Slavoj Zizek: ¡°Las mujeres tienen derecho a objetualizarse¡±
El fil¨®sofo recibe la Medalla de Oro del C¨ªrculo de Bellas Artes en Madrid
El fil¨®sofo Slavoj Zizek se enciende y empieza a denunciar la contradicci¨®n de las ideolog¨ªas. Quien no le conozca podr¨ªa temer, a continuaci¨®n, un diluvio de palabros exclusivamente comprensibles para otros pensadores. Pero su p¨²blico, el que llena cada sala en la que el esloveno ofrece sus conferencias, sonr¨ªe y espera: sabe que lo que aguarda es una referencia a estrellas del pop, un chiste o alguna an¨¦cdota jugosa. Llovieron dos, en concreto. Para explicar su teor¨ªa, Zizek us¨® un hotel que visit¨® en Skopje (Macedonia) con su mujer, fumadora. Le dijeron en el hallque estaba vetado en las habitaciones, pero que no se preocuparan: ¡°Cada cuarto tiene ceniceros¡±. As¨ª era. Eso s¨ª, al lado luc¨ªa un cartelito que indicaba: ¡°Prohibido fumar¡±. De la misma forma, cuando Zizek estuvo en el ej¨¦rcito, le explicaron que la convenci¨®n de Ginebra proh¨ªbe disparar a los paracaidistas hasta que aterricen. M¨¢s tarde, sin embargo, los soldados recibieron una clase pr¨¢ctica sobre c¨®mo abatirlos cuando a¨²n flotan en el aire. Al esloveno le pareci¨® contradictorio. Su oficial respondi¨®: ¡°?Eres un intelectual o qu¨¦?¡±.
Cierto. Y no solo. Hoy en d¨ªa, Zizek es uno de los fil¨®sofos m¨¢s conocidos del planeta, adorado por quienes celebran sus golpes enfurecidos contra la correcci¨®n pol¨ªtica y la democracia capitalista; criticado por los que le consideran poco m¨¢s que un espejismo. El C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, desde luego, pertenece al primer grupo. Ayer le entreg¨® su Medalla de Oro y acogi¨® una charla del pensador titulada Ernst Lubitsch: Cinismo, humor y compromiso.
Zizek empez¨® celebrando que ¡°todos los grandes cambios empiezan con reflexiones in¨²tiles¡± y lanz¨® sus r¨¢fagas verbales por variados derroteros: los videojuegos, el feminismo, las drogas, la herencia de Mayo del 68 o la pornograf¨ªa. Apunt¨® el dedo contra el antifascismo como nuevo opio del pueblo. ¡°Trump, Le Pen u Orban est¨¢n siendo demonizados como el diablo contra el que unirse. Son una amenaza pero esta imagen sirve como fetiche pol¨ªtico que est¨¢ impidiendo el obstruccionismo m¨¢s b¨¢sico. En Francia, Macron era el candidato antifascista, y solo por eso se desechaba cualquier cr¨ªtica¡±, asegur¨®.
A partir de ah¨ª, dedic¨® parte de su charla a la emancipaci¨®n femenina. Y a polemiza. ¡°Cuando las mujeres se visten provocativas, se objetualizan para atraer al hombre, est¨¢n jugando activamente. Y esto es lo que molesta a nuestro chovinismo masculino que se indigna contra una chica que provoca y luego no quiere acostarse con nosotros. Rechazo la cr¨ªtica a la objetualizaci¨®n que hace el feminismo; estoy a favor, es uno de los mayores logros de la liberaci¨®n sexual. Las mujeres tienen derecho a objetualizarse; deber¨ªan tener el control del juego de la seducci¨®n¡±. ?l, en sus conferencias, siempre lo tiene. Tanto que de Lubitsch, en realidad, ni habl¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.