Rejoneo familiar, juvenil y caduco
Lea Vicens cort¨® dos orejas en la animosa presentaci¨®n de Guillermo Hermoso de Mendoza
Guillermo es hijo de Pablo. Guillermo acaba de comenzar su carrera en el mundo del rejoneo y a¨²n lidia novillos. Esta circunstancia no ha sido impedimento para su presentaci¨®n en las Corridas Generales de Bilbao. Es evidente que el padre ha recomendado al hijo, lo que no es de extra?ar en un pa¨ªs en el que la mayor¨ªa consigue trabajo con la colaboraci¨®n de un familiar. Pero queda claro, una vez m¨¢s, el mando en plaza, y fuera de ella, que ostenta Pablo Hermoso de Mendoza. Tanto como colocar a su hijo y desplazar a un compa?ero de alternativa, y no solo a Diego Ventura, a quien parece que tiene arrinconado de por vida.
Recomendado, pues, lleg¨® el joven Guillermo -acaba de cumplir 19 a?os-, y demostr¨® su natural biso?ez, su avanzado aprendizaje en la casa del padre, sus buenas cualidades para el toreo a caballo, su valor y pundonor y, tambi¨¦n, su enfado, cuando las cosas no salieron como estaban previstas.
Como es l¨®gico, monta una cuadra excepcional, pero justo en reconocerle una soltura fuera de lo com¨²n, conocimiento de los terrenos y la pasi¨®n suficiente como para superar sus carencias con la fuerza de la juventud.
S?NCHEZ / HERMOSO, VICENS, HERMOSO
Cuatro toros y dos novillos (tercero y sexto) despuntados para rejoneo de Herederos de ?ngel S¨¢nchez y S¨¢nchez, correctos de presentaci¨®n, nobles y encastados.
Pablo Hermoso de Mendoza: rej¨®n muy trasero (palmas); pinchazo, rej¨®n trasero y descabello (ovaci¨®n).
Lea Vicens: pinchazo y rej¨®n bajo (oreja); rej¨®n bajo y un descabello (oreja).
Guillermo Hermoso de Mendoza: metisaca y rej¨®n bajo (ovaci¨®n); cuatro pinchazos, rej¨®n bajo, seis descabellos ¡ªaviso¡ª y un descabello (ovaci¨®n).
Plaza de toros de Vista Alegre. 18 de agosto. Primera corrida de feria. Media entrada.
Es una foto del padre, como no pod¨ªa ser de otra manera. Par¨® a sus toros con facilidad, quebr¨® en banderillas con seguridad, clav¨® los arpones a la grupa, como ya es habitual en todos los caballeros, templ¨® con torer¨ªa y mat¨® mal.
El momento culminante lo alcanz¨® ante el sexto de la tarde, un toro de encastada nobleza, como toda la corrida, y, a lomos del famoso caballo Disparate, emocion¨® a los tendidos en un intenso tercio de banderillas. Templ¨® muy bien a dos bandas, se luci¨® con la suerte de la hermosina, y el ambiente se calde¨® cuando tom¨® un par de banderillas para clavarlas a dos manos. La suerte no le sali¨® bien en las dos ocasiones que lo intent¨®, y adem¨¢s, fall¨® reiteradamente a la hora de matar. Sea como fuere, el recomendado no dej¨® mal al recomendante, y se le atisban condiciones suficientes para conseguir metas m¨¢s altas.
El padre, por su parte, estuvo sin estar en ¨¦l; al menos, esa fue la impresi¨®n que dio. Muy preocupado, quiz¨¢, con la actuaci¨®n de su hijo, la suya fue fr¨ªa, anodina e insulsa; como de tr¨¢mite. Ejecut¨® el rejoneo de siempre, con su maestr¨ªa habitual, pero sin vida y sin gracia. Un rejoneo caduco, que sonaba a antiguo, carente de innovaci¨®n y pasi¨®n.
Su momento m¨¢s sobresaliente lo protagoniz¨® con Berl¨ªn en el tercio de banderillas del cuarto de la tarde. Y especialmente lucido fue la ejecuci¨®n del segundo garapullo, ce?id¨ªsimo, muy de verdad. El resto fue m¨¢s de lo mismo, rejones de castigo y banderillas clavadas a la grupa, sin m¨¢s aparente compromiso que cumplir con un contrato. De hecho, palmas y ovaci¨®n fue un balance impropio del reconocido maestro.
Y la triunfadora del festejo fue la convidada de piedra, la rejoneadora francesa Lea Vicens, que avanza poco a poco, muy lentamente, pero se le premi¨® por su decisi¨®n y su af¨¢n por agradar.
Se le not¨® con m¨¢s oficio que en su reciente paso por San Isidro, pero sigue clavando muy despegado, ejecuta los quiebros a considerable distancia del toro, lo que reduce su brillantez, y mata tan deficientemente como los dem¨¢s, siempre con el rej¨®n trasero o en los bajos.
A pesar de todo, templ¨® con est¨¦tica y divirti¨® a la concurrencia, que no es poco¡
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