Tras la lente estaba Madame d¡¯Ora
El Leopold dedica una retrospectiva a la pionera de la fotograf¨ªa que retrat¨® la Viena de las vanguardias, el esplendor de la alta costura en Par¨ªs y la barbarie del nazismo
Cuando Josephine Baker lleg¨® a Viena en 1928, el parlamento austriaco celebr¨® un debate para decidir si esta bailarina afroamericana era una amenaza para la moralidad p¨²blica. El clero anunci¨® que ta?er¨ªan las campanas desde el momento que llegara su tren para advertir a sus feligreses sobre los peligros del ¡°diablo hecho carne, el demonio de la inmoralidad¡±. Y la alcald¨ªa acab¨® por suspender su funci¨®n en el teatro Ronacher. Ese mismo a?o, Josephine Baker pos¨® para Dora Kallmus en su estudio de Par¨ªs: la fot¨®grafa vienesa decidi¨® retratarla en toda su belleza, toda su negritud, desnuda. Esa era Madame d¡¯Ora.
La fotograf¨ªa se puede ver en la amplia retrospectiva que le dedica el Museo Leopold de Viena hasta el 29 de octubre, un total de 330 fotograf¨ªas, ocho vestidos de alta costura y material documental de la ¨¦poca. Tambi¨¦n exhibe la portada de 1927 de Die B¨¹hne (la revista cultural de mayor tirada de Austria) con Josephine Baker cubierta solo con unas plumas, y que encendi¨® la pol¨¦mica.
Kallmus (Viena, 1881-Frohnleiten, 1963), conocida como Madame d¡¯Ora, abri¨® su primer estudio de fotograf¨ªa en la Wipplinger Strasse 24, un edificio en el coraz¨®n de Viena que hoy solo alberga oficinas. El primer artista en posar para ella fue Gustav Klimt. De familia jud¨ªa, hija de un importante abogado del Estado, los contactos de su padre le abrieron las puertas de la capital imperial y ella las cruz¨® hasta convertirse en una fot¨®grafa imprescindible. Incluso para la aristocracia y los Habsburgo, no muy amigos de hacer negocios con los jud¨ªos, que la eligieron en 1916 para retratar la coronaci¨®n como rey de Hungr¨ªa del ¨²ltimo emperador de Austria, Carlos I, por sus buenos contactos con los medios.
¡°No era la ¨²nica mujer dedicada a la fotograf¨ªa en Viena, pero s¨ª fue la primera en imponerse con un ¨¦xito incontestable. Fue la pionera en retratar a estrellas de la danza, el teatro o la pintura como modelos, fuera de su elemento, algo que hoy es habitual en todas las revistas, y en mostrar a la aristocracia en actitudes muy poco convencionales¡±, explica Monika Faber, comisaria de la muestra.
Al inicio de la exposici¨®n recibe la foto de la compositora Alma Mahler. ¡°Todo el mundo era m¨¢s hermoso en las fotograf¨ªas de Madame d¡¯Ora que delante de un espejo. Todos estaban retocados, ese era su secreto. En una carta que le escribi¨® Alma Mahler le agradece la bonita fotograf¨ªa pero le pregunta: ?puedes ponerme todav¨ªa un poco m¨¢s guapa? Si miras el negativo, ves lo que sucedi¨®: el cuello y la cintura son m¨¢s delgados, est¨¢n estilizados¡±, dice la comisaria, que ha titulado el proyecto precisamente: ?Ponme guapa, Madame d¡¯Ora!
?lite cultural
Hay otra foto de la mecenas vienesa. En una esquina de la sala, casi con timidez, se exhibe su retrato junto al del escritor Arthur Schnitzler. Si Mahler estuvo casada, adem¨¢s de con el compositor, con el arquitecto Walter Gropius y el escritor Franz Werfel y tuvo idilios con los pintores Oskar Kokoschka y Gustav Klimt, Schnitzler asist¨ªa m¨¢s a sus amantes que a los ensayos de sus obras. Buena parte de esta ¨¦lite cultural pas¨® por el estudio D¡¯Ora.
Tambi¨¦n figuras de la cultura subterr¨¢nea como la bailarina Anita Berber, de quien Dora Kallmus subray¨® su condici¨®n underground fotografi¨¢ndola no s¨®lo desnuda, lo que no era particularmente escandaloso para un s¨ªmbolo er¨®tico de la Rep¨²blica de Weimar y musa politoxic¨®mana del pintor Otto Dix, sino vestida de monja.
En los veinte, Kallmus abandon¨® Viena para abrir el Atelier d¡¯Ora en Par¨ªs, donde ten¨ªa a sus clientes m¨¢s influyentes como fot¨®grafa de moda. Coco Chanel, Lanvin, Balenciaga... su estudio era una pasarela. Recibi¨® encargos de publicaciones de toda Europa. Hasta que llegaron los nazis.
La amenaza comenz¨® en 1935 con la prohibici¨®n de publicar cualquier fotograf¨ªa suya en Alemania. Tras la invasi¨®n de Francia, aunque se hab¨ªa convertido al catolicismo a?os antes, se vio obligada a vender el negocio y refugiarse en un pueblo de monta?a al sur de Lyon. Su hermana Ana muri¨® asesinada en un campo de exterminio. El modisto y amigo Crist¨®bal Balenciaga le ayud¨® a obtener el visado para Espa?a, pero el viaje ten¨ªa muchos riesgos y no se decidi¨® a dejar Francia.
Tras la II Guerra Mundial su fotograf¨ªa dio un giro radical. Document¨® la vida precaria de los campos de refugiados en Viena y Salzburgo, donde se hacinaban prisioneros liberados de campos de concentraci¨®n nazis y tambi¨¦n alemanes expulsados de Yugoslavia y Checoslovaquia. La mujer de origen jud¨ªo que hab¨ªa padecido el holocausto puso su c¨¢mara delante de los refugiados alemanes para denunciar su condici¨®n de v¨ªctimas. En Par¨ªs, cuando se acercaba a los 70 a?os, frecuent¨® los mataderos para mostrar el bestiario sangriento de las carnicer¨ªas.
Y conserv¨® la mirada blasfema. Al escritor William Somerset Maugham, abiertamente homosexual, lo fotografi¨® en 1955 en su villa en Cap Ferrat junto a la estatua de un obispo. Poco despu¨¦s hizo su ¨²ltimo retrato, a Picasso, y en 1958, presentada por Jean Cocteau, ofici¨® su ¨²ltima exposici¨®n en Par¨ªs donde reuni¨® en un mismo sal¨®n im¨¢genes de los campos de refugiados y de los animales mutilados en el matadero con sus retratos para la alta sociedad. En 1962 se retir¨® a su casa familiar en Estiria que hab¨ªa sido arianizada durante el Tercer Reich.
Babelia
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