Por una pol¨ªtica cultural ambiciosa
La altura de los desaf¨ªos y el tiempo transcurrido en nuestro pa¨ªs sin una gesti¨®n en este campo de forma ambiciosa obligan a hacer tambi¨¦n planteamientos estrat¨¦gicos
Las especiales circunstancias en las que se ha formado el gobierno socialista han llevado a alg¨²n agudo observador de la vida nacional a preguntarse si lo que le corresponde no es tanto gobernar con leyes y expedientes cuanto regenerar con conductas ¨¦ticas ejemplares.
Con un punto de partida pr¨®ximo, tiene sentido preguntar si de lo que se trata desde el renacido Ministerio de Cultura y Deportes es de gestionar los asuntos ordinarios o abordar una tarea m¨¢s ambiciosa para poner la cultura espa?ola ante el espejo de sus fallos y de su enorme potencial: liderar con una pol¨ªtica ambiciosa e inteligente una respuesta de la cultura espa?ola al cambio mundial de paradigma en el que estamos inmersos.
Para sopesar la dificultad de la tarea, hay que reconocer que estamos en la ¨²ltima curva de unos interminables diez a?os de crisis, con una larga lista de bajas, y cargados con una historia de pol¨ªticas culturales frustradas, cortoplacistas o err¨®neas.
La subordinaci¨®n de las pol¨ªticas culturales a la disciplina fiscal extrema ha tenido unos efectos dur¨ªsimos para la buena salud de la creaci¨®n y del entramado institucional que da sentido a la cultura. La autoestima de los creadores est¨¢ gravemente da?ada y no solo por la pirater¨ªa. La reposici¨®n de algunos mantras antiguos ha alimentado la actitud negativa de una parte de la sociedad espa?ola contra su cultura y ha oscurecido un prestigio exterior resistente incluso en los momentos m¨¢s duros del proc¨¦s.
Pero, sobre todo, la dificultad reside en el enorme d¨¦ficit acumulado para elaborar una respuesta espa?ola a las preguntas que nos reclama ese nuevo paradigma alimentado por cambios tecnol¨®gicos, sociol¨®gicos, financieros y diplom¨¢ticos m¨¢s all¨¢ de cualquier nacionalidad.
Lo digital revoluciona los formatos, las t¨¦cnicas y las artes de la creaci¨®n y tambi¨¦n los soportes y medios de distribuci¨®n. En el cine, destaca la irrupci¨®n de las plataformas, el avance de las series como modelo narrativo, los cambios en la tecnolog¨ªa de la filmaci¨®n y la velocidad y facilidad de la circulaci¨®n de las obras. Todo ello deja obsoleta la legislaci¨®n que rige la explotaci¨®n de los derechos. Modifica los gustos, la cr¨ªtica y los p¨²blicos.
Otro tanto sucede con la m¨²sica, campo pionero en el cambio paradigm¨¢tico, y tambi¨¦n con las artes pl¨¢sticas, el patrimonio, la obra literaria, las artes esc¨¦nicas, y, en general, con cualquier expresi¨®n est¨¦tica. Justo cuando se ampl¨ªan las pol¨ªticas culturales a pr¨¢cticas como la moda, la gastronom¨ªa o el paisajismo.
En cuanto a los usos, hay una poderosa corriente que desborda el placer est¨¦tico y la comunicaci¨®n de significados: la cultura se emplea como factor de identidad (contra las migraciones y contra los vecinos) o de mestizaje (a favor de las migraciones y del di¨¢logo con los vecinos), se destaca como creadora de empleo y riqueza o por su contribuci¨®n a la imagen y el prestigio internacional del pa¨ªs.
Los esquemas de financiaci¨®n var¨ªan. Los museos acogen rodajes publicitarios o cinematogr¨¢ficos, prolifera la financiaci¨®n por medio del patrocinio de marcas y crece el papel de las AIE para la producci¨®n art¨ªstica.
Por fin, en el plano de la globalizaci¨®n, la doble dimensi¨®n iberoamericana y europea, presente en las pol¨ªticas culturales espa?olas desde los 90, se transforma con el crecimiento del portugu¨¦s a nivel de idioma internacional o con el Brexit y su impacto en la diplomacia cultural en ?frica, Asia o, incluso, Am¨¦rica.
Ciertamente, en la l¨®gica de los d¨ªas, vemos que el flamante ministerio de Cultura y Deportes debe atender a prioridades inmediatas como la bajada del IVA y la tramitaci¨®n de la Orden de Ayudas al Cine, la desactivaci¨®n del conflicto Zarzuela-Real o la culminaci¨®n de proyectos como el Estatuto del Artista.
Pero la altura de los desaf¨ªos y el tiempo transcurrido en nuestro pa¨ªs sin una pol¨ªtica cultural realmente ambiciosa, obligan a hacer tambi¨¦n planteamientos estrat¨¦gicos. Nos obligan a levantar por medio del consenso una arquitectura institucional y unos objetivos a medio plazo que saquen a la pol¨ªtica cultural espa?ola de la etapa de titubeos y frustraciones para colocarla en el lugar que por recursos e historial merece.
Fundada por Andr¨¦ Malraux a finales de los 40, renovada por los gobiernos de Tony Blair, y generalizada ahora por la UNESCO en las cuatro esquinas del mundo, la pol¨ªtica cultural tuvo en Espa?a una ¨¦poca de esplendor desde el principio de la Transici¨®n hasta bien entrados los a?os 90.
Una pol¨ªtica cultural para el pr¨®ximo lustro salida de una conversaci¨®n con los creadores, las instituciones culturales y el amplio elenco de autoridades que ponga en valor la creatividad, el prestigio internacional, la pluralidad de idiomas, ra¨ªces y referencias y nuestra naturaleza de espacio de encuentro y pasaje. Aqu¨ª podr¨ªa residir uno de los retos clave para una agenda a medio plazo (?2018-2020?) y para el que, ciertamente, pueden ser m¨¢s importantes la buena cabeza y el savoir faire que la holgura presupuestaria por mucho que a nadie le pueda molestar esto ¨²ltimo.
Joan ?lvarez Valencia es director de la C¨¢tedra de Diplomacia Cultural del IEEI y ha sido director de los centros del Instituto Cervantes en Estocolmo y Casablanca.
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