Tinta del pasado
Acuciada por la necesidad de sobreponerse a la enfermedad, Emil Ferris decidi¨® escapar construyendo un relato destinado a ser veros¨ªmil desde la ficci¨®n
Cuando recordamos, traemos al presente momentos de nuestro pasado que creemos v¨ªvidas r¨¦plicas de lo ocurrido. Fragancias, olores, sonidos y melod¨ªas se unen a la imagen para recrear aquello que creemos que sucedi¨®. Sin embargo, no dejan de ser constructos de nuestro cerebro, apenas unos retazos fragmentados de la realidad que son maquillados con eficacia para erigir una ficci¨®n de la verdad, una memoria que se autodefine como el equilibrio entre recuerdos y olvidos, entre apenas unas informaciones objetivas y muchos espacios en blanco que son pintados con la firme mano de la verosimilitud. Incapaces de reconocer lo verdadero de lo inventado, aceptamos como cierto lo que nos entrega nuestra mente, hasta el punto de aceptarlo como verdades inmutables, en un acto de fe que tendr¨¢ tan corto recorrido como el siguiente recuerdo. Creamos ficciones de un pasado que nos reconfortan con la realidad de un presente que ser¨¢ engullido r¨¢pidamente por el pasado.
Acuciada por la necesidad de sobreponerse a la enfermedad, Ferris decidi¨® escapar construyendo su memoria alternativa, un relato destinado a ser veros¨ªmil desde la ficci¨®n. La vida de la peque?a Karen que se cree una ni?a-lobo est¨¢ dibujada sobre un cuadernillo pautado de gusanillo, con bol¨ªgrafos que supuran tinta del pasado de la dibujante en el Chicago de los a?os sesenta, pero que, como los recuerdos, va encontrando su propio camino en una historia que crece continuamente. Se desdobla, toma atajos y vuelve al inicio, se pierde conscientemente sin aparente rumbo fijo, pero cimentando poco a poco un relato poli¨¦drico apasionante, que es capaz de moverse entre la ficci¨®n detectivesca de un asesinato y el horror del Holocausto, entre las pasiones imaginarias de una ni?a de 10 a?os y la cruda realidad de la calle, entre la cultura popular de los tebeos de terror y el arte de los museos. A medida que el relato avanza, se torna en verdad aceptada para un lector definitivamente preso en una de las obras m¨¢s sorprendentes del c¨®mic de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, tan brillante como inagotable en sus lecturas.
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