Ram¨®n Vila, cirujano taurino, 80 a?os, y m¨¢s de 1.500 toreros por el quir¨®fano
Jefe de la enfermer¨ªa de la Maestranza durante 32 a?os, se considera m¨¦dico-torero
Por su quir¨®fano de la Maestranza han pasado m¨¢s de 1.500 toreros, presume orgulloso de que el equipo m¨¦dico ha salido ¡®por la Puerta del Pr¨ªncipe¡¯ media docena de veces, reflejo de otras tantas vidas robadas a un destino tr¨¢gico; ha vivido, tambi¨¦n, momentos muy tristes enfundado en la bata blanca, y asegura, todo ufano, que se siente ¡®torero, torero, torero¡¯. Acaba de cumplir 80 a?os, se jubil¨® en 2011, pero no ha abandonado a¨²n el burladero de los ¡®se?ores m¨¦dicos¡¯ del callej¨®n de la plaza de toros de Sevilla. Su nombre es Ram¨®n Vila, toda una instituci¨®n en la fiesta de los toros.
A su edad se encuentra convaleciente de un doloroso esguince en la pierna derecha, ha perdido lozan¨ªa f¨ªsica, pero mantiene intacto el car¨¢cter risue?o, en¨¦rgico y resolutivo que le hizo famoso al frente de un equipo de profesionales sanitarios que ha marcado una ¨¦poca en la tauromaquia moderna.
Ram¨®n Vila Jim¨¦nez (Sevilla, 1938) hace balance de su vida y confiesa que sus recuerdos m¨¢s vivos le llevan a su infancia en las calles cercanas a la iglesia sevillana del Gran Poder, y a su esposa (¡°lo ha sido todo en mi vida¡±).
Es una de las pocas personas, quiz¨¢ la ¨²nica en el mundo, que no ha faltado a su cita con la Maestranza desde el a?o 1965, cuando entr¨® a formar parte del equipo en el que estaba su padre. Ascendi¨® por oposici¨®n a cirujano jefe en 1978, y, tras 33 a?os en el cargo, decidi¨® jubilarse a causa de las grav¨ªsimas cogidas que sufrieron Luis Mariscal y Jes¨²s M¨¢rquez, y que a ¨¦l le rompieron el alma y le cambiaron la vida.
Las grav¨ªsimas cornadas de Luis Mariscal y Jes¨²s M¨¢rquez precipitaron su jubilaci¨®n
-Efectivamente, en 2010, estos dos toreros se salvaron de milagro, y a m¨ª me dio un baj¨®n sicol¨®gico. Tengo ya 72 a?os, me dije, y si hubieran muerto, m¨¢s de uno hubiera pensado que, claro, como el cirujano est¨¢ ya tan mayor¡ Total, que decid¨ª jubilarme con la condici¨®n de que me permitieran continuar en el burladero por si en alg¨²n momento era necesaria mi ayuda.
Los banderilleros Luis Mariscal y Jes¨²s M¨¢rquez, el novillero Curro Sierra, el matador Pepe Luis Vargas y algunos otros son las ¡®puertas del pr¨ªncipe¡¯ del equipo m¨¦dico¡
¡ª Todos ellos son nuestro mejor orgullo como sanitarios. Bien es verdad, no obstante, que en la enfermer¨ªa de esta plaza se puede atender cualquier emergencia. Valga el dato de que en los ¨²ltimos diez a?os hemos conseguido salvar a m¨¢s de veinte infartados entre los espectadores.
¡ª Han sido momentos de triunfo¡
¡ª S¨ª, he vivido secuencias maravillosas, otras muy dif¨ªciles y algunas muy dolorosas, como las muertes de Montoli¨² y Soto Vargas en la temporada de 1992.
El cirujano habla y no para de la calidad del equipo que dirigi¨® durante a?os. Oficialmente, el grupo lo componen cinco personas: un cirujano jefe, un ayudante, un anestesista , un ATS y un quirofanista.
¡°Los toreros son iguales a nosotros en todo menos en el sentimiento¡±
¡ª Yo a?ad¨ª un internista y dobl¨¦ el equipo para atender posibles bajas, de modo, que muchas tardes, son doce los m¨¦dicos que est¨¢n alertas en el callej¨®n para atender cualquier emergencia que se produzca en el ruedo o en los tendidos.
¡ª Usted ha comentado en alguna ocasi¨®n que la fiesta de los toros es la ¨²nica actividad que permite hacer un diagn¨®stico m¨¦dico previo¡
¡ª Sin duda; la ¨²nica en el mundo que cuenta con un equipo m¨¦dico a la espera de que suceda alg¨²n imprevisto; y, adem¨¢s, el tiempo que transcurre entre el accidente y la atenci¨®n al herido es m¨ªnimo. De ah¨ª, el alto n¨²mero de aciertos. Presenciar el percance es fundamental para su curaci¨®n.
Cuenta Vila que asisti¨® invitado hace unos a?os a un congreso sobre emergencias sanitarias en Lisboa, donde cont¨® su experiencia en las heridas por asta de toro. Durante el coloquio, tom¨® la palabra un general americano ¡®grande como un armario¡¯ y le dijo: ¡°Doctor, si yo hubiera tenido la suerte de ver in situ las heridas de mis hombres, no se hubieran muerto tantos soldados en Vietnan¡±.
¡ª ?Una cornada es como una pu?alada?
¡ª En absoluto. Un cuchillo es un objeto r¨ªgido que entra, rompe y sale. El toro hiere de abajo a arriba. Primero, te levanta del suelo, el cuerpo gira a trav¨¦s del centro de gravedad, que est¨¢ al nivel de la cuarta o quinta v¨¦rtebra lumbar, y, con el pit¨®n dentro, da la vuelta y produce trayectorias distintas. El toro es el ¨²nico animal que hiere de esa forma.
¡ª Ha dicho usted que las cornadas no duelen¡
¡ª No, porque al tiempo que hieren, queman. Y una quemadura no duele en el primer momento porque insensibiliza los nervios perif¨¦ricos.
A Ram¨®n Vila se le cae alguna l¨¢grima cuando habla de su padre (¡°nunca he conocido a nadie que operara tan bien como ¨¦l¡±), de quien aprendi¨® la profesi¨®n y a estar en la vida.
¡ª ?Por qu¨¦ me hice m¨¦dico? No lo s¨¦; quiz¨¢, por la influencia del ambiente familiar. Pero tengo claro que nunca quise ser m¨¦dico, sino cirujano, como mi padre. Y me introduje de lleno en la tauromaquia porque quer¨ªa averiguar qu¨¦ encerraban dentro los toreros que no pose¨ªamos los dem¨¢s. ?Qu¨¦ les hac¨ªa ser toreros? Y lo averig¨¹¨¦.
¡ª ?Y?
- Los toreros son iguales a nosotros en todo menos en el sentimiento. Sienten de manera diferente. Les duelen las cornadas como a cualquiera, pero lo expresan de otro modo. Son raros, s¨ª, pero no est¨¢n locos. Un loco estar¨¢ siempre en la enfermer¨ªa. Deben ser inteligentes, muy inteligentes.
¡ª ?Y c¨®mo es el toro?
¡ª Creo que el toro es el ¨²nico animal que posee inteligencia. No se conoce otro con ese poder¨ªo, esas defensas y esa fiereza que obedezca al cite y acuda con suavidad y nobleza a los enga?os.
¡ª Pero cuando hiere¡
¡ª Antes her¨ªa m¨¢s, pero ahora lo hace de verdad. Y la raz¨®n es que hace a?os la cornamenta era m¨¢s peque?a y, por tanto, m¨¢s peligrosa que una aparatosa. Cualquiera es m¨¢s certero con un pu?al que con una lanza. Adem¨¢s, los toreros actuales est¨¢n m¨¢s preparados t¨¦cnicamente y son capaces de gobernar mejor la embestida. Pero las cornadas de ahora son m¨¢s grandes; ya no hay tantas contusiones y varetazos como antes, pero s¨ª heridas m¨¢s graves.
Ram¨®n Vila se confiesa ¡®currista¡¯, amante de los toreros de arte, pero no desprecia a los valerosos. ¡°De ning¨²n modo¡±, afirma, ¡°y uno de mis amigos ¨ªntimos fue Paquirri, que no era torero de embrujo. Yo le preguntaba por qu¨¦ te vas a porta gayola, o por qu¨¦ pones banderillas, y ¨¦l me contestaba que estaba obligado a hacerlo porque carec¨ªa de la condici¨®n art¨ªstica de otros.
Recuerda Vila con enorme satisfacci¨®n el d¨ªa que el diestro Espartaco lo salud¨® con un ¡®hola, maestro¡¯.
¡ª Aquellas palabras me produjeron un ¡®subid¨®n¡¯ tremendo. Yo siempre me he sentido torero, y la pena que tengo es que no he sido capaz de ponerme delante de un toro; pero, por dentro, soy torero, torero, torero¡
¡ª ?M¨¢s torero que m¨¦dico?
¡ª Digamos que me considero un m¨¦dico-torero.
¡ª Por cierto, ?c¨®mo son los toreros por dentro?
¡ª Carne, carne y carne¡ Arterias, venas y nervios. La carne la mueven los nervios, y si se produce una herida en un nervio importante la lesi¨®n ser¨¢ m¨¢s grave y seria que en la carne.
¡ª Don Ram¨®n, ochenta a?os ya¡
¡ª S¨ª, y me parece imposible haber llegado hasta aqu¨ª. ?Sabe c¨®mo voy a celebrarlo? Me voy a llevar a toda la familia de crucero. Quiero que mis nietos tengan un buen recuerdo del abuelo.
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