Ponce y El Juli, a hombros con una encastada corrida de Garcigrande
Hubo tres toros excepcionales, con bravura, fijeza y prontitud
La corrida de Domingo Hern¨¢ndez, con los dos hierros de la casa, tuvo lo que no suele tener el toro moderno: casta. Fue corrida interesante en diversos niveles, con toros de gran juego para el torero, como el lote de Ponce y el primero de El Juli; otro, como el sexto, obediente y muy noble, un tercero que se puso complicado y un quinto que promet¨ªa lo mejor de todos, pero que al final pag¨® con creces la exigencia en los dos primeros tercios y termin¨® acobardado y manso. Pero, en fin, corrida que nunca perdi¨® el inter¨¦s.
La pelea del primero de la tarde fue un espect¨¢culo. En estos tiempos que corren, poco visto. El de Domingo Hern¨¢ndez, toro regord¨ªo y c¨®modo de cara, se emple¨®, empuj¨® con todas sus fuerzas y con las mismas se llev¨® caballo y picador hasta el mismo platillo. En pelea monumental, metiendo los ri?ones. El picador se cogi¨® bien y le peg¨® un puyazo en toda regla. Ni los m¨¢s viejos del lugar recordaban pelea semejante: monumento al tercio de varas. ?Ya era hora!
Con pujanza, con la bravura demostrada e intacta, lleg¨® el toro a la muleta de Ponce. Antes, en banderillas, corret¨®n y algo distra¨ªdo, baj¨® de nota. Pero volvi¨® a recuperar nivel en el tercio final. La faena de Ponce, pausada, de buen ritmo, pero sin terminar de redondear las series. En todas hubo bellos pasajes, pero tambi¨¦n falt¨® la continuidad deseada. Gran fondo del toro. En un descuido de Ponce, la bravura del animal hizo hilo al torero, lo persigui¨® y a punto estuvo de cazarlo. Labor muy larga, prorrogada por el descabello, por lo que lleg¨® un aviso antes de entrar a matar y otro con el toro amorcillado ante la espada de cruceta. A tan gran toro lo despidieron con una ovaci¨®n en el arrastre.
Sin el nivel tan c¨¢lido del primero, pero noble y obediente sin condiciones, el cuarto de la tarde, con el hierro de Garcigrande. Toro m¨¢s de acuerdo con los tiempos que corren: toro de la modernidad. Fue dos veces al caballo, discreto la primera vez, defensivo en la segunda y muy suelto y corret¨®n en banderillas, provocado, quiz¨¢s, por una lidia deficiente. Vista que la cosa pintaba a favor de corriente, Ponce atac¨® desde el primer momento. Ataque frontal, sin descanso; tambi¨¦n sin reservas. En faena tan afanosa, entr¨® de todo por el mismo precio. Hubo muletazos reposados y otros de rabiosa actitud. Los circulares y las poncinas finales pusieron la plaza rendida a los pies del torero.
GARCIGRANDE, HERN?NDEZ / PONCE, EL JULI, CAYETANO
Cuatro toros de Domingo Hern¨¢ndez y y dos Garcigrande, -4? y 5?-, de correcta presentaci¨®n. Encastados en l¨ªneas generales, con tres toros de gran juego: primero, segundo y cuarto.
Enrique Ponce: _aviso_ estocada trasera y baja _segundo aviso_ y cinco descabellos (saludos); estocada trasera y tendida _aviso_ (dos orejas).
El Juli: estocada algo ca¨ªda (dos orejas); pinchazo hondo y descabello (saludos).
Cayetano: pinchazo y estocada h¨¢bil (saludos); pinchazo _aviso_ y estocada (palmas).
Plaza de Alicante. Quinta y ¨²ltima corrida de Hogueras. 24 de junio. Tres cuartos de entrada.
Otro gran toro fue el segundo. De menos presencia que el que abri¨® la corrida, pero dentro de la normalidad. Se dej¨®, sin m¨¢s, en varas, pero fue una m¨¢quina de embestir a la muleta de El Juli. Fijeza, prontitud, son, el hocico arrastrado por la arena; un toro sin pegas y con muchas virtudes. La respuesta de El Juli fue total. Ligero en ocasiones, pero el mando como principal virtud y el temple, hicieron lucir al m¨¢ximo al toro. Los cambios de mano, las series, sobre todo sobre la mano derecha, en bucles continuados, llevaron la faena a su m¨¢ximo esplendor. El corolario fue de gran pegada: tres circulares invertidos, ligados entre s¨ª, que el toro admiti¨® como si fuera el primer muletazo de tan larga faena. Toro de vuelta al ruedo, que el presidente obvio. Ni se enter¨®, vamos, de tan gran animal.
El quinto promet¨ªa mucho, tanto que El Juli le hizo una verdadera faena con el capote: hasta tres quites, tres, despu¨¦s de acudir el toro al caballo al relance, emplearse y desmontar al de tanda. Tres quites, que se dice pronto, de una tacada: por lopecinas, por faroles y por chicuelinas, m¨¢s los respectivos remates de medias o largas. Todo un repertorio a toro tambi¨¦n pronto, codicioso e incondicional. Pero tanto capote pareci¨® pagarlo luego. En banderillas el de Garcigrande se hizo el amo del ruedo, pero ya en la muleta se acobard¨® a las primeras de cambio. Se sali¨® distra¨ªdo de los muletazos y El Juli no logr¨® sujetarlo. Los intentos fueron vanos, hasta que el toro, ya sin disimulos, busc¨® las tablas por donde huir o refugiarse.
El tercero de la tarde fue de esos toros que piden el carnet profesional en primera instancia. Mal picado, se defendi¨® en el peto con la cara arriba y a tarascada limpia. Cogi¨® de muy mala manera al banderillero Alberto Zayas en su turno y los momentos muy dram¨¢ticos se saldaron con la paliza consiguiente pero, por fortuna, sin mayores consecuencias. El toro, muy avisado, encastado, lleg¨® muy enterado a la muleta. Cayetano no entreg¨® las cartas, ni ech¨® la toalla. Su respuesta fue responsable, valiente, de amor propio, ante toro que ten¨ªa mucho que torear. No ced¨ªa el toro en sus exigencias, que sal¨ªa de la suerte distra¨ªdo y buscando no se sabe qu¨¦, ni facilitaba posturitas m¨¢s o menos est¨¦ticas. Cayetano, firme, se hizo con la situaci¨®n aunque el lucimiento del toreo moderno no entraba en esta ocasi¨®n.
El toro que cerr¨® la feria, de preciosa pinta amelocotonada, derrib¨® con estrepito y codicia, pero fue mal picado en la segunda entrada. Fue un tren en banderillas, encastado, pero result¨® obediente y noble para la muleta. Y de nuevo un Cayetano responsable, en faena sin lucimiento, sin acople con el toro, pero con el amor propio por bandera. No se rindi¨® en ning¨²n momento, aunque los muletazos no resultaran ni completos ni redondos. Le agradecieron sus disposici¨®n, pero con la impresi¨®n de dejarse algo en el camino.
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