La filosof¨ªa del s¨¢ndwich
Despu¨¦s de que a Warren Zevon le dijesen que se iba a morir, se puso a grabar el disco de su vida
Despu¨¦s de que a Warren Zevon le dijesen que se iba a morir, se puso a grabar un disco. Los m¨¦dicos le dijeron que se tomase con calma los ¨²ltimos pocos meses de su vida, pero a ¨¦l le entr¨® la prisa por meterse en el estudio de grabaci¨®n. A fin de cuentas: dejar un disco a medias por morirse debe ser un fastidio. Algo as¨ª como lo que dec¨ªa Woody Allen: ¡°No es que tenga miedo a morir. Es que no quiero estar ah¨ª cuando ocurra¡±. Pero Zevon, que empez¨® a vivir con un reloj de arena sobre la cabeza, sab¨ªa que iba a estar ah¨ª mucho antes de lo que deseaba. Sab¨ªa que iba a ocurrir y quer¨ªa grabar su ¨²ltimo ¨¢lbum.
Aquel disco se llam¨® The Wind y se consigui¨® publicar apenas un mes antes de que Zevon falleciese a causa de su imparable c¨¢ncer de pulm¨®n. En el fondo, ten¨ªa raz¨®n cuando les dec¨ªa a todos en las sesiones de grabaci¨®n: ¡°Chicos, vamos muy lentos, as¨ª no acabaremos a tiempo. Por si acaso, ?sab¨¦is si todav¨ªa se publican EPs?¡±. Pero llegaron a tiempo, justos para grabar un disco de larga duraci¨®n ¨CLP-, formado por 11 composiciones de emoci¨®n desbordante. Porque The Wind es una obra dulcemente demoledora. Y algo m¨¢s importante: no es un disco cualquiera. Es una invitaci¨®n a la vida. Tal vez, por eso, como deseaba su autor, The Wind nunca pod¨ªa haberse quedado a medias. Era una causa por encima de las circunstancias, entre ellas un c¨¢ncer fatal.
A veces, parece que tienen que decirnos que nos morimos para prestar atenci¨®n a lo verdaderamente importante. Vamos como zombies por la vida. Nos montamos en el metro o caminamos por la calle con nuestros m¨®viles, hiper estimulados entre tantas redes sociales, v¨ªdeos y grupos de WhatsApp, como si fueran nuestra conexi¨®n m¨¢s importante con el mundo, y con nosotros mismos. No cuesta imaginar que, alg¨²n d¨ªa, podamos acabar como ese dibujo de Bansky en el que un chico y una chica se besan al tiempo que miran sus m¨®viles. Alumbrados ambos por la luz de las pantallas, son como dos mu?ecos en un dep¨®sito de cad¨¢veres. La realidad de esas pantallas, como la de las malas pel¨ªculas, puede que contribuya m¨¢s a la frustraci¨®n que la propia vida. En nuestro mundo digital, no tan alejado a un cap¨ªtulo dist¨®pico de Black Mirror, se necesita a todas horas demostrar felicidad, estados de ¨¢nimo positivos y fabulosas experiencias vitales, generando m¨¢s estr¨¦s emocional a todos aquellos que sienten que no forman parte de ello, que est¨¢n lejos de la supuesta catarsis exhibida por otros. Y, entretanto, las calles est¨¢n llenas de personas m¨¢s preocupadas por todo lo que no pudieron vivir que por disfrutar lo que viven.
La causa de The Wind es toda esa vida que se vive. Toda esa vida que no se aprecia por ninguna pantalla. Lo es para alguien que entonces estaba a punto de morirse de c¨¢ncer, pero que tambi¨¦n tuvo una existencia err¨¢tica, llena de adicciones a las drogas y el alcohol, bajando a los infiernos de forma regular. El disco, que cuenta con la participaci¨®n de amigos que le admiraban como Bruce Springsteen, Ry Cooder, Tom Petty, Mike Campbell, Jackson Browne, Billy Bob Thornton, Dwight Yoakam, T Bone Burnett o Don Henley de los Eagles, es un canto a las peque?as grandes cosas que nos rodean, a ese rosario de detalles que hacen nuestras vidas m¨¢s ricas. Con ternura y determinaci¨®n, Zevon canta a la alegr¨ªa de saberse libre en un mundo lleno de peajes, a la risa compartida con amigos, a las bondades de un hogar acogedor o a los mimos de la persona amada ¨Cmaravillosos esos versos en espa?ol en El amor de mi vida, una canci¨®n transformada en una carta de amor hacia su pareja de origen latino-. Incluso version¨® de forma sobrecogedora Knockin¡¯ On Heaven¡¯s Door de Bob Dylan, a?adiendo unos versos de cosecha personal que dec¨ªan que las puertas del cielo se abr¨ªan para ¨¦l, y compuso como cierre final Keep Me in Your Heart, tal vez la m¨¢s bella despedida jam¨¢s escrita para cerrar un disco. Para cerrar una vida.
Dec¨ªa Mario Benedetti que, despu¨¦s de todo, la muerte es un s¨ªntoma de que antes hubo vida. Zevon hace tiempo, tal vez demasiado, que est¨¢ muerto, pero su muerte es un s¨ªntoma de que hubo vida. M¨¢s all¨¢ de los c¨ªrculos mel¨®manos, poca gente le conoce y no muchos saben que fue el ¨²nico invitado en toda la historia del David Letterman Show al que se le dedic¨® todo un programa. Entonces, ya hab¨ªa anunciado que se mor¨ªa y David Letterman, gran admirador, le pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ vas a hacer ahora que sabes que tienes c¨¢ncer?¡±. A lo que Zevon, ataviado con sus enormes y caracter¨ªsticas gafas, respondi¨® sin perder la sonrisa: ¡°Supongo que ahora voy a disfrutar de cada s¨¢ndwich que me tome¡±. Tambi¨¦n grab¨® con sus amigos y para los suyos The Wind. Pura filosof¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.