Conduciendo por Madrid
A una ciudad se la conoce recorri¨¦ndola con tu coche, no solo es el casco antiguo sino tambi¨¦n sus barrios y periferia

A veces me vuelvo loco conduciendo por Madrid. No llevo mucho tiempo viviendo aqu¨ª, y me pierdo. Hay zonas de la ciudad en donde mi sentido de la orientaci¨®n se desvanece. Me molesta que sea tan dif¨ªcil aparcar y me enfada que los p¨¢rkings p¨²blicos sean tan caros y las plazas tan peque?as.
A una ciudad se la conoce recorri¨¦ndola con tu propio coche. Porque una ciudad no solo es el casco antiguo. Son tambi¨¦n los barrios, la periferia, las circunvalaciones, los espacios muertos, las casas desparramadas en los sitios m¨¢s inesperados, las avenidas donde solo viven los sem¨¢foros y los mendigos. Para conocer una ciudad hay que pisarla de cabo a rabo y no a las doce del mediod¨ªa. Hay que atravesarla a las horas m¨¢s angustiosas, tal vez a las tres o a las seis de la madrugada.
Si para llegar a conocer Zaragoza necesit¨¦ 20 a?os, imagino que para Madrid necesitar¨ªa 50. No tengo tanto tiempo. Voy se?alando barrios y calles en donde me gustar¨ªa vivir. Por ejemplo, el barrio de Moncloa. Me gusta la calle Altamirano. Mi restaurante preferido es el McDonalds de la Gran V¨ªa. Para m¨ª es el mejor restaurante de Madrid, porque es barato y sencillo. Desayuno all¨ª, me suelo pedir el s¨¢ndwich de salchicha con huevo y queso, que es excelente y est¨¢ tirado de precio, eso me pone de muy buen humor, y me gusta sentarme junto a los ventanales y ver pasar a la gente, a la buena gente de Madrid. Si estoy por la Gran V¨ªa, acabo visitando Primark. Pero nunca me compro nada. Me gusta ver ropa a precio de ganga. Me gusta contemplar la alegr¨ªa de la gente cuando ve que la ropa est¨¢ tirada de precio y se la puede comprar si quiere. Ese es mi momento solidario con la pobreza en el mundo.
Tambi¨¦n me gusta la Plaza del Callao. Situarme en mitad de la Plaza, porque ese sitio tiene algo m¨¢gico. Hay una zapater¨ªa que suelo visitar. Nunca me he comprado nada all¨ª, porque es cara. Pero me gusta ver zapatos. A veces me pruebo algunos. A m¨ª me gustan los zapatos italianos en punta y de rebajas, y no es f¨¢cil encontrarlos. La verdad es que muchas veces regreso a casa habi¨¦ndome gastado solo los dos euros del desayuno de McDonalds.
Mi momento de oro es recorrer Madrid con mi coche los domingos a las nueve de la ma?ana. No hay nadie. La ciudad est¨¢ desnuda. La Puerta de Alcal¨¢ entonces es una puerta de verdad. La Cibeles te invita a subirte a su carro. Recorres el Paseo de la Castellana en cinco minutos. Te plantas en el Santiago Bernab¨¦u. Y desde all¨ª, Madrid ya es tuya, o esa ilusi¨®n te exalta por un segundo.
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