Los Secretos y el eterno retorno de las grandes canciones
La banda se ha involucrado en la celebraci¨®n (algo anticipada) de su cuadrag¨¦simo cumplea?os con el espect¨¢culo 'Una vida a tu lado'
Los aniversarios sirven para hacer memoria y gestionar el veneno de la nostalgia, pero tambi¨¦n, y sobre todo, para conjugar la primera persona. Y Los Secretos llevan autoafirm¨¢ndose desde aquel funesto oto?o de 1999 en que perdieron al principal de sus pilares fundacionales. Ahora se han involucrado en la celebraci¨®n (algo anticipada) de su cuadrag¨¦simo cumplea?os con el espect¨¢culo Una vida a tu lado, que anoche dilucidaba en el WiZink Center madrile?o su cap¨ªtulo m¨¢s decisivo. Y consiguieron reunir, justo en los d¨ªas m¨¢s fren¨¦ticos para la agenda musical en directo, a 10.500 c¨®mplices dispuestos a refrendar la vigencia de un repertorio seguramente inmortal. El balance qued¨® claro: el quinteto madrile?o tal vez lleve casi cuatro lustros dando vueltas en redondo, pero la huella de sus dos primeras d¨¦cadas es lo bastante honda como para que la historia les tenga ya reservada una generosa p¨¢gina de posteridad.
Inmersos en el reto de ofrecer su imponente colecci¨®n de grandes ¨¦xitos en diferentes combinaciones (ora en formato ac¨²stico, ora orquestal, ¨²ltimamente junto a adaptaciones al castellano de ¨¦xitos ajenos), Los Secretos se convirtieron ayer en el primer gran grupo espa?ol que comparec¨ªa en formato de 360 grados. Cuentan que la idea surgi¨® casi por accidente, como un ¡°a que no os atrev¨¦is¡± en el que todos acabaron propinando un orgulloso golpe en la mesa, pero no se les puede negar ni la determinaci¨®n ni la valent¨ªa. Otra cosa es el inter¨¦s real de estos escenarios circulares (el de ayer, un cuadril¨¢tero) en el que los m¨²sicos se dan la espalda, no saben bien c¨®mo colocarse ni hacia d¨®nde mirar, y por el que terminan deambulando y haciendo mas kil¨®metros que en una sesi¨®n de zumba.
El propio ?lvaro Urquijo empez¨® excus¨¢ndose por las posibles imprecisiones que pudieran cometer entre tanto micr¨®fono e inglete, pero a partir de hoy les quedar¨¢ el orgullo de haber vivido una experiencia de la que en el pabell¨®n madrile?o solo podr¨ªan dar fe tres bandas de dimensiones estratosf¨¦ricas: Muse, Metallica y Arcade Fire. Eso es lo que permanecer¨¢ en los anales, y no los desajustes sonoros derivados de que Urquijo dispusiera de cinco puntos distintos desde donde cantar, y hasta de un escenario supletorio para algunas de las piezas m¨¢s intimistas; en particular, la estremecedora Aunque t¨² no lo sepas o la preciosa (y poco divulgada) Trenes perdidos.
En el apartado del leg¨ªtimo orgullo, los madrile?os se concedieron el hermoso detalle de anunciar cada tema con su t¨ªtulo, a?o y ¨¢lbum de origen desde las pantallas gigantes, y tiraron de agenda para hacer de la noche una experiencia verdaderamente singular. El m¨¢s at¨ªpico de los invitados, el mago Jorge Blas, concibi¨® con sus naipes un asombroso homenaje a Enrique Urquijo. Lou Marini (Blues Brothers) colore¨® con su saxo la nostalgia de Buena chica. Y el ¨ªndice Dow Jones de la excelencia se dispar¨® con la irrupci¨®n de dos maestros consumad¨ªsimos de la estrofa y el estribillo, el canadiense Ron Sexsmith (¡°El nuevo Paul McCartney¡±, en merecida definici¨®n de Urquijo) y el californiano Jackson Browne.
El primero depar¨® la mayor sorpresa de la jornada al abordar, en castellano, una estupenda versi¨®n de Eres t¨² (Mocedades), demostraci¨®n inmejorable de que las grandes canciones no saben de etiquetas ni de caducidades. Y el autor de?Late for the Sky, influencia manifiesta de los Urquijo desde adolescentes, repas¨® en versi¨®n biling¨¹e los dos temas que Los Secretos le han tomado prestados,?Call It a Loan y?In the Shape of a Heart. Faltaban a¨²n una docena de cl¨¢sicos y hasta la irrupci¨®n de un cubo volador hasta llegar al euf¨®rico y colectivo?Stay con el que terminaba una larga velada. Algo deshilvanada, por las dificultades log¨ªsticas y sonoras, pero demostrativa de que las grandes canciones tienen su eterno retorno garantizado.
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