El f¨²tbol es una novela
Se escriben muy buenos libros de f¨²tbol. El problema es dar con ellos. Los escritores juegan en campos de tierra a los que no llegan los ojeadores de los grandes clubes
Osvaldo Zubeld¨ªa, legendario entrenador de Estudiantes de La Plata, tomaba decisiones originales. Un d¨ªa sus jugadores comieron pechugas y jugaron como si las hubieran tragado con todo y plumas. Zubeld¨ªa no atribuy¨® el bajo rendimiento a la t¨¢ctica o la preparaci¨®n f¨ªsica: el pollo daba mala suerte, y lo borr¨® de la dieta.
El f¨²tbol es una actividad incalculable donde la imaginaci¨®n justifica resultados. No hay modo de explicarlo con objetividad. Los goles dependen del certero remate de cabeza o el toque para pegarle al bal¨®n ¡°de tres dedos¡±, pero tambi¨¦n de supersticiones, azares y leyendas. En otras palabras: las jugadas tienen vida privada y aun secreta.
Escribir de f¨²tbol deriva de una curiosidad esencial: ?c¨®mo fue posible lo evidente? El gol fantasma de Wembley o el cabezazo de Zidane a Materazzi provocan horas de tertulia. Lo que en el limitado mundo de los hechos dur¨® un instante, en la especulaci¨®n compite con la eternidad.
Lecturas
En qu¨¦ pensamos cuando pensamos en f¨²tbol. Simon Critchley. Traducci¨®n de Milo J. Krmpotic. Sexto Piso, 2018. 164 p¨¢ginas. 17,90 euros. He aqu¨ª un fil¨®sofo capaz de mezclar el fuera de juego y el cabezazo de Zidane a Materazzi con las teor¨ªas hermen¨¦uticas de Gadamer. Y no chirr¨ªa.
Historia m¨ªnima del f¨²tbol en Am¨¦rica Latina. Pablo Alabarces. Turner, 2018. 269 p¨¢ginas. 18 euros. Un an¨¢lisis de las relaciones entre deporte y clase social en un continente donde el f¨²tbol es una religi¨®n solo amenazada en el Caribe y Centroam¨¦rica por el b¨¦isbol.
F¨²tbol y poder en la URSS de Stalin. Mario Alessandro Curletto. Pr¨®logo de Carlos Taibo. Traducci¨®n de Alfonso Zuriaga. Altamarea, 2018 .138 p¨¢ginas. 16,90 euros. La historia del Spartak del Mosc¨², "el equipo del pueblo", y de su rivalidad con las escuadras del poder: el Dinamo (del Comisariado para Asuntos Internos) y el CSKA (del Ej¨¦rcito).
Un talento natural. Ross Raisin. Traducci¨®n de ??igo F. Lomana. Seix Barral, 2018. 542 p¨¢ginas. 22 euros. Una inmersi¨®n en los miedos y deseos de un futbolista llamado a triunfar y que termina jugando en un equipo mucho m¨¢s peque?o que sus expectativas.
C¨®mo llegamos a la final de Wembley. J. L. Carr. Traducci¨®n de Puerto Barruetabe?a. Tusquets, 2018. 208 p¨¢ginas. 17 euros. Humor brit¨¢nico del bueno y de 1974. El f¨²tbol es una excusa para retratar un pa¨ªs contando la historia de su equipo menos profesional.
Alienaci¨®n indebida. Rafa Cabeleira. Pr¨®logo de Pep Guardiola. C¨ªrculo de Tiza, 2018. 212 p¨¢ginas. 21 euros. El f¨²tbol ha dado mejores articulistas que novelistas. Cabeleira es de los primeros y demuestra que una mirada ir¨®nica puede convertir en poes¨ªa un cero a cero.
Nos parece mejor. Nacho Carretero. Libros del K.O., 2018. 150 p¨¢ginas. 8 euros. El autor de Fari?a cuenta la historia ¨¦pica del Deportivo de La Coru?a sin olvidar la parte cr¨ªtica.
Todo Messi / Tot Messi. Jordi Punt¨ª. Anagrama / Emp¨²ries, 2018. 164 / 142 p¨¢ginas. 15,50 / 15,90 euros. Punt¨ª es uno de los grandes de las letras catalanas y su libro, nada menor, est¨¢ a la altura de esa grandeza. Del crack argentino interesa hasta el calentamiento.
Cristiano y Leo. Jimmy Burns Mara?¨®n. C¨®rner, 2018. 320 p¨¢ginas. 17,90 euros. Como bien saben Nadal y Federer, Ca¨ªn y Abel, solo un gran rival da la medida de los mejores. Esta biograf¨ªa cruzada lo demuestra.
Las pasiones piden ser contadas. No hay modo de guardar silencio ante la conquista del campeonato o una derrota de ¨²ltimo minuto. Sin palabras, el juego pierde trascendencia. Pensemos en dos goles c¨¦lebres que cayeron en el mismo partido. Maradona enga?¨® al ¨¢rbitro anotando con el pu?o. La picard¨ªa se convirti¨® en mito cuando la bautiz¨® como ¡°la mano de Dios¡±; posteriormente, convirti¨® el gol leg¨ªtimo m¨¢s brillante de la historia y el Negro Enrique, que le hab¨ªa cedido el bal¨®n en media cancha, le dijo durante el abrazo: ¡°?Te di un pase de gol!¡±. El f¨²tbol necesita ser dicho.
Esto no implica que deba ser le¨ªdo. Las masas que llenan las tribunas no se caracterizan por su curiosidad intelectual. Cuentan an¨¦cdotas, insultan, tienen corazonadas, confiesan temores y les ponen apodos a los jugadores sin pensar que participan en una operaci¨®n narrativa.
A su manera, el f¨²tbol es una novela. Tiene la extensi¨®n, la trama de conjunto, las peripecias incidentales, los predicamentos morales, las contradicciones de car¨¢cter y el populoso reparto de un Balzac que hubiese decidido situar su Comedia humana en la hierba. Tal vez por eso mismo no abundan las grandes novelas sobre el tema. Hay poco que inventarle a una liga que llega en cap¨ªtulos. Ah¨ª est¨¢n, por supuesto, Fiebre en las gradas, de Nick Hornby; Especies protegidas, de Ferran Torrent; El regate, de Sergio Rodrigues, o So?¨¦ que la nieve ard¨ªa, de Antonio Sk¨¢rmeta. Pero lo m¨¢s importante de esos textos no es lo que ocurre en el estadio, sino en la vida que los circunda.
Acaso el f¨²tbol se preste m¨¢s para indagarle misterios a trav¨¦s del cuento, como han demostrado Gonzalo Su¨¢rez, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, Roberto Fontanarrosa y tantos otros.
Hasta ahora, la zona m¨¢s fecunda para abordar el juego ha sido la cr¨®nica. El partido transcurre al comp¨¢s de la narraci¨®n de los rapsodas del micr¨®fono, pero eso nunca es suficiente. Hay que volver a narrar lo sucedido. El lunes, los peri¨®dicos amanecen dichosamente abultados por noticias que todo el mundo conoce pero que emocionan tanto o m¨¢s que el partido.
Durante d¨¦cadas los reporteros de las canchas fueron como los fogoneros de los barcos. No se pod¨ªa avanzar sin ellos, pero nadie les prestaba atenci¨®n. Todav¨ªa en 1963 escribi¨® Pier Paolo Pasolini: ¡°El f¨²tbol no ha tenido todav¨ªa el honor de captar la atenci¨®n inteligente¡±. En ese texto se dirige a un hipot¨¦tico articulista de L¡¯Espresso: ¡°Si hici¨¦ramos el juego de la verdad, ?no acabar¨ªas confesando que, cada domingo, te apuestas un caf¨¦ con tu barbero por el resultado del partido?¡±.
Galeano, Verd¨² y Montalb¨¢n fueron pioneros en indagar la mitolog¨ªa que determina los domingos de la especie
?Es posible entender la vida en la Tierra sin analizar el entretenimiento mejor repartido en el planeta? Eduardo Galeano, Vicente Verd¨² y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n indagaron en forma precursora la mitolog¨ªa popular que determina los domingos de la especie.
Actualmente se escriben muchos y muy buenos libros de f¨²tbol. El problema es dar con ellos. Quien desee conocer Una granada para River Plate, de Juan Pablo Meneses, donde los hinchas de la U. de Chile se juegan la vida en Argentina, deber¨¢ hacer un recorrido semejante para conseguir el libro.
La reflexi¨®n sobre el deporte ha ganado prestigio, pero los autores juegan en campos de tierra a los que no llegan los ojeadores de los grandes clubes. Menciono algunos t¨ªtulos recientes, conseguidos por casualidades cercanas al milagro.
Javier Mar¨ªas supo resumir la fascinaci¨®n elemental del juego: estamos ante ¡°la recuperaci¨®n semanal de la infancia¡±. Cada partido remite al momento en que decidimos sufrir y gozar de un modo y no de otro. En Hijos del f¨²tbol, Galder Reguera, que lleva tatuados los colores del Athletic de Bilbao, comparte los primeros pasos de su hijo Oihan para marcar un gol e integrarse a una entidad que lo trasciende, el equipo de su tierra. Tambi¨¦n Enric Gonz¨¢lez recibi¨® su devoci¨®n hacia el Espanyol por v¨ªa hereditaria. Su madre era del Bar?a, pero ¨¦l no deseaba triunfos previsibles. En Una cuesti¨®n de fe cuenta el primer partido al que asisti¨® en el campo de Sarri¨¤. Un ¨¢rbitro infame marc¨® un penalti contra los Pericos. Hubo protestas y se fue la luz: ¡°Sobre el c¨¦sped quedaron unas sombras tristes, difuminadas por el aguacero. Cuando se resolvi¨® la aver¨ªa de los focos, el Castell¨®n marc¨® de penalti¡±. El partido termin¨® 0-1. Esa derrota injusta ante un rival de poca monta revel¨® a Gonz¨¢lez algo m¨¢s importante que el triunfo.
A veces el f¨²tbol llega sin apoyo paterno. El chileno Francisco Mouat naci¨® en 1962, cuando su pa¨ªs era sede del Mundial. El beb¨¦ parec¨ªa marcado por una determinaci¨®n tel¨²rica, pero su padre ten¨ªa una relaci¨®n ¡°fr¨ªa, distante¡± con el f¨²tbol. Si acaso iba al estadio, sal¨ªa antes de que acabara el partido para evitar aglomeraciones. Esto dej¨® el campo libre al padrino, que en el bautizo decidi¨® alejar al ni?o de las tentaciones del diablo y acercarlo a las del ¡°ballet azul¡±. El resultado fue tan contundente que en Soy de la U. Mouat pide que sus cenizas vayan a dar al campo azul.
¡°El f¨²tbol es la ¨²ltima representaci¨®n sagrada de nuestra ¨¦poca¡±, escribi¨® Pasolini. La liturgia no siempre es estupenda, pero nunca faltan supersticiones. En C¨¢balas del f¨²tbol, Ricardo Gotta se ocupa de ¡°las doctrinas ocultas de Dios¡±, es decir, las razones por las que Argentina no ha sido campeona desde 1986. Entrenar no basta: el triunfo tambi¨¦n depende de un proceso m¨¢gico. En El partido (del siglo) Andr¨¦s Burgo dedica casi 300 p¨¢ginas a la apasionante reconstrucci¨®n del Argentina-Inglaterra en el Mundial de M¨¦xico. Lo que esa selecci¨®n hizo el 22 de junio de 1986 dependi¨® de ritos minuciosos, como ir al estadio en el destartalado autob¨²s que les hab¨ªa dado suerte, siempre escoltados por los motociclistas Jes¨²s y Tob¨ªas; Bilardo saludaba con las mismas palabras y Maradona se sentaba en un lugar inamovible; no pod¨ªan descender si no avistaban antes un helic¨®ptero; ya en el estadio, s¨®lo pisaban la cancha si ve¨ªan una paloma picoteando el c¨¦sped.
Mar¨ªas supo resumir la fascinaci¨®n inicial del juego: ¡°La recuperaci¨®n semanal de la infancia¡±
Bilardo era tan obsesivo que en una boda le pidi¨® a la esposa de Ruggeri que bailara con su marido junto a Careca para comparar sus estaturas. En su mente, los detalles f¨¢cticos alternaban con los esot¨¦ricos. Un d¨ªa antes del partido contra Inglaterra, Argentina no ten¨ªa camisetas ligeras para soportar el calor y tuvieron que fabricarlas de emergencia. La confecci¨®n de un uniforme pirata en tiempo r¨¦cord predispuso al equipo para el triunfo. Estaban tan unidos que compart¨ªan locuras: el d¨ªa del partido, 10 de los 11 titulares desayunaron con coca-cola.
La gloria del Argentina 2-Inglaterra 1 contrasta con el oscuro Argentina 6-Per¨² 0, del Mundial de 1978, al que Gotta dedic¨® otro libro, Fuimos campeones, donde relata las circunstancias pol¨ªticas que influyeron en esa goleada.
El f¨²tbol ha sido agraviado por los poderosos, pero tambi¨¦n ha protagonizado episodios de resistencia. En Cambio de juego. Historias desconocidas del f¨²tbol chileno, Nicol¨¢s Vidal narra el momento en que el goleador Carlos Caszely, cuya madre hab¨ªa sido torturada por la dictadura, se neg¨® a darle la mano a Augusto Pinochet.
Los libros sobre f¨²tbol dependen de una certeza incontrovertible: los goles s¨®lo existen si se gritan
Las entra?as del f¨²tbol han dado lugar a piezas de indagaci¨®n detectivesca como Prep¨¢rense para perder. Ah¨ª, Diego Torres expone la paranoia del vestuario del Real Madrid ante las t¨¢cticas persecutorias de Jos¨¦ Mourinho. Por su parte, Mart¨ª Perarnau recoge en Herr Pep el primer a?o de Guardiola en el Bayern de M¨²nich en asombrosa proximidad, digna de un utilero del equipo.
Hay grandes historias de trazo amplio, como la biograf¨ªa de Mart¨ªn Caparr¨®s del equipo de sus amores en Boquita, y otras dependen de no haber sucedido: en Mundiales y destinos, el escritor peruano Jorge Cuba Luque cuenta el drama del m¨¢s caballeroso de los jugadores, Bobby Moore, injustamente acusado de asaltar la joyer¨ªa Fuego Verde en Bogot¨¢.
En su libro sobre Lionel Messi, Leonardo Faccio se ocupa de los pliegues desconocidos del jugador m¨¢s conocido, y en Corbatta. El wing, Alejandro Wall recrea la ascensi¨®n y ca¨ªda de un genio ignorado que anot¨® un gol de museo en 1957 y se perdi¨® en la borrasca del alcohol, un fantasma que estremece en la lectura sin que lo hayamos visto en la cancha.
Los libros sobre f¨²tbol dependen de una certeza incontrovertible: los goles s¨®lo existen si se gritan.
Abierto por f¨²tbol
El Mundial que empez¨® en Rusia el jueves pasado ser¨¢ el ¨²ltimo con Andr¨¦s Iniesta y el primero sin Eduardo Galeano. El primero public¨® sus memorias ¡ªLa jugada de mi vida (Malpaso)¡ª hace dos a?os; el segundo, autor de un cl¨¢sico de la literatura balomp¨¦dica como El f¨²tbol a sol y sombra, muri¨® hace tres. Ya no podr¨¢ colgar en la puerta de su casa el mismo cartel de cada Copa del Mundo: "Cerrado por f¨²tbol". Esas tres palabras, que hac¨ªan las veces de "No molestar", son las que su editorial de siempre, Siglo XXI, ha usado como t¨ªtulo al reunir los escritos del autor uruguayo sobre mitos modernos como Maradona, Zidane o el Che Guevara.
Los escritores latino?americanos nunca han padecido el complejo de sus colegas espa?oles respecto al f¨²tbol. La salida de estos del armario ¡ªo del vestuario¡ª se ha traducido en la aparici¨®n de revistas como L¨ªbero o Panenka, de colecciones como Hooligans Ilustrados de la editorial Libros del K.O. o incluso de una antolog¨ªa de poes¨ªa como Un bal¨®n envenenado, publicada por Visor con motivo de la Eurocopa de 2012. Gan¨® Espa?a. Tambi¨¦n los buenos resultados ayudan a vender libros.
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