Kanye West pierde su coartada
El nuevo ¨¢lbum del rapero presenta la cara m¨¢s vulgar del influyente artista
La ¨²nica manera de sobrevivir si uno ha decidido ser una estrella controvertida es tener una coartada. A poder ser, creativa. Hasta hoy, Kanye West, el m¨²sico, padre de los hijos de Kim Kardashian, hab¨ªa logrado sobreponerse a su d¨ªscola e imprevisible personalidad p¨²blica gracias a una carrera musical impecable. No es exagerado afirmar que es uno de los artistas m¨¢s relevantes de los ¨²ltimos 15 a?os, responsable en gran medida de que el hip-hop actual sea la m¨²sica m¨¢s consumida y celebrada. Hasta esta semana, Kanye West (Atlanta, 1977) parec¨ªa poseer un superpoder al que todos aspiramos: salir indemnes de nosotros mismos. Tras la publicaci¨®n el jueves de su nuevo disco, YE, da la impresi¨®n de que eso ya se le agot¨®.
Todo empez¨® hace unas semanas. Mientras el artista anunciaba una serie de lanzamientos musicales entre finales de mayo y principios de junio que promet¨ªan colocarlo de nuevo en el epicentro de lo que se entiende como la m¨²sica que uno debe escuchar en 2018, si quiere que al final del a?o este le haya parecido algo que vali¨® la pena vivir, West daba rienda suelta a la parte m¨¢s dudosa de su personalidad p¨²blica. Por un lado, estaba el tipo que iba a producir un disco fant¨¢stico para el rapero Pusha T, que ten¨ªa un largo preparado junto a otro rapero, Kid Cudi, y que, sobre todo, iba a lanzar su nuevo ¨¢lbum en solitario, el primero desde el grandioso The Life of Pablo (2016). Por otro, estaba el personaje que se declaraba fan de Trump, flirteaba con presentarse a presidente de Estados Unidos y afirmaba que lo de los 400 a?os de esclavitud fueron ¡°una elecci¨®n¡±. Estaba jugando con fuego.
Hace dos d¨ªas, el equipo de Kanye West se comunicaba con un centenar de personajes de la prensa, la moda, la comunicaci¨®n y la influencia de EE UU anunci¨¢ndoles que el jueves por la ma?ana deb¨ªan presentarse en una terminal del aeropuerto neoyorquino JFK desde la que parten vuelos ch¨¢rter de aerol¨ªneas privadas. Iban a trasladarles hasta Jackson Hole, Wyoming, una remota localidad de apenas de 10.000 habitantes cerca de la cual se hab¨ªa grabado YE. Al llegar, les avisaron de que por la noche refrescaba y les trasladaron a un rancho en el que les esperaban algunas celebridades, entre ellas, Kim Kardashian o el actor Jonah Hill, adem¨¢s de algunos vecinos de la zona con los que supuestamente el autor de Yeezus hab¨ªa hecho buenas migas mientras grababa este breve disco (siete temas, 23 minutos). Escucharon juntos el ¨¢lbum entre hogueras y charlas amigables, con West abrazando a todo el mundo y Kim logrando parecer hasta simp¨¢tica. Seg¨²n las cr¨®nicas, la gente bail¨®. Debi¨® de ser el fr¨ªo, podemos deducir tras escuchar YE.
El octavo largo estuvo finalmente disponible en streaming el viernes a mediod¨ªa. En Spotify, durante toda la ma?ana, estuvo colgada una canci¨®n atribuida a Kanye West titulada Lift yourself, con una portada que recordaba a los mensajes que mandaba el primigenio sistema operativo de Apple cuando algo sal¨ªa mal. No se sabe si era un hackeo u otra genialidad promocional del artista. En la era de los discos que se lanzan a traici¨®n (Beyonc¨¦), o con mucha antelaci¨®n pero ning¨²n adelanto (Arctic Monkeys) parec¨ªa obvio que el fundador del sello GOOD Music no iba a dejar pasar la oportunidad de a?adir algo a esta nueva narrativa. Finalmente, el disco estuvo disponible en streaming alrededor de las 15.00, hora espa?ola. El ¨¢lbum m¨¢s esperado para quienes les importan muy poco los discos.
YE arranca con un tema titulado I Thought About Killing You (Pens¨¦ en matarte), en el que West flirtea con la idea del suicidio y repite una y otra vez: ¡°Me quiero m¨¢s de lo que te quiero¡±. Es una maravilla, en la l¨ªnea de las ¨²ltimas creaciones del artista: m¨²sica inc¨®moda que puede acomodar a todo el mundo por razones que, la verdad, no son explicables. Pero ah¨ª est¨¢n.
Al tema lo suceden dos joyas m¨¢s, Yikes y All mine, a medio camino entre todo lo bueno que ha hecho y todo lo bueno que se esperaba que fuera a hacer. Y ah¨ª se acaba la fiesta. West entra en modo vulgar, hace lo que jam¨¢s hab¨ªa necesitado hacer hasta hoy: tratar de contentar. El cataclismo es casi indescriptible. ?Importa eso?
Pues m¨¢s de lo que parece, incluso para quienes jam¨¢s han sentido inter¨¦s por la m¨²sica del marido de Kim Kardashian. Sin la coartada de una obra art¨ªstica impecable se convierte en un simple imb¨¦cil. No es que el arte redima la maldad, pero, seg¨²n las circunstancias, ayuda a tolerarla. A West se le re¨ªan las gracias incluso cuando amenazaba con poner en la portada de este disco una foto del cirujano que llev¨® a cabo la operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica que sali¨® mal y termin¨® con la vida de su madre en 2009. ?l lo entend¨ªa como una forma de zanjar el asunto, casi como una forma de pedir perd¨®n. Al final, no lo ha hecho.
La imagen de la tapa son unas monta?as de Wyoming y la leyenda: ¡°Odio ser bipolar, es maravilloso¡±.
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