monopolizan este invento que la solidaridad. Y as¨ª lo ha expresado Jaron Lanier, uno de los inventores de la realidad virtual, que enseguida sostuvo un discurso cr¨ªtico con esas redes que ¨¦l hab¨ªa contribuido a crear. Ahora son ya muchos los destacados pioneros de Silicon Valley los que nos advierten sobre los peligros que, cuando eran j¨®venes, hippies, socialistas y defensores a ultranza de la desregulaci¨®n, no vieron o no quisieron ver.
El caso del doctor Montes fue paradigm¨¢tico. Tanto, que servir¨ªa de ejemplo de c¨®mo la derecha espa?ola comenz¨® a actuar a la manera de la alt right [derecha alternativa] estadounidense: escogieron a un tipo en concreto, Luis Montes, para desacreditar un modelo, el de la sanidad p¨²blica, y golpe¨¢ndolo desde dentro y desde fuera de las instituciones, sin tregua ni piedad, trataron de que la injuria calara en la ciudadan¨ªa y que en el usuario se asentara la idea de que no era seguro ponerse en manos de tipos sin escr¨²pulos que matan ancianitas moribundas, para dejar camas libres o para barrer del mundo a las personas improductivas.
As¨ª de b¨¢rbaros eran los cuentos que se narraban de este m¨¦dico que desde entonces se convirti¨® para m¨ª, e imagino que para mucha gente, en un h¨¦roe civil. Yo lo le¨ªa en blogs, en foros, y asist¨ªa estupefacta al linchamiento, porque reconoc¨ªa a algunas de las personas que lo difamaban y estaba convencida, por tratarse de profesionales informados, de que ment¨ªan a caso hecho, sin escr¨²pulos, porque hab¨ªan decidido alimentar la injuria contra un individuo con el objetivo de cargarse la estructura en la que trabajaba. Calcularon mal los acusadores su fuerza porque, aunque al doctor Montes y a sus compa?eros les cost¨® muchas horas ante los tribunales probar que su actuaci¨®n en los servicios de urgencia del hospital Severo Ochoa hab¨ªa sido adecuada, si hay algo a lo que los espa?oles no quieren renunciar es a la sanidad p¨²blica, y de todos era sabido que uno de los planes del gobierno madrile?o de entonces, que con tanto desparpajo capitaneaba Esperanza Aguirre, era socavar los recursos sanitarios p¨²blicos y ceder servicios a empresas privadas.
Sab¨ªamos eso. Lo sab¨ªa el personal sanitario. Tambi¨¦n se dio la circunstancia, mala suerte para quienes lo difamaban, que el doctor Montes era querido por muchos de sus pacientes, que su historial como defensor de la sanidad para los necesitados era conocido, y que formaba parte de un movimiento progresista que pretend¨ªa humanizar el traum¨¢tico paso de la vida a la muerte.
Gan¨® la raz¨®n, que tuvo que conced¨¦rsela la justicia, porque ni los pol¨ªticos que protagonizaron tan sucia maniobra ni los periodistas que jalearon las denuncias an¨®nimas pidieron jam¨¢s perd¨®n. El pol¨ªtico popular Miguel ?ngel Rodriguez tuvo que apoquinar 30.000 euros por haberse paseado por radios y televisiones calificando a Montes de desarrapado, en el mejor de los casos, y en el peor, de nazi. Pero fue el ¨²nico que pag¨® su cuenta en lo que constituyera una campa?a en la que participaron muchos. Pintaban a Montes como un Verdoux de nuestro tiempo. Henchidos de pronto de piedad acusaban al doctor Muerte de quitarse de en medio a los m¨¢s vulnerables. Ten¨ªan conocimiento, porque lo ten¨ªan, de que Luis Montes era ese tipo de m¨¦dico que est¨¢, a la manera chejoviana, siempre al lado del desasistido, del desamparado. Eso es lo m¨¢s s¨®rdido de este asunto, que lo hicieron a conciencia para desprestigiar a quien representaba un modelo de ejercer la profesi¨®n.
De alguna manera, al extender en equipo el bulo y alimentar la mentira, hay que reconocerles el m¨¦rito maligno de haber sido pioneros en la propagaci¨®n de informaci¨®n falsa. A¨²n esta semana,? cuando ya toda la injuria que pes¨® sobre ¨¦l deber¨ªa haber sido borrada, por haber sido eximido de cualquier mala pr¨¢ctica, ha habido titulares tendenciosos al informar de su fallecimiento, y se leen aqu¨ª y all¨¢ comentarios de ese tipo de gente propensa a priorizar siempre la conspiraci¨®n a la verdad, porque la verdad resulta menos atractiva y demasiado simple.
?Podr¨ªa un partido pol¨ªtico defender su ideario sin valerse de la mentira? Desde luego que s¨ª, pero las redes han descubierto el camino m¨¢s corto, y hay una parte de la clase pol¨ªtica que est¨¢ dispuesta a hacer uso de ese tipo de foros que enmierdan el ambiente. Aceptan su trabajo sucio.
Esta semana, en la revista de informaci¨®n tecnol¨®gica Select All, algunos de los creadores de las redes entonaban un mea culpa. Coreando a Mark Zuckerberg, dec¨ªan: tan emocionados est¨¢bamos por tener el poder de conectar a ciudadanos de todo el planeta que obviamos el hecho de que la mentira, el resentimiento y la ira enganchan m¨¢s en el mundo virtual que las buenas intenciones. En Espa?a tuvimos nuestro caso inaugural. Pero la defensa de la verdad prevaleci¨®. El doctor Montes merece descansar en paz.
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