El temor de los millennials

Todo objeto cultural tiene el potencial de acabar convertido en un resto arqueol¨®gico, una huella de la que acaso podr¨ªan inferirse algunas conclusiones sobre el contexto hist¨®rico en el que naci¨®. Y Mentes poderosas, primer largometraje de imagen real de Jennifer Yuh, responsable de dos secuelas de Kung Fu Panda (2008), es uno de esos trabajos que, en su asumida modestia, son capaces de decir much¨ªsimo sobre los s¨ªntomas culturales y las neurosis corporativas del presente: por un lado, es una prueba m¨¢s de que la industria audiovisual de las primeras d¨¦cadas del milenio vive la crispada fiebre de encontrar la nueva franquicia de oro entre la efervescencia de sagas editoriales destinadas al lector adolescente; por otro, ofrece -?y van!- otra met¨¢fora sobre el problem¨¢tico lugar en el mundo que cree ¨Co teme- ocupar la generaci¨®n millennial, incomprendida por quienes la han precedido y profundamente preocupada ante la perspectiva de pasar por el mundo sin dejar huella.

Basada en la saga editorial de Alexandra Bracken, que ha alcanzado seis t¨ªtulos, Mentes poderosas une la cl¨¢sica fantas¨ªa adolescente de los superpoderes con la descripci¨®n de una realidad dist¨®pica de campos de concentraci¨®n y facciones militares enfrentadas por la explotaci¨®n estrat¨¦gica de una poblaci¨®n mutante menor de edad. En el fondo, no es ni mejor, ni peor que las numerosas ficciones cortadas por el mismo patr¨®n que han asaltado las multisalas en los ¨²ltimos a?os. En cualquier caso, la concisi¨®n de su metraje es una cierta virtud. Y su previsibilidad, una condena.