Pintora del silencio
Fallece a los 82 a?os Isabel Baquedano, artista que estuvo centrada en su obra, et¨¦rea y muy espiritualizada. hasta el momento mismo en que le sorprendi¨® la muerte
?Qu¨¦ dif¨ªcil es poner adjetivos a la personalidad y a la obra de una artista, como Isabel Baquedano, tan bien remetida en su mundo interior! ?Tan discreta, t¨ªmida y ensimismada! Nacida en la localidad navarra de Mendavia en el fat¨ªdico a?o de 1936, Baquedano fue, por tanto, una ¡°ni?a de la guerra y, desde luego, que creci¨® en la empobrecida posguerra espa?ola. A?os de tribulaci¨®n y miseria, de total incertidumbre, los menos aptos para el florecimiento de una sensibilidad art¨ªstica, y, menos, si quien la posee pertenece a un car¨¢cter introvertido. As¨ª con todo, el arte hinca no pocas veces sus ra¨ªces en estos paisajes desolados, rebuscando los visajes brillantes escondidos en los p¨¢ramos m¨¢s yermos. En cualquier caso, definida su vocaci¨®n, ya en plena d¨¦cada de 1950, Isabel Baquedano se traslad¨® a Madrid, donde se form¨® en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, y, en 1957, gan¨® una plaza como profesora de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, lo que le permiti¨® sobrevivir materialmente e ir perfilando su personal estilo pict¨®rico de orientaci¨®n figurativa realista, pero con un sello personal de elegante sutileza, donde el adusto paisaje urbano se transfiguraba con delicados toques crom¨¢ticos. En 1960, a los 24 de edad, present¨® su primera exposici¨®n individual en Pamplona, mostrando a continuaci¨®n, en esta y las siguientes d¨¦cadas, su obra con cierta regularidad en diversas galer¨ªas y centros de exposiciones de Madrid, a trav¨¦s de lo cual obtuvo un cierto reconocimiento cr¨ªtico, aunque quiz¨¢s no el suficiente para la original calidad de su arte, por esa su tendencia a encerrarse discretamente en su mundo ¨ªntimo.
Sea como sea, al margen de las circunstancias, Baquedano fue dando forma a su particular universo de manera constante, sintetizando cada vez m¨¢s las formas y logrando dar una peculiar p¨¢tina sorda a sus colores aplanados de estirpe matissiana, un poco como retractivamente qued¨¢ndose solo con lo esencial. Con ello su pintura se hizo et¨¦rea y muy espiritualizada, concordante con una tem¨¢tica en la que la realidad cotidiana se fue girando hacia asuntos cl¨¢sicos en la representaci¨®n de la intimidad femenina, como las?Anunciaciones de la Virgen Mar¨ªa, tratadas muy pr¨®xima a los maestros del siglo XV italiano. En este sentido, Isabel Baquedano consigui¨® la reducci¨®n de lo simb¨®lico a los momentos y gestos esenciales de la narraci¨®n, mientras que formalmente destil¨® una composici¨®n apurada al extremo, las figuras silueteadas con una afilada trama, el aplanamiento crom¨¢tico y la apurada atm¨®sfera en luminosa sordina. Esta econom¨ªa de medios estuvo siempre al servicio de intensificar al m¨¢ximo el testimonio de lo que cre¨ªa verdadero, una virtud tan moral como est¨¦tica.
Por ¨²ltimo, hay que destacar el hecho de que Isabel Baquedano estuvo centrada en su obra hasta el momento mismo en que le sorprendi¨® la muerte, hace unos d¨ªas el a?o en que cumpl¨ªa 82, y mientras preparaba una exposici¨®n para el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Su arte, embebido en el silencio, deja tras de s¨ª una estela cantarina, como el eco de las notas musicales de un canto de maitines de un convento. Una resonancia purificadora que se queda indefinidamente fijada en el aire. Fue Baquedano un ejemplo de recogimiento.
Babelia
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