Las manos de la comadrona

El nacimiento y la muerte son los acontecimientos m¨¢s trascendentes de una existencia y, como ha recordado el cineasta Martin Provost durante la promoci¨®n de su sexto largometraje,?Dos mujeres, antiguamente eran tutelados por una misma figura femenina, portadora de una sabidur¨ªa ancestral: la comadrona. Recibir una nueva vida o despedirla como dos formas de un mismo gesto: en una cultura humanista, lo importante tiene que seguir haci¨¦ndose con las manos.

En su d¨ªa, las comadronas fueron perseguidas por la Inquisici¨®n bajo la acusaci¨®n de brujer¨ªa. M¨¢s tarde, fueron cuestionadas por el gremio de cirujanos cuando la pr¨¢ctica de la obstetricia se convirti¨® en un terreno profesional codiciado. La que protagoniza este trabajo tiene que lidiar con otro cambio de paradigma: el paso de la pr¨¢ctica artesanal del oficio a la l¨®gica productiva neoliberal de unas hipertecnificadas cl¨ªnicas de maternidad a las que no les importa tanto el c¨®mo como el cu¨¢nto. Dos mujeres es una pel¨ªcula importante en la trayectoria de Provost en la medida en que salda una deuda personal: el cineasta confiesa deberle la vida a la comadrona que, mediante una transfusi¨®n de sangre, salv¨® su situaci¨®n neonata entre la vida y la muerte.

El pulso entre un oficio humanista y su reconversi¨®n mercantil es el tel¨®n de fondo, pero no el tema de una pel¨ªcula que centra su fuerza en el duelo actoral entre dos damas de la interpretaci¨®n de t¨¦cnicas y generaciones contrastadas: una Catherine Frot que parece haberse entrenado tan a fondo en el lenguaje gestual de su oficio de ficci¨®n como lo hiciera en su d¨ªa el Javier C¨¢mara de Hable con ella (2002) y una Catherine Deneuve que encarna a la antigua amante del padre de la primera, rescatando, sin saberlo, la memoria de una tragedia familiar.

El di¨¢logo entre las actrices es un juego de esgrima dramat¨²rgica en el que se baten la t¨¦cnica (Frot) y la intuici¨®n (Deneuve) en esta historia en torno al perd¨®n y al renacimiento vital. Lejos de los t¨®picos de la comedia de contrarios, Provost logra una pel¨ªcula que conquista la emotividad sin recurrir al sentimentalismo.