Llega el rey cuando quiere
Para Michon, ¡°¨²ltimo escritor¡± de su generaci¨®n, la literatura est¨¢ siempre en otro lugar, habla del mundo que le es contempor¨¢neo sin hablar de ¨¦l
De su generaci¨®n, Pierre Michon parece reunir todas las condiciones para encarnar, como ning¨²n otro, la utop¨ªa del ¡°¨²ltimo escritor¡± que imagin¨® Maurice Blanchot. Es una sospecha que se abre paso a lo largo de Llega el rey cuando quiere, el libro de conversaciones con Michon que ha publicado la editorial gerundense WunderKammer (traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia).
Blanchot dec¨ªa que ¡°el ¨²ltimo escritor¡± era aquel que intu¨ªa, con conocimiento de causa, que de uno u otro modo, todos lo eran. Y Michon es alguien bien consciente de esto, con su larga risa de todos estos a?os, con su maravillosa risa de fondo que no acaba de explicarse sin su pasi¨®n por la literatura: ¡°Lo que quiero por encima de todo es a la literatura, los libros, los autores, me paso la vida en compa?¨ªa suya. Pero en una zona m¨¢s honda, de todos esos autores, de los que me gustan, de los que estimo, de los que idolatro, de los que no me gustan, tanto de los que se creen muy listos como de los que van de tartufos, de los avispados y de los cr¨¦dulos, de los chantajistas y de los mendigos, en una zona mucho m¨¢s honda, de todos nos re¨ªmos. Hay en todo lector una vocecita que por lo bajo le dice a lo que est¨¢ escrito: ?anda ya!¡±
De todo nos re¨ªmos porque conocemos la incertidumbre, el temblor de fondo en todo lo que hacemos y escribimos. ?Qui¨¦n est¨¢ seguro de algo? ?O no han oscilado todos los ¡°¨²ltimos escritores¡± de ese siglo entre su impresi¨®n de incapacidad y de impostura (los m¨¢s honestos pregunt¨¢ndose por qu¨¦ iban a ser precisamente ellos los que dejaran constancia, m¨¢s que cualquier otro escritor, de la totalidad del ser) y el deber que ten¨ªan de intentarlo, pese a todo?
Negar la impostura es absurdo desde que la escritura quedara establecida ¨Cm¨¢s o menos por Flaubert y por Mallarm¨¦, e incluso antes de ellos¨C como un fin en s¨ª misma, sin Dios, sin justificaci¨®n externa, sin ideolog¨ªa que la sustentara, como un campo aut¨®nomo. Desde que as¨ª quedara establecida la gran literatura, los escritores pasaron a ser conscientes de su parad¨®jica fragilidad: no pod¨ªan alegar m¨¢s autoridad que la propia, pero sab¨ªan que precisamente ah¨ª estaba la fuerza de esa disciplina, la literatura, pensada para personas con coraje que aceptan situarse sin muletas, solos frente a la totalidad del ser.
Todav¨ªa estamos, sin embargo, rodeados de personajillos con muletas, que ser¨ªan felices de hacernos sentir culpables por no haber tomado el buen camino, aunque ya saben ellos que no hay buen camino. Para Michon, ¡°¨²ltimo escritor¡± de su generaci¨®n, la literatura est¨¢ siempre en otro lugar, habla del mundo que le es contempor¨¢neo sin hablar de ¨¦l, y esta fue la mejor lecci¨®n de Flaubert. Porque cuando la lectura habla del mundo de forma representativa tiene que ver con el texto period¨ªstico o sociol¨®gico, y esa es la gran debilidad de, por ejemplo, la literatura norteamericana posterior a Faulkner. La literatura, dice Michon, es uno de los ¨²nicos lugares donde podemos permitirnos no ser contempor¨¢neos, sino del hombre.
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