Menos mal que nos queda Rebecca (Hall)

Cuando Una relaci¨®n abierta cierra su discurso con un plano de Rebecca Hall paseando por la calle, de noche, uno tiene la impresi¨®n de que el director Brian Crano es plenamente consciente de las fortalezas y debilidades de su pel¨ªcula. El espectador malintencionado tambi¨¦n podr¨ªa aducir que la Hall es, de hecho, la productora de este modesto trabajo nacido con un claro esp¨ªritu de proyecto entre amigos ¨Cmuchos de los implicados estudiaron juntos y tanto la pareja sentimental de la actriz como la del director forman parte del reparto-, pero lo cierto es que si algo puede salvar a esta propuesta de las obviedades de su discurso y de las mec¨¢nicas formularias de su gui¨®n es, precisamente, el espesor y la ambig¨¹edad que esta portentosa int¨¦rprete aporta al conjunto. Una relaci¨®n abierta es una pel¨ªcula de hombres que hablan demasiado y de una mujer que, en sus silencios y en sus titubeos, carga de verdad un proyecto marcado por muy cuestionables decisiones narrativas.

Una cena de amigos integrada por una pareja hetero y otra gay pone sobre la mesa la cuesti¨®n de los nuevos modelos de relaci¨®n y las arbitrariedades de una fidelidad impuesta por la costumbre y los c¨®digos dominantes. Como si su peor enemigo le hubiese facilitado una receta de gui¨®n tramposa, Crano articula a partir de ese momento un relato en doble direcci¨®n: la pareja heterosexual experimentar¨¢, con timidez inicial, el juego de las relaciones abiertas, mientras la pareja homosexual protagonizar¨¢ una subtrama en torno a la cuesti¨®n de la paternidad. Anna (Rebecca Hall) encontrar¨¢ en su consentido lance ad¨²ltero una historia rom¨¢ntica que se dir¨ªa caligrafiada en el cielo, mientras que a Will (Dan Stevens) le tocar¨¢ recorrer el lado rid¨ªculo de la cuesti¨®n a golpe de polvos de urgencia en los lavabos y el encuentro con una madura ninf¨®mana en cuya encarnaci¨®n la gran Gina Gershon vuelve a ejercitar su dominio de la lubricidad auto-par¨®dica.

Viendo Una relaci¨®n abierta resulta inevitable pensar que un puritano norteamericano nunca podr¨¢ alcanzar la verdad de un hedonista franc¨¦s al tocar ciertos temas. Menos mal que ah¨ª est¨¢ Rebecca.