Llu¨ªs Pasqual, el mago descabalgado por la tempestad perfecta
El prestigioso director teatral ha dimitido del Lliure tras una campa?a en su contra
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Our revels now are ended, la fiesta se ha acabado. Arrollado por la tormenta perfecta, el mago rompe su varita, ahoga sus libros y se marcha a casa, donde quiera que esa casa vaya a estar a partir de ahora. El final de Llu¨ªs Pasqual (Reus, 1951) al frente de la direcci¨®n del Teatre Lliure de Barcelona, consumado en una sorprendente dimisi¨®n, recuerda el de Pr¨®spero en La tempestad (aunque algunos preferir¨¢n el s¨ªmil de Coriolano), con salvedades. En la obra de Shakespeare, que Pasqual mont¨® en su d¨ªa, el mago protagonista consigue sus prop¨®sitos y sale triste y melanc¨®lico pero in bellezza. En la realidad, el director ha dejado la escena derrotado, vapuleado, con explicaciones insuficientes, sin apenas defenderse, dejando que manchen su reputaci¨®n y abandonando la isla catalana a los calibanes y a los j¨®venes y airados arieles (la intuici¨®n de Pasqual ya le hizo que el papel del poderoso esp¨ªritu atrapado en la voluntad del mago y ansioso de liberarse lo encarnara en su versi¨®n Anna Lizaran, una mujer), sin olvidar a la bruja Sycorax y los suyos.
El tiempo dir¨¢ qu¨¦ es lo que ha pasado realmente en esta sorprendente tempestad de reparto a¨²n por descifrar (aunque hay muchos candidatos para los papeles de Casio y de Yago) que se ha llevado por delante a Pasqual. C¨®mo uno de los hombres de teatro m¨¢s reconocidos y geniales de Europa, al que se han rifado los mejores escenarios internacionales, que ha trabajado con los m¨¢s grandes actores y ha alumbrado algunos de los espect¨¢culos m¨¢s sensacionales de nuestro tiempo, sin olvidar su papel fundamental como uno de los fundadores del Lliure, hito de la historia teatral del pa¨ªs, se ha visto atrapado en un l¨ªo semejante. Un verdadero alud originado por el naif post (¡°el teatro es amor¡±) en Facebook de una joven actriz, Andrea Ros, que le acusaba retroactivamente (cuatro a?os despu¨¦s) de maltrato psicol¨®gico en los ensayos de El Rey Lear ¨Caunque ella hizo un precioso papel, Cordelia- y que ahora presume de influencer. ?Cordelia influencer! Signo de los tiempos, se ha dicho, demostraci¨®n de la capacidad maligna de las redes sociales para destruir reputaciones y dividir colectivos (la tesis que abona el propio Pasqual, sin dejar de se?alar sutilmente otras). O de conseguir cosas que por las v¨ªas tradicionales habr¨ªan requerido m¨¢s tiempo. El tiempo que se daba el propio director (y le otorgaba el Patronato del Lliure), dos a?os, para redirigir el Lliure y ponerlo en la senda del concurso p¨²blico a fin de elegir sucesor.
No hay que olvidar que una parte joven de la profesi¨®n ¨Cque enviar¨ªa a Peter Brook a un centro de d¨ªa y denunciar¨ªa a Elia Kazan y a todo el M¨¦todo del Actor¡¯s Studio por maltrato, a lo mejor con raz¨®n- considera la ca¨ªda de Pasqual una victoria
No hay que olvidar que una parte joven de la profesi¨®n ¨Cque enviar¨ªa a Peter Brook a un centro de d¨ªa y denunciar¨ªa a Elia Kazan y a todo el M¨¦todo del Actor¡¯s Studio por maltrato, a lo mejor con raz¨®n- considera la ca¨ªda de Pasqual una victoria, como la consideran algunos trabajadores del Lliure y un sector del feminismo, ajeno a la paradoja de que Llu¨ªs Pasqual est¨¦ reconocido como uno de los mejores directores de actrices del mundo, algo atestiguado por la inmensa mayor¨ªa de nuestras grandes estrellas de la escena. Considera su ca¨ªda asimismo un triunfo un sector del independentismo, que cree que la pol¨ªtica, su pol¨ªtica de esperando a Godot, se hace tambi¨¦n en los teatros, y al que ha molestado el equilibrismo de Pasqual en el Lliure con el proc¨¦s. No es uno de ellos, consideran con acierto. De hecho, la salida del director del teatro por una campa?a de tan escasos mimbres (j¨²zguese el peso de la misma, en buena parte an¨®nima, frente a las firmas que apoyaron p¨²blicamente a Pasqual) solo se entiende si exist¨ªa una voluntad pol¨ªtica de derribarlo o al menos de dejarlo caer. No habr¨¢n inventado la campa?a ellos, pero la han aprovechado muy bien.
Pasqual ha pasado sus vacaciones mejorando su ingl¨¦s con clases particulares en Londres viviendo en Westmister cerca del pub The Shakespeare y rumiando su Ser o no ser. El 6 de agosto fue a visitar la Wallace Collection -aunque ¨¦l prefiere los mercados- y all¨ª, entre armaduras y Canalettos, descubri¨® por absoluto azar un cuadro que le impresion¨®. En ¨¦l un hombre con una guada?a carga con una hermosa mujer desnuda avanzando sobre otra de mirada torva. Era El tiempo salvando a la verdad de la calumnia y la envidia, de Fran?ois Lemoyne. Se lo pod¨ªa haber tomado como un buen presagio, pero prefiri¨® recordar el triste fin del artista: se suicid¨® en 1737 de? siete pu?aladas, a causa de las intrigas palaciegas cuando era pintor del rey.
Nada en los or¨ªgenes de Llu¨ªs Pasqual le predispon¨ªa a convertirse en uno de los grandes hombres de teatro de nuestra ¨¦poca, el director del Od¨¦on-Th¨¦?tre d¡¯Europe, del Centro Dram¨¢tico Nacional, de espect¨¢culos inolvidables como El P¨²blico, Luces de Bohemia, Eduard II, Leonci i Lena; el creador galardonado con el Premio Nacional, con la Creu de Sant Jordi, con la Legi¨®n de Honor. De hecho ¨¦l siempre ha pensado que hubiera sido un buen m¨¦dico (como su hermana) o un estupendo panadero como su padre. El padre catal¨¢n y la madre andaluza ¨Cde donde su conexi¨®n con Lorca- eran gente sencilla (ella fue a la escuela despu¨¦s de casarse) pero con un gran sentido de la libertad. Un hermano de su padre muri¨® en la batalla del Ebro enrolado en la Quinta del Biber¨®n, el ¨²ltimo remplazo republicano. Llu¨ªs Pasqual lleva el nombre de ese t¨ªo muerto jovenc¨ªsimo y parte de sus recuerdos aparecen en uno de sus ¨²ltimos ¨¦xitos en el Lliure, In memoriam.
Pasqual entr¨® de ni?o en el teatro de aficionados y fue a estudiar a un instituto de Barcelona. En la ciudad hizo teatro con Boadella, luego pas¨® a ense?arlo en el Institut del Teatre, hizo la carrera de filolog¨ªa en la universidad y en esa etapa conoci¨® a personas fundamentales en su vida como Maria Aur¨¨lia Capmany, Anna Lizaran, Joan Font, Josep Montany¨¨s, Guillem-Jordi Graells, Frederic Amat y sobre todo Fabi¨¤ Puigserver, con el que fund¨®, junto a otras personas, el Lliure.
El teatro es su vida. Su capacidad de trabajo es legendaria, casi monstruosa, como su apasionamiento y su tremenda exigencia; no es raro que haya quien los vea como un signo de despotismo
Nunca ha cre¨ªdo en las casualidades sino en un determinismo que rige las vidas. En la suya, aunque se ha hecho a s¨ª mismo y es un esp¨ªritu independiente, han sido definitivos los encuentros con grandes maestros. Espriu, Genet, Strehler...? Su idea de la amistad, aun teniendo grandes amigos incondicionales como algunos de los ya mencionados o N¨²ria Espert, Llu¨ªs Llach o Rosa Maria Sard¨¤, es muy especial. La considera una planta que ha de sobrevivir sin regarla demasiado. Eso, y un car¨¢cter m¨¢s bien solitario que se ha ido agriando con la edad y los golpes de la vida, en especial la muerte de las dos parejas m¨¢s importantes que ha tenido, Puigserver, fallecido de sida en 1991, y el editor Gonzalo Canedo (2003), con el que se cas¨® y que muri¨® de un linfoma, lo han vuelto m¨¢s impaciente, duro e intolerante con la gente en general, falto de cintura. Especialmente la muerte de Canedo, una persona en la que hab¨ªa encontrado un puerto, sumergi¨® a Pasqual en un estado de ¨¢nimo sombr¨ªo del que le cuesta recuperarse.
Tiene el teatro, claro. El teatro es su vida. Su capacidad de trabajo es legendaria, casi monstruosa, como su apasionamiento f¨ªsico (aunque asexuado) en los ensayos y su tremenda exigencia; no es raro que haya quien los vea, junto con un car¨¢cter que puede ser muy ¨¢spero y c¨ªnico, como un signo de despotismo y tiran¨ªa. Como la mayor¨ªa de la los genios no soporta la estupidez ni la delicuescencia. Y a veces confunde la inocencia y la bondad con debilidad. Puede ser muy manipulador. Tambi¨¦n comete el frecuente error de los inteligentes ¨Cy de la gente de teatro- de creer que es el ¨²nico que sabe mentir. Frugal y austero (y abstemio), aunque no desde?a la buena vida ni el dinero, una de las cosas que m¨¢s odia es el sentimiento peque?oburgu¨¦s, lo que le hizo imposible soportar el pujolismo, contra el que se aline¨® claramente (algo que los herederos del president no olvidan).
La actual no es la primera crisis que Pasqual vive con la profesi¨®n teatral catalana. Hay quienes consideran que ha sido un privilegiado mimado por los socialistas y se le contest¨® su actuaci¨®n cuando a finales de los noventas el PSC en el poder municipal le puso al frente del proyecto para otro nuevo Lliure y la Ciutat del Teatre. Finalmente, Llu¨ªs Pasqual fue apartado de ese nuevo Lliure, que se inaugur¨® en 2000 sin ¨¦l. Considerado el hijo pr¨®digo, no volvi¨® a dirigirlo sino tras la etapa de nuevos aires en la que un joven y motero ?lex Rigola intent¨® barrer los viejos fantasmas de la casa (por lo visto, en ello sigue). El regreso de Pasqual hace siete a?os levant¨® algunas de las ampollas internas que han contribuido a la crisis actual.
Ad¨®nde va a dirigir ahora sus pasos Pasqual es un todav¨ªa un misterio. Probablemente ya se ha asegurado un lugar en el que ser apreciado en lo que vale. A¨²n le queda mucho teatro por hacer y con el que emocionarnos. Pese a los calibanes y arieles, y al mal rollo que debe arrastrar (lo somatiza todo), el mago a¨²n conserva su sabidur¨ªa.
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