Paradojas de festival de jazz
El supergrupo de John Scofield y Jack DeJohnette no llega a despegar en la segunda jornada de un Festival de Jazz de Vitoria cada vez m¨¢s desdibujado
Cada a?o con m¨¢s fuerza, el Festival de Jazz de Vitoria le obliga a uno a entonar mentalmente aquella c¨¦lebre frase del anuncio televisivo que dec¨ªa "aceptamos pulpo como animal de compa?¨ªa". No sabemos si el p¨²blico de Vitoria quiere realmente un festival de jazz, porque cada vez tiene menos oportunidades de probar la experiencia, pero est¨¢ claro que la audiencia de este hist¨®rico festival se ve obligada a contemplar c¨®mo en su escenario principal el jazz va quedando relegado hasta estar representado de forma casi residual: en esta edici¨®n, solo tres de los nueve conciertos programados en el pabell¨®n de Mendizorroza son, propiamente, conciertos de jazz. Al mismo tiempo, resulta parad¨®jico que hasta cuatro de los conciertos restantes est¨¦n consagrados a diferentes ramificaciones del funk, teniendo en cuenta que los conciertos suceden en un recinto repleto de sillas y butacas que, de buenas a primeras, no est¨¢ preparado para que la gente baile.
As¨ª que tenemos un festival de jazz sin jazz, conciertos para bailar en los que la gente no puede bailar y una banda que usa el nombre de Earth Wind & Fire sin ser Earth Wind & Fire. Efectivamente, el grupo de Al McKay, guitarrista del m¨ªtico grupo entre 1973 y 1980, lleva un tiempo usando la marca por evidentes razones comerciales, y anoche ofreci¨® en el festival un concierto apa?ado, con el toque justo de verbena para ser divertido sin ser hortera, y del que lo mejor que podemos decir es que consigui¨®, casi desde el primer momento, que la gente bailase a pesar de las inconveniencias del auditorio. Pero, que conste: Earth Wind & Fire siguen en activo, y no son estos.
En la primera parte del programa doble de Mendizorroza tuvo lugar uno de los conciertos m¨¢s esperados de esta edici¨®n entre los aficionados al jazz que a¨²n frecuentan el festival: el del nuevo supergrupo Hudson, compuesto nada menos que por John Scofield, Jack DeJohnette, John Medeski y Scott Colley, cuatro nombres que suelen ser sin¨®nimo de jazz de primera. La figura de Scofield parece pivotal en el proyecto, teniendo en cuenta su trabajo previo junto a Colley, sus m¨²ltiples colaboraciones con su buen amigo Medeski y sus Medeski, Martin & Wood, y sus ocasionales, pero selectas, coincidencias con DeJohnette, como en el extraordinario ¨¢lbum del guitarrista ?Time On My Hands? o en el fascinante Saudades del baterista; sin embargo, en Vitoria el grupo son¨® desde el primer momento como un esfuerzo colectivo en el que cuatro entes musicales enormemente carism¨¢ticos intentaban ponerse de acuerdo para ir en la misma direcci¨®n, sin conseguirlo en no pocas ocasiones.
Scofield y DeJohnette son dos leyendas vivas que no tienen nada que demostrar a estas alturas, pero lamentablemente su actuaci¨®n en Vitoria tuvo demasiados momentos err¨¢ticos, falta de qu¨ªmica e incluso algunas notas fuera de sitio, algo que llama particularmente la atenci¨®n teniendo en cuenta la talla de los implicados. Medeski y Colley tuvieron momentos solistas remarcables, y algunos temas como Tony Then Jack o la versi¨®n de Castles Made Of Sand de Jimi Hendrix fueron estupendos, pero en general el concierto se hizo farragoso y tuvo demasiado aire a jam session con los amigos en el garage. Una pena, porque el potencial del grupo es tremendo.
Horas antes, en el Teatro Principal, el trompetista Avishai Cohen presentaba su nuevo grupo Big Vicious en un concierto que ofreci¨® algo totalmente inesperado en un m¨²sico tan interesante como el israel¨ª: decepci¨®n de principio a fin. Desde los primeros compases de una descafeinada versi¨®n del Flamenco Sketches de Miles Davis, Cohen intent¨® seguir la estela del Miles el¨¦ctrico de forma an¨¦mica y superficial, con una banda pobre, recursos manidos hasta la nausea y reinterpretaciones sonrojantes como la del Claro de Luna de Beethoven. El trompetista siempre ha sido un m¨²sico m¨¢s que destacable y por eso, en este caso, no podemos aceptar barco como animal acu¨¢tico.
Babelia
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